En mi colaboración anterior hablé sobre la Anticoncepción Masculina puesto que es un asunto que a la mayoría de las personas suele olvidárseles y por ello, muchas mujeres viven con la presión de “tener que” utilizar métodos anticonceptivos o bien, tanto hombres como mujeres viven con el estrés que provoca la posibilidad de un embarazo no deseado pero al no aceptarlo siguen jugando a “la ruleta rusa” cuando tienen relaciones sexuales alegando que disfrutan y viven al máximo su sexualidad en pareja.
Ahora bien, me pregunto hasta donde disfrutan verdaderamente y hasta donde lo que están es ejerciendo violencia sobre sí mismas y mismos y sobre su pareja. De aquí que se me ocurriera el término de Violencia Reproductiva, el cual busque en internet y no encontré pero que a mí me parece adecuado y adopto para describir los altos niveles de irresponsabilidad que se tienen cuando se tienen relaciones sexuales y se ignora o se deja de lado el hecho de que “todos los seres humanos somos fértiles hasta que se demuestre lo contrario”, frase que por cierto, tampoco he escuchado en otro lado.
Para partir de algo establecido, tenemos los Derechos Sexuales y Reproductivos, uno de ellos es el Derecho a la Libertad Reproductiva o Derecho a la Toma de Decisiones Reproductivas, Libres y Responsables, en cual dice: “como mujer u hombre tengo derecho a decidir, de acuerdo a mis deseos y necesidades, entre tener o no hijos, cuántos, cuándo y con quién, asumiendo la responsabilidad que conlleva esa decisión; así como el derecho al acceso pleno de los métodos de regulación de la fecundidad e información por parte de los servicios de salud”.
A pesar de la gran divulgación que se le han hecho a dichos Derechos, aún prevalece su desconocimiento, su mala interpretación, la ignorancia de lo que implican y hasta el utilizar solo la parte que “es conveniente” e ignorar el resto de la información.
Para describir a lo que me refiero con Violencia Reproductiva, iniciaré por parte de las mujeres: siguen creyendo que un hombre “las va a cuidar”, que él sabe más y conocerá mejor sus ciclos que ella misma; consideran que tener un hijo afianza una relación, retiene a un hombre, será el motivo para contraer matrimonio y que éste será feliz; viven la presión de la obligación de tener que casarse con alguien que no querían; preservan la idea de que sin condón se siente mejor; se niegan a usar métodos anticonceptivos para evitar efectos secundarios como “perder la figura” o acné, o bien, porque aún creen en los mitos sobre ellos; se exponen “por amor” a que un hombre decida sobre su persona, dejan de pensar en ellas, en sus sueños, en sus metas, en sus objetivos de vida y abandonan sus planes personales por una decisión ajena exponiéndose a vivir embarazos no deseados; se exponen a la posibilidad de un aborto inadecuado por falta de recursos y/o miedo a que se enteren, por lo tanto, a las consecuencias que puede conllevar; se exponen a vivir embarazos frustrantes, dolorosos emocionalmente, donde están afectando también al producto; se exponen a la posibilidad de dar en adopción al producto sin considerar si ésta será igual o más dolorosa que haber vivido el embarazo; se exponen a vivir una vida con limitaciones económicas, culturales, de sus talentos; se exponen a tener hijos con el “Síndrome del niño maltratado”; se exponen a quedarse como madres solteras; entre otras situaciones.
Continuará…
Verónica Palomo Martínez.
Medicina General (UAG).
Sexología Educativa / Sexología Clínica o Sexoterapia
Sensibilización y Manejo de Grupos. (Imesex).
E-mail: [email protected]
Violencia reproductiva (Parte I)
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