Locales cerrados, refrigeradores vacíos e incertidumbre, es el panorama que se observa en la calle Sangre de Cristo, donde los comerciantes se desesperan ante el retraso en la obra pública, que les genera importantes pérdidas. 
Un ejemplo es la miscelánea ubicada en la esquina con Sóstenes Rocha, donde bultos de cemento y montones de arena y grava obstaculizan la entrada de este negocio que está a punto de quebrar; los empleados aseguran que en caso de retrasase más la obra, el negocio desaparecerá.
“Para sostener esta tienda se necesitan 33 mil pesos mensuales porque se deben pagar renta , energía eléctrica y sueldos, y la verdad, las ventas han bajado mucho”, dice Mauricio Gutiérrez.
Como muestra de la crisis, Mauricio señala un refrigerador vacío, “ ya no tuvimos dinero para comprar más mercancía”.
A la vuelta, un negocio donde se vende ropa y calzado tenis, el dueño se esmera por limpiar el local, cada rato pasa un trapo por el piso, además, sacude la ropa. El pide que por lo menos en la mañana se riegue un poco de agua para evitar el polvo.
“Las pérdidas son muy fuertes porque además del deterioro de la mercancía por el polvo, la gente ya no entra el negocio, pasa de largo”.
Carlos Hernández, propietario de Tele Servicio San Gerónimo, asegura que varios negocios cerraron, recuerda, por ejemplo, “La Sultana”, una ferretería que contaba con 30 años “ o tal vez más”, su dueño, una persona de la tercera edad, ya no pudo con los gastos y las ventas malas; es el mismo caso de la tienda de aparatos ortopédicos, su dueña era una señora como de 60 que ya no pudo con “el paquete”.
El mismo destino podría tener la pollería “El Pechugón”, donde los empleados aseguran que el dueño avisó que en caso de no mejorar las ventas van a cerrar este mes.

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