Nuestro señor Presidente Municipal, en su informe reciente, tal vez porque le pareció ocioso, no comunicó cómo vamos o debemos organizarnos para alcanzar la seguridad de nuestros bienes y personas.

¿Vecinos vigilantes, mensajes  telefónicos entre los de la cuadra, alarma con campana, timbre sonoro, luces desde las azoteas?. Se nos podrá decir que simplemente llamar al 911, ya que los ciudadanos o moradores leoneses  estamos incapacitados para enfrentar a los malandrines, menos cuando algunos no tenemos en casa más que viejas trancas de puerta antigua y resorteras pasadas de moda.

Pero de que los cacos andan activos no hay duda. Espían a quien va al banco o sale de un super; le roban cuanto pueden. Hurtan aquí, allá y acullá, con la mayor naturalidad. El bandido se apropia de lo que sea sin importarle en ocasiones el valor del objeto. Luego gastan a manos llenas o venden el producto en tiraderos que Mercados y Reglamentos no ven, porque juegan a la “gallinita ciega”. ¿De gratis?.¡Podría ser!.

Para nuestra precaria tranquilidad, desde hace unos meses contamos, bueno lo diré en mejor y correcta forma: cuenta nuestra Ciudad con un nuevo Secretario de Seguridad.

No creemos que sea neófito o poco ilustrado sobre este tema complejo. Apoco trae en su alforja experiencia, academia y ha pasado las pruebas del caso. Sus antecedentes formativos, se supone, lo llevaron al sitial que ahora ocupa. No conozco su currículum vite; pero resultaría lamentable que su selección se haya dado porque una figura  protectora lo jaló hacia arriba. 

Gente sapiente ha de ser, supongamos.

Tal vez por ello cambió ciertos protocolos. Lo digo de esa manera ya que  es el léxico usado en tales  ámbitos y niveles.

Ejemplo de la transformación: anteriormente a las casetas de vigilancia enviaban administrativos que dormitaban a placer, siempre con el radio-comunicadro cerca; por lo que se ofreciera. Cuando algo grave ocurría su función se cifraba en llamar la patrulla que para ese momento  el actor, no le puedo denominar  ladrón porque tendría qué demostrar que lo era, había tomado las de villadiego o sea se había esfumado.

Luego a las casetas enviaron a policías de turno. Hacían rondín, pedían sellos en su bitácora por los negocios que pasaba. Eran más o menos eficientes, aun con unos turnos de veinticuatro horas que nadie aguanta sentado y menos de pie.

Faltó criterio, se careció de método organizacional. Y es que los superiores carecían de formación de donde si nadie da lo que no tiene obvio que la ocurrencia, ya desde entoces,, se imponía. Los patrulleros se daban y dan una “cabeceadita” frente a ciertos negocios que vigilan preferentemente.

Hoy las formas o protocolos cambiaron.Innovar, tal vez piensa el titular de Seguridad y sus asesores, para impresionar.

A las casetas llegan por la mañana los uniformados. A las siete de la tarde una patrulla les pita.Cierran, ¡Labor cumplida allí!. Y a otra cosa mariposa.¿En la noche?.El pueblo bueno se cuida solo.

No conocen esos uniformados los puntos “claves”, porque carecen de información metodológica, que pudieran obtener con los comités de colonos, vecinos afectados o no, pero que ubican los sitios del hampa. Y del hampa “gruesa”, también.

Nada más le cuento al lector, para ilustrarlo, no al Secretario de Seguridad, que los malosos pueden estar por Palo Cuarto, Españita. La Diez de Mayo, en el semáforo de la San Francisco de Asis, por Honorio III. Allí los identifican por sus nombres y apodos. En San Pedrito espían a quienes van a cenar al jardín de San Juan. Piden y si no les dan exigen y amenazan.La gente prefiere “aportar” a que le den , como decimos coloquialmente, “un mal golpe”, como si hubiera buenos golpes. 

En Seguridad debieran tener (tal vez cuentan con ello y lo ignoro), un mapa de la Ciudad muy clarito, con sus puntos rojos, negros, como de alerta. Es la nueva tecnología, que ya llegó. De allí la alarma a los vigías. Apoco mejoraría la seguridad.

¿Hemos de esperar la acción del City Manager, para ver si opera ese método o algo más eficiente?. A propósito del Secretario ejecutivo tal vez ya esté cobrando, aunque no operando. Si fue él quien  indagó quién sería el bueno, para descubrirse a sí mismo, qué de raro sería que firmara con antelación la nómina.

¡Cosas veredes, Sancho amigo, diría don Quijote!.

Digo que si hubiese mapa de alerta de la Ciudad, se conocería que a unos pasos de cierta caseta, en la esquina de Acapulco y Fray Daniel Mireles, hay rufianes que instalan su “despacho”. Tienen horario, especialmente de siete de la noche a las 22 horas. Se pueden describir, pero no es el caso. Uno de ellos lleva guante y allí esgrime una punta que muestra o enseña; el otro muestra como en juego de manos esgrime un desarmador. Piden cooperacha y a quien no les da lo agreden.

La gente suelta algo para no tener mayores problemas; es como la “cuota de paso”.

¿Conoce este drama la Seguridad Municipal?. Creo que lo ignora supuesto que si tuviera un foco rojo ordenaría a los uniformados que caminaran, de vez en cuando, para espantar a los malandros.

Vuelve a inquirir: ante esa realidad ¿qué debemos hacer los de a pie o sea ciudadanos simples?.

Ojalá pronto nos llegue una luz o sea la orientación de la autoridad que debe estar, eso creemos, para proteger al pueblo.
 

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