Con la promesa del respeto mutuo y evitar confrontaciones que deterioren la imagen que tienen como partidos ante los ciudadanos, los candidatos de los tres principales partidos a la alcaldía (PRI, PAN y PRD) iniciaron las campañas de promoción del voto.
Unos más temprano, en el caso de Edgar Castro (PRI), y otros un poco más tarde, como es Roberto Loya (PRD) y Ruth Lugo (PAN), pero todos iniciaron de forma puntual sus campañas, en medio de fuertes expectativas de triunfo y de propuestas incluyentes, impregnadas de promesas para los sectores más desprotegidos.
Pese a ser sólo el inicio de la campaña, todos mostraron el músculo y como en una lucha de vencidas evaluaron sus fuerzas y sus reales posibilidades de éxito, en elección que se antoja sumamente competida y disputada.
Todos prometieron respetarse y no recurrir a la denostación y la diatriba, como una forma de llevar su propuesta a la gente y ganar su atención, la cual deberá traducirse en el voto a favor y la posterior victoria electoral.
Pero eso es sólo una promesa, pues es seguro que conforme los días y las semanas transcurran, lo intenso de las labores de promoción ocasionarán que se presenten los “balconeos” y las observaciones, incluso a la vida privada de los candidatos.
Todos ellos han prometido una campaña de altura, llena de propuestas y basada en la detección de las principales necesidades de la población, aunque el desánimo y el escepticismo ha hecho presa a miles de ciudadanos que han dejado de confiar en los partidos políticos y en quienes los conforman.
El primero en lanzar “un dardo envenenado” fue Roberto Loya, quien cuestionó con qué cara se van a presentar tanto Edgar Castro como Ruth Lugo ante los comerciantes del Mercado Hidalgo, quienes fueron seriamente perjudicados por el nuevo reglamento en materia de comercio que aprobaron regidores del PAN y PRI, en el Ayuntamiento.
Independientemente de todas las posiciones asumidas, la verdadera prueba inicia este lunes, con el trabajo de campo en callejones, barrios, colonias y comunidades, para convencer al electorado de su proyecto de gobierno.

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