Durante esta semana tuvimos la oportunidad de escuchar con atención una puntual y detallada explicación de cómo funciona una plataforma de trámites, de última generación. Llama nuestra atención, especialmente, la parte conceptual. 

Habíamos participado en varias explicaciones de tipo técnico sobre ventajas de ciertos sistemas computacionales, sus procesos y sus beneficios, pero nunca había asistido a  la ilustración pausada y clara, de la parte no técnica, sino conceptual de cada componente. 

En pocas palabras, descubrí la filosofía que hay detrás de la arquitectura de un sistema avanzado de automatización de trámites, para resolver la enorme cauda de problemas que se le presentan al ciudadano en su interacción con los gobiernos.

El sustentante, un experto español en la materia, tuvo la paciencia de ir desgranando explicaciones a un bisoño en cuestiones cibernéticas. 

No se desesperó y aguantó a pie firme las preguntas ingenuas y desarticuladas del oyente, que son necesarias para lograr, al fin, una explicación y entendimiento completo del tema. 

Los sistemas expertos que comienzan a ser utilizados funcionan por medio de diálogos interactivos entre los ciudadanos y un robot. Sí, hay que aprender a comunicarse con una máquina. 

Estos diálogos corresponden a la problemática que tiene el ciudadano para tramitar algún permiso, certificación, licencia, etc. 

Imagínese usted la cantidad de casos diversos, que se contienen en un solo procedimiento. Pueden generarse una gran cantidad de opciones. 

Pues bien, aquí comienza a producirse el milagro. De esos diálogos se infiere la casuística de cada trámite. Cada proceso contiene una casuística diferente, desde una o dos opciones, hasta decenas de ellas. Hay que identificarlas y codificarlas todas.

Una vez reconocida la casuística, ésta debe ser empatada con los procedimientos establecidos para procesar cada caso específico. 
Esto significa implementar el articulado exacto, contenido en acuerdos, decretos, reglamentos, leyes y dispositivos constitucionales, que sustentan cada asunto identificado. 

Cuando se logra esto, ¡zas! Ya se tiene identificada, lo que los abogados llaman la motivación (casuística) y la fundamentación legal.

Queda resuelto, de esa forma, uno de los asuntos más graves de la tramitología: una motivación pertinente, avalada por una fundamentación concordante al caso específico.
Esto resuelve, desde el ámbito jurídico, gran parte de los problemas que enfrenta la administración pública en el día a día. 

Suprime, por supuesto, las fisuras procedimentales que permiten la corrupción, y se da paso a un trabajo de alta calidad y productividad, ya que el robot genera la solicitud del ciudadano, no repudiable, y también la resolución del trámite, bien sustentada jurídicamente. 

¡El edén de la administración pública!

Puede darse el caso de que surja una nueva casuística. La nueva situación se introduce al sistema y éste es capaz de asimilarla y aprenderla para poder aplicarla cuando aparezca de nuevo. 

Estos avanzados sistemas han dejado de operar con formatos para convertir los datos que se introducen en células de conocimiento, transformando así los parámetros tradicionales e introduciendo innovaciones radicales. 

Estamos ante procesos de gestión del conocimiento, capaces de sustituir el trabajo humano, para reencauzarlo a otras áreas administrativas.

Un sistema experto multiplica la productividad, ya que funciona durante 24 horas, los siete días de la semana. 

Hay procesos que pueden ser resueltos instantáneamente. Muchos de estos flujos pueden ser ejecutados desde los Smartphone utilizados cotidianamente. 
Así se conseguirán ciudadanos más satisfechos del gobierno bajo el cual se desarrollan y controlan sus actividades.  

Nos explican que estos métodos digitales, pueden “colgarse” de una nube, esto es, alojarse en algún almacén de datos remoto, sin la necesidad de que las administraciones locales realicen grandes gastos en infraestructura informática. 

Significan ahorros, pero también la posibilidad de que muchos municipios o estados pequeños puedan digitalizar una gran cantidad de trámites, sin realizar grandes gastos, que de otra forma estarían fuera de su presupuesto.

Reflexionemos sobre la consistencia en el avance tecnológico. Con estas nuevas soluciones la modernización de cualquier gobierno estatal o municipal está a la mano. 
Beneficiar al ciudadano, ser más productivos, disponer de personal para otras áreas de la administración, poseer mejores controles y, finalmente, poner coto a una corrupción desbordada, es cuestión de voluntad de nuestros gobernantes.

Las organizaciones ciudadanas deben estar atentas. Entiéndanlo bien y sin rodeos: nuestros políticos: el Gobernador, el Alcalde, los miembros del Ayuntamiento, los funcionarios de primer nivel, que se resisten a la digitalización, y apuesten por continuar los trámites a mano o en arcaicas plataformas, simplemente están aparentando. 

Su apuesta es la conservación de la corrupción en sus gobiernos. No quieren sistemas expertos, porque son expertos en simulación. 

Quieren robar y permitir que roben. Su afán es la corrupción, pero se les están acabando los pretextos. Así estamos.”¿Por qué tanto odio a Andrés Manuel  López Obrador? ¿Será que no es bilingüe, o que exaspera su hablar lento, pausado y que no le gusta salir al extranjero? ¿Acaso, podría ser la trilogía de su misteriosa personalidad de caudillo, sacerdote, o profeta?”

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