El vagabundo-ojos de iguana / pasó por aquí & su sudor lo huelen todavía los vientos los dioses-sangre de camello que habitan e iluminan el corazón de estas montañas
               Mario Santiago Papasquiaro. 
 

Lo habías percibido, la ciudad es una ruina, una serie de escombros, una cantina colgada en los labios de una esquina de la urbe. 
Lo has notado, ¿Qué haces aquí? Subes, o quizá bajas, nunca se sabe ¿El infierno está en dónde? Apenas perceptible la sonrisa de un rutero, las casas de cambio, cambian los números de plástico en 16.70 a 17.20 a 14.40 a 19.90 a 16.20 a 16.00 a 15.30 a 17.90 a 0.0, nunca se sabe, las finanzas suben y bajan, los mendigos, vagabundos, migrantes, cholos y marginados crecen, los bancos financieros abren de las 8:30 am a las 14:15 a las 16:15 a las 24hrs, como los cajeros automáticos con cámaras de video grabando las 24 hrs del día, los 365 días del año ¿Quién descansa?
El casino mueve sus dientes podridos, la casa gana, los ludópatas se desplazan como cajas vacías. En las casas de empeño siempre hay una angosta fila de pescados con el anzuelo en la boca.
Cada mañana un puño de estudiantes cruza el puente inventado, lleno de realidades, mezclas, híbridos. Cada mañana, trabajadores recorren el puente para ganar unos cuantos dólares, 16.70 a 17.20 a 14.40 a 19.90 16.20 a 16.00 a 15.30 a 17.90 a 0.0. Mientras otros se dedican a contemplar el desfile, la nostalgia de haber estado al otro lado del puente o del río, observan, cruzan sus brazos, venden dulces, juguetes,  ilusiones o el periódico; un muerto más, alguien ya no va a volver a respirar el aire frío seco, caliente seco, la tierra polvorienta, las grietas de las calles, el olor o sabor de la carne.
Subí la escalera, quizá la baje, un billar invisible recorrió flotando las calles de las avenidas. 
Un perro con manchas en el hocico lengüeteo las manos del delito; y como moscas que incesantemente persiguen la podredumbre humana, los policías transito que recorren toscamente las calles, multan a sus semejantes. El odio, la indiferencia, la represión, el vacío existencial, se reencarna materialmente en los 
uniformes. 
En la noche, todos renuncian a sí mismos, los elementos se bifurcan entre el negro y el blanco. GRIS, una serie tonal casi infinita de grises se hace presente, cenizas en el aire. El puente GRIS, abre la boca.        
 
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