Los seres humanos tenemos necesidades espirituales, lo cual nos lleva a desarrollar una serie de creencias que le dan sentido a nuestra vida y a vivir valores que sean una guía hacia la plenitud. La espiritualidad en los católicos nos lleva a tener una relación con Dios que nos ayuda a transformar nuestra vida y a mantener una esperanza ante las adversidades y el sufrimiento.
La asistencia de un sacerdote en nuestro crecimiento espiritual es un apoyo esencial. En casos de la pérdida de un ser querido o momentos de desolación, los sacerdotes han acompañado a millones de dolientes reconfortándoles.
Recuerdo especialmente a un párroco que me ayudó a sobrellevar la muerte de mi padre. Sus palabras precisas fueron un bálsamo oportuno para mi dolor. Un sacerdote puede tocar el corazón humano con respeto y misericordia y tratar con gentileza y suavidad nuestras penas, aceptarte como criatura de Dios con defectos y cualidades y ser luz cuando hay tinieblas.
Es cierto que hemos conocido historias terribles de sacerdotes que no han cumplido con la misión y vocación que debe tener un verdadero pastor al guiar a sus ovejas, y se han aprovechado de su autoridad religiosa para hacer mal uso de su estatus. Han desgarrado vidas y sembrado mucho dolor en sus víctimas.
Los actos de estos malos sacerdotes han ocasionado un gran daño a la Iglesia Católica y han desprestigiado la labor sacerdotal. En realidad las ramas que se quiebran hacen mucho ruido y el silencioso crecer diario de un bosque pasa desapercibido. Con esta frase se puede valorar el trabajo que hacen miles de sacerdotes y que no se encuentra en las noticias ni primeras planas.
La vida de un religioso es de soledad y entrega generosa al servicio de los demás, de quienes tienen necesidades. A través de la historia y en la actualidad muchos curas han sido perseguidos, torturados, asesinados, humillados, pasando privaciones y tratos inhumanos por defender y proteger a feligreses y profesar su fe.
¿Dónde se prepara un presbítero para enfrentar los retos que su misión conlleva? ¿Dónde profundizan sobre sus deberes sacerdotales y su compromiso con Dios?
El seminario es el recinto donde las personas que se sienten llamadas a la vida religiosa pueden reafirmar su vocación y preparase para esta gran misión. Por desgracia, nuestro seminario en Guanajuato ha sufrido estragos del paso del tiempo y afectaciones de raíz que ameritan reparaciones profundas y costosas.
Nuestro anterior arzobispo, D. José Guadalupe Martín Rábago, fue quien tomó la iniciativa y decisión de construir un nuevo seminario para impulsar la Arquidiócesis y tener un espacio digno y adecuado para la preparación y formación de futuros sacerdotes. Este fue un gran legado que con magno esfuerzo logró Don Guadalupe y es ahora nuestro turno de agradecer y reconocer esta obra apoyando la reconstrucción.
Habrá muchas personas generosas que de acuerdo a sus posibilidades puedan apoyar la reconstrucción del seminario. Siempre se puede echar mano de la creatividad e invitar a un grupo de feligreses a organizar algún evento de recaudación. Una rifa, una kermés, un evento artístico, pueden ser algunas ideas de procuración de fondos.
Alguna vez escuché que en el evento de recaudación de la fundación Teletón, aunque son muchas las empresas que dan grandes aportaciones, es la cooperación de la población la más representativa. Como quien dice textualmente, no hay quinto (moneda) malo y pesito a pesito se llena el botecito.
Es necesaria la formación pastoral de los seminaristas para que como futuros sacerdotes desempeñen lo mejor posible la importante tarea que se les confía. Los católicos tenemos la responsabilidad de apoyar la preparación de quienes serán nuestros acompañantes y guías de nuestra vida espiritual. Contacta a tu párroco para hacer una donación o para ver de qué manera puedes ayudar a generar los recursos que se necesitan. Tu seminario te necesita.