Con fecha 16 de septiembre, se realizó la ceremonia de formalización del ingreso al Salón de la Fama del Béisbol de nuestra ciudad y con ello reconocer las muy valiosas aportaciones que los personajes que han sido distinguidos en distintos ámbitos, ya sea como peloteros o como promotores. Varios de los peloteros y promotores cubrieron una época brillante de los años 60´s en adelante, pero también y con toda justicia, se otorgó el ingreso a dos muy relevantes personajes de los inicios de nuestro béisbol.

En esta entrega, se hace una breve mención a ellos, con el fin de que las generaciones recientes tengan alguna información de sus logros. Me refiero a el “Capi” José García Gutiérrez y a Jesús García López (el “Chisis”), a los que se puede considerar que son los grandes promotores del béisbol en Guanajuato en sus orígenes ya que fueron miembros fundadores del histórico club “Guanajuato” y además integrantes de la novena, el primero como primera base y el segundo como pitcher, tal y como lo cita el line-up siguiente: Ricardo delgado (jardín derecho), Adolfo Labarrieta (tercera base), José García Gutiérrez (primera base y capitán), Octavio Jones (cátcher), Gabriel Bonave( parador en corto), Salvador García (segunda base), José Taméz (jardinero izquierdo), Jesús García López (pitcher) y Emilio Molina( jardinero central)…” El primero de ellos se esforzó por consolidar el proyecto del Club y de promoverlo a nivel regional y nacional.

El segundo, de consolidarlo en el plano nacional al haberlo conducido a participar en las más importantes ligas de aficionados, semi-profesionales y profesionales de la época en la ciudad de México habiendo sido quién dirigió durante varios años al equipo “Guanajuato” que participó en el primer campeonato de la Liga Mexicana de béisbol en 1925 siendo además lanzador. Llegó a ser seleccionado nacional representando a México en los primeros juegos centroamericanos en el año de 1926. Algunas evidencias son las siguientes y que se refiere a citas que aparecen al final: “…Fue en el año del 1925 cuando se inició la Liga Mexicana con seis equipos, aunque la liga terminó solamente con cinco, ante el retiro del “Águila de Veracruz” luego de perder el primer juego. Los equipos fueron los siguientes: el “74 Regimiento” equipo poblano que dirigía Jesús “Matanzas” Valdez (cubano), el “Nacional” de Genaro Casas, “Agraria” de Ernesto Carmona, el “México” de “Gualo” Ampudia,, el “Guanajuato” de Jesús García López, y el “Águila de Veracruz” de Agustín Verde. Luego de su participación en la Liga Mexicana, el “Guanajuato” jugó también en la llamada Liga Nacional que competía con la Liga Mexicana llegando a disputar el campeonato. En el año de 1934, el “Club Guanajuato” celebró sus bodas de plata, y se le consideró en ese momento como el club veterano de la República Mexicana…” Y así mismo: “…El campeonato de primera fuerza de aficionados del Distrito Federal estaba en ebullición, disputándose la copa High Life. En el primer lugar andaba “el Guanajuato” con un récord de 6-1 y 0.856 de porcentaje, seguido del México-Junior con 4-1-1, el Nacional con 5-4, el Williams-Tacubaya con 4-5, el Atlético con 2-3, Luz y Fuerza con 3-6 y el Nacional Financiera con 2-6…”…”La novena del “Guanajuato” era manejada por el señor Jesús García, quién ya tenía cinco años al frente de un equipo que era sucesor de otra novena popular de ese Estado de Guanajuato…”. “…Para el mes de octubre del 1926, se realizaron en México los primeros Juegos Centroamericanos. Solamente participaron Cuba, Guatemala y México. En el equipo nacional, que no tuvo nada de suerte con los cubanos (perdió tres juegos), aparecieron del “Guanajuato” como seleccionados, Jesús García y el “Gato” Aranda…” Fuentes: Periódico donado por Elena Galindo, nieta del “Capi” José García Gutiérrez que contiene notas de Salvador García y Jorge Martínez. Reportajes de Jesús Rubio, comunicólogo de la Universidad Autónoma de Sonora, cronista deportivo autor de la columna “Al Bat”. Reportaje del cronista deportivo Dr. Jaime Cervantes. “El beisbol de los años veintes ¡¡Qué beisbol!!” Libro publicado en 2002 por el cronista deportivo Jorge de La Serna.

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