En los últimos 15 días en lo que trataba otros temas en este espacio, se desató una tormenta por las declaraciones del historiador Pedro Salmerón, entonces director general del Instituto Nacional de Estudios Históricos sobre la Revolución Mexicana (INEHRM). 

Salmerón Sanginés, un veracruzano con licenciatura, maestría y doctorado en historia por la UNAM; autor de varios libros y de decenas de textos académicos, conferencista, en foros y congresos; y de notoria simpatía y predilección por las ideologías de izquierda socialistas, y algunos hasta lo etiquetan como Marxista-Leninista.

Con motivo del aniversario luctuoso de Eugenio Garza Sada, como cada año se organizan diversos homenajes y actos cívicos en su honor en diferentes ámbitos, educativos, políticos y empresariales. 

Específicamente el 17 de septiembre Eugenio Garza Sada fue asesinado en pleno día en las calles de la ciudad de Monterrey, N.L., cuando se dirigía a su trabajo por resistirse a ser secuestrado por miembros de un grupo beligerante de delincuentes con bandera ideológica en contra del gobierno y del sistema político y económico imperante en ese año de 1973 haciéndose llamar “Liga Comunista 23 de Septiembre”.

Resulta que al escribir sobre aquellos hechos, Salmerón se refirió al comando o grupo que emboscó y ultimó a Eugenio Garza Sada al resistirse al plagio como: valientes jóvenes.

Obviamente que Pedro Salmerón sabía perfectamente o al menos pudo prever que ese calificativo de “jóvenes valientes” causaría polémica, pues a la fecha todos se referían al grupo de guerrilleros, delincuentes, asesinos, secuestradores, etcétera y era previsible que al mutar esos calificativos por el de jóvenes valientes causaría gran inconformidad.

Ahora bien, el 22 de septiembre, domingo de lectura de este periódico A.M., en la sección 2, Nacional, se publicó el artículo “Las Obras de Don Eugenio” por otro historiador, éste ya más reconocido que Salmerón, Enrique Krauze y después de hacer una semblanza de Eugenio Garza Sada, una relación de su legado y culminar con la forma de su muerte, ironizó sobre la mención a los “jóvenes valientes” a quienes se había referido Pedro Salmerón como autoridad o funcionario del INEHRM. Sin embargo, ya había sido retirado del cargo el aludido.

Pero también, Krauze, como otros columnistas afines a su preferencia ideológica, agrega que ese crimen fue “con conocimiento del Gobierno que alentaba la discordia”. 

Incluso algunos investigadores y periodistas que tuvieron acceso a los archivos del CISEN, cuando se aperturaron, señalaron algunos informes de los agentes de Gobernación donde mencionaban futuros golpes de esa organización criminal autodenominada “guerrillera”, pero no se precisaba el blanco que pretendían sobre Eugenio Garza, así es que Krauze y quienes lo comentan son inexactos en afirmar que el Gobierno (al mando del Presidente Luis Echeverría Álvarez) tuviera conocimiento exacto de ese ataque, día y hora.

Además, existe incongruencia en esa apreciación por demás sesgada, pues si el Gobierno hubiera alentado esa discordia, entonces no hubiera perseguido tampoco con denuedo a ese grupo, al que terminó aniquilando (léase “La  Guerra Sucia en México”) precisamente en ese sexenio; desarticulando su estructura y apresando a más de quinientos de sus miembros.

Quienes, por cierto, fueron favorecidos por el Decreto de Amnistía del presidente López Portillo, años después, obteniendo su libertad e incorporándose a la vida política, económica, social y cultural de México, donde algunos son prósperos empresarios, profesionistas en distintas ramas y hasta destacados políticos, ya con una situación de franca comodidad y además con un Gobierno Federal afín a sus preferencias.

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