Cada domingo, los capitalinos asisten a los templos para pedir milagros y dar ofrendas al Santo de su devoción, por ejemplo San Chárbel, que tanto en la Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato como en el Templo de Belén, tiene cientos de listones de colores colgados de su imagen, las personas platican que los listones son su devoción y ofrenda o agradecimiento por los favores recibidos.
De acuerdo con las historias de San Chárbel, fue ordenado sacerdote el 23 de julio de 1859 en Bekerké, sede patriarcal maronita y al poco tiempo regresó al Monasterio San Marone de Annayas. Ahí pasó 16 años de vida ejemplar de oración y apostolado. Se dedicó al trabajo manual en cosas muy humildes.
En 1875, un hecho milagroso le ayudaría a saber que era ya un santo; una noche, el padre Chárbel fue a la cocina para que abastecieran de aceite a su lamparita, un sirviente, queriendo burlarse de él, en vez de aceite le puso agua, el padre Chárbel no se dio cuenta y encendió la lamparita sin sospechar de nada, y se puso a rezar.
El sirviente quedó perplejo, pues vio la lamparita encendida y corrió para contar lo sucedido al padre superior, que fue a la celda y constató el hecho milagroso.
Murió una Navidad de 1898, fue canonizado por el Papa Pío Xll. Ahora se cuenta que donde yacen sus restos ocurre un milagro otorgado por Dios: su cuerpo transpira sangre hace ya 79 años, siempre que lo tocan en sus ropas constantemente húmedas de sangre, los enfermos alcanzan alivio.
Otro de los santos más visitados es San Judas Tadeo, que tiene decenas de milagros colgados, es el Santo de las causas difíciles, así también la Virgen del Sagrado Corazón es una de las más milagrosas, dicen los devotos, pues en sus altares tienen colgadas fotos de bebés, niños y personas con enfermedades o con trabajos riesgosos.

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