Mis difuntos lectores, el día de hoy les traigo un libro muy especial con el que me encariñado. Se trata de Pan de muerto de Ana María Vázquez. Es muy evidente que quiero hablar de él gracias a la celebración de nuestros antepasados que se realizó esta semana. Y claro que este libro hace justamente eso, retoma la posibilidad de nuestros muertos; pero de una forma distinta, porque su título se llama “Cuento necrofìlico”.
Para todos aquellos que no sepan qué es un necrófilo, es aquel que disfruta tener sexo con muertos, ya sea que los esqueletos le causen cierta excitación sexual, hasta los recién cadáveres. Claro que hay algunos que también aprecian la idea de los cadáveres putrefactos; pero en este caso se trata de un embalsamador. Qué mejor trabajo si puedes mezclar los negocios y el placer.
El embalsamador se llama Dimas, quien se parece demasiado al personaje bíblico. Éste conoce a Beatriz, la que lo acompañara en este momento de maquillar la verdad ya que la historia se desarrollará en la morgue donde habrá una revelación de por qué Dimas tiene este gusto por los muertos. ¿Cómo llegó esta mujer aquí? Beatriz tuvo un accidente que la dejó en estado catatónico. Y la verdad acerca del amor, la carne, la pasión y, sobre todo, el pasado que comparten ambos. Pues, aunque no se conocían, los dos están destinados a ser próximos. Entre otros temas, la madre ya difunta de Dimas aparece una y otra vez, ya sea para poner los recuerdos, a través de la foto que contempla, o esas voces en su cabeza que le dicen que tiene qué hacer Dimas.
Al final, encontramos una gran revelación que, seguramente, se imaginarán: el momento en el que vemos esta relación totalmente macabra, para lo que hacía normalmente Dimas, pues, como se dijo: es necrofílico. Beatriz se suponía estar muerta, y es un personaje que llegó a esta morgue al igual que en la Divina Comedia: para llevar a un personaje sin esperanzas al paraíso. Beatriz es la que guía a Dante en la última etapa de su viaje de La Divina Comedia y qué mejor que el paraíso, sino este fiesta carnal llena de perversiones. El Paraíso está abajo es la morgue, lo bueno es subterráneo. Es lo muerto.
Si no se sabe mucho de esta autora, podemos ir leyendo un poco más de nuestras tradiciones. Debemos conocer un poco más de estos arreglos contemporáneos que surgen de nuestro folklore, debemos adentrarnos en la cultura mexicana, ya sea por los concursos de catrinas, alatares de muertos, o bien un tapete de aserrín dedicado a la flaca. Mis difuntos lectores, descansen en paz y recuerden que el siguiente año hay que honrar a la muerte con su mexcal con gusano y sus cigarros sin filtro.
Arreboles y cadáveres: Pan de muertos
De Libros y Bibliotecas