León.- A los 23 años Luz Graciela se convirtió en mamá por primera vez con la llegada de Anita. Su maternidad no fue como la había soñado, resultó diferente pero no difícil, aunque al inicio lloró mucho.
Fue un proceso doloroso pero no por mí, sino por las personas que te dicen en el hospital “tuvo usted una nena, pero (y ese pero te da pánico)… pero tiene síndrome de Down. Hace 45 años tuve una hija con síndrome de Down, ¿y sabes qué? Mi vida ha sido feliz”.
Compartió que además su hija tuvo hipotiroidismo porque los médicos no le dijeron a tiempo que ella estaba mal de la tiroides y ella creció muy poco.
Luz Graciela Vargas Valdez, de 68 años, recordó pensativa y orgullosa cómo vio crecer a su hija Anita quien está por cumplir 45 años, el 9 de junio, “y 45 años después te puedo decir que el síndrome de Down, no es para tanto”.
Lloré porque no sabía a qué me iba a enfrentar”
Cuando nació me dijeron que las personas como Anita no servían, así me lo dijo la jefa de pediatría del Hospital del ISSSTE en la Ciudad de México, yo no sabía qué era el síndrome de Down y lloré mucho porque no sabía a qué me iba a enfrentar.
Recordó que su familia fue su principal apoyo, platicó que desde hace 36 años ella y su familia se mudaron a León, y como parte de este cambio ella y Anita llegaron a la Asociación Leonesa de Adaptación al Down (ALAD), un proyecto que apenas nacía con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas con esta condición.
Me invitó una amiga, ella fue una de las fundadoras de este lugar y desde entonces estoy aquí. Yo les digo a los papás que el 50% del tratamiento del síndrome de Down es el amor. Cuando tú quieres a tu hijo con esta condición o capacidades diferentes ya llevas el 50% ganado.
Lucha contra discriminación
¿Si me considero una mamá especial? Pues me considero una mamá especial pero porque siempre ando defendiendo a los niños y a los jóvenes con síndrome de Down, ¡a todos!, en eso sí soy muy especial”, dijo esbozando una sonrisa.
También mamá de dos hombres, Rodrigo y Alberto, dijo sentirse tranquila de saber que desde niños sus otros dos hijos aceptan y quieren mucho a su hermana, en este sentido destacó la importancia de la integración familiar de una persona con discapacidad.
Si te tocó el síndrome de Down hay que trabajar con él. Les diría a las mamás que amen mucho a sus hijos porque si Dios se los mandó es porque ellas son madres o familias fuertes que van a ser capaces de salir adelante, si tienen hijos con alguna capacidad diferente ámenlos mucho y edúquenlos”, aconsejó.