La apariencia de Ernesto es de un joven de no más de 25 años, su postura es relajada y la alegría que contagia con su conversación lleva a pensar que es un universitario que empieza a disfrutar su juventud; sin embargo, él ya ha pasado por el temor más grande que todo joven puede tener.
Es originario de Guanajuato capital, estudió Diseño Gráfico en la Universidad de Guanajuato, “eso es lo que soy, ¡un Diseñador Gráfico!”, lo dice y sonríe.
Le ofrezco que su entrevista sea anónima y sin fotos, “no, yo no tengo ningún problema”, contesta. Ernesto Ramírez Balderas tiene 39 años, no se le notan, hace 12 se infectó de VIH.
Tenía 27 años cuando se enteró que tenía VIH.
En ese tiempo trabajaba para un periódico local de Tijuana, le tocaba ‘armar’ las planas de la nota roja y la nota local. Vivía con su pareja, él también trabajaba.
Comenzó con problemas respiratorios pero no se alarmó pues siempre había tenido problemas con la nariz. “Por ahí llegó…, era mi talón de Aquiles, comencé con problemas de gripes constantes, el clima de Tijuana no me favorecía porque es caliente y húmedo, entonces esa humedad me provocaba infecciones en la nariz pero aún así no le tomé importancia, el problema fue cuando esta situación ya me impedía ir a trabajar, llegó el momento que me impedía caminar”.
Tras sus visitas al médico fue diagnosticado con neumonía, sus defensas estaban muy bajas pero los médicos no atinaban a la enfermedad, él seguía recibiendo tratamientos para neumonía. Al poco tiempo, el hecho de solo caminar era doloroso, para ir y regresar del trabajo tenía que detenerse en cada esquina a descansar; levantarse de la cama empezó a ser casi imposible. Con el mal diagnóstico, Ernesto perdió mucho peso, el dolor de las piernas se hizo insoportable.
“Así fue como comencé a darme cuenta de que algo en mi andaba mal; fui al médico me dio tratamiento pero no me funcionó y luego me dio otro más fuerte pero para la neumonía, el médico no lo detectó pero eran síntomas muy evidentes, bueno ahorita ya los reconozco. Había varias alertas; cansancio, el libido se te va completamente, luego te pega lo que se llama síndrome de desgastamiento, que es cuando empiezas a adelgazar, te empiezas a demacrar, los pómulos se te empiezan a hundir, los ojos se empiezan a hundir, quedé como calavera”, platicó.
Lejos, allá en Tijuana, sin sus familiares, terminó en una clínica del IMSS, ya iba sin ánimos, como bulto, “el médico me revisó, me dice: estás deshidratado y no sé qué tanta cosa empezó a decir”, recordó.
Una noche, de las peores que recuerda en la clínica de Tijuana, empezó a sentir que los pies se le adormecían, la sensación le pasó a las pantorrillas, luego a las piernas, a la cadera, al estómago y finalmente su cuerpo se adormeció por completo, no sentía nada, no podía hablar, respiraba muy lento pero su conciencia estaba despierta.
“Esa noche escuché que entraron las enfermeras, fueron a asomarse a ver cómo estaba, me vieron y dijeron; ¡este muchacho está muriendo!, una de ellas dijo; ve a avisarle al doctor porque este muchacho se nos va a morir, y otra preguntó, ¿qué tiene?, si está muy joven, y la otra le contestó: es que tiene VIH”, ahí me enteré de lo que me pasaba.
SU FAMILIA, UN GRAN APOYO
Después de estar una semana en Tijuana, su hermano mayor pudo trasladarse allá y traerlo de regreso a Guanajuato, donde su familia lo esperaba.
“Cuando mis hermanos llegaron y me vieron por primera vez en la clínica en Guanajuato, entran a verme y yo me veía en la cara de ellos, yo decía; ¿ay, a poco sí estoy tan mal?, y cuando me veía en el espejo decía: ay no, pues sí espanto”, y ríe tocándose las mejillas con las dos palmas de sus manos.
Bajé mucho de peso, me quedé en los huesitos.
Su familia fue un sustento, el mayor que tuvo para combatir y hacer frente a la enfermedad, su fortaleza y ganas de vivir lo ayudaron a ‘resucitar’ y en espacio de un año entre tratamientos, retrovirales y medicamentos y el gran amor de su familia y amigos, volvió a la vida.
SÍ HAY DISCRIMINACIÓN
Cuando Ernesto se rehabilitó, empezó a pedir trabajo y a buscar a sus amigos, y aunque él no veía el ser portador del virus como algo negativo, le empezaron a negar los empleos argumentándole que no había vacantes.
“Ahí me di cuenta de que aunque yo no lo veía de esa forma, sí existe la discriminación, que la sociedad no lo ve así, no están preparados para que alguien llegue y les hable así de claro”.
Al saber que requería de tratamientos y atenciones médicas frecuentes, optó por estudiar para poder recibir atención médica, pues en los empleos la respuesta siempre fue negativa y no podía quedarse sin medicamentos.
Luego regresó a la Universidad de Guanajuato, entró al Centro de Idiomas y así pudo integrarse al Seguro Social, por unos meses recibió tratamiento; sin embargo, tiempo después le informaron que por su edad ya no podía seguir teniendo el Seguro aunque fuera estudiante.
No se rindió y buscó ayuda en dependencias municipales y estatales pero nada, hasta que dio con una asociación civil en Irapuato donde sí lo apoyaron.
Del 2005 a la fecha ha trabajado en organizaciones civiles en campañas de VIH, realizando talleres, proyectos que tienen que ver con salud. Incluso ha salido en espectaculares en el estado donde informan sobre el VIH.
También trabaja en proyectos y programas donde apoyan a jóvenes universitarios con pláticas y eventos como cineclub y proyectos en conjunto con la Universidad de Guanajuato.
PIDE A LOS JÓVENES CUIDARSE
Pidió a los jóvenes que se cuiden y que no confíen en que no pasa nada, porque sí pasa. Les pide que se hagan las pruebas rápidas de VIH y SIDA, que acudan a pláticas y que no practiquen situaciones de riesgo.
“Yo tenía una pareja estable, usábamos preservativo y pues yo no veía el riesgo, no había tenido muchas parejas y se dio, a mi pareja de ese tiempo le dije en cuanto me enteré, que se hiciera la prueba y salió negativo.
“Es parte del tabú, que piensas que sólo si tienes muchas parejas te puedes infectar pero ahora sé que con una, dos, tres veces que hayas mantenido relaciones sexuales sin protección, o que hayas tenido un accidente con el preservativo, puedes infectarte”, contó.

En el estado, 236 casos en 2013

De acuerdo con un reporte de la Secretaría de Salud de Guanajuato (SSG), en el 2013 hubo 236 casos de detecciones de SIDA y de Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) en el estado.
León es una de las ciudades con mayor número de casos en ese año, pues se detectaron 55 casos de infección asintomática por VIH y 41 casos de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
Irapuato está en segundo lugar, con 18 detecciones de infección asintomática por VIH y 13 casos de SIDA. En tercer lugar está Celaya con 19 casos de infección asintomática por VIH y 3 casos de SIDA. En cuarto lugar se encuentra Guanajuato, con 13 casos de infección asintomática por VIH y 2 de SIDA.
En la lista de la Secretaría de Salud aparecen casos de SIDA en la mayor parte de los municipios de Guanajuato; por ejemplo, en la Jurisdicción Sanitaria de San Francisco del Rincón que comprende Silao, Purísima del Rincón y San Francisco, se detectaron 12 casos, así como en la Jurisdicción de San Miguel de Allende, que comprende Victoria, San José Iturbide, San Felipe y San Luis de la Paz, se detectaron 8 casos, es la jurisdicción donde menos casos surgieron en este 2013. Así sigue la lista.

Apoyan a grupos vulnerables

Juan Silverio Ramírez Urbina, director del Colectivo SERes, una asociación civil que trabaja ayudando a grupos vulnerables de todo el estado, explicó que de acuerdo con estudios, encuestas y trabajo de campo que realizan en coordinación con algunas dependencias, la ciudad de Guanajuato tiene un alto índice de población adolescente y juvenil que viene de otros municipios y son personas que practican situaciones de riesgo.
Colectivo SERes, con el que además colabora Ernesto, se dedica a apoyar a grupos vulnerables de la sociedad, les dan pláticas, talleres, apoyo psicológico y los vinculan con dependencias que pueden ayudarlos, también realizan pláticas de concientización entre jóvenes universitarios y servidores públicos y del sector salud, y medidas de prevención entre grupos de riesgo como trabajadoras sexuales, transexuales y homosexuales.
“Yo tengo algunos años trabajando en la prevención, los datos que tenemos es que en el 2004 las infecciones de transmisión sexual que se detectaban era mayormente en personas de 35 o 40 años, ahora son de 17 y 18 años, el rango de edad se ha disminuido mucho”, contó Ramírez Urbina.
Ernesto contó que si el VIH se detecta a tiempo, puede tener tratamiento favorable y la persona puede hacer una vida normal, de lo contrario puede evolucionar hasta llegar a lo que se conoce como SIDA, es la etapa avanzada, cuando una persona ya no tiene defensas en el cuerpo y es probable que todas las enfermedades lo ataquen, por lo que es importante que se detecte a tiempo con las pruebas rápidas que ahora hay en todos los centros de salud, hospitales, IMSS y demás centros médicos, y que además deben ser totalmente gratuitas para las personas que lo soliciten.
Ahora hay un gran número de medicamentos para retrasar la enfermedad. Cuando una persona tiene SIDA, hay muchas medicinas para tratar varias de las enfermedades que pueden invadir el cuerpo.

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