Dando una repasada por nuestra historia, ojeando periódicos, leyendo titulares en redes sociales, viviendo la cotidianidad donde se aspira violencia y temor que asalta a propios con extraños; donde pervive y se mantiene un indiferente hartazgo.
Mirándonos reos de políticos indecentes, de manipuleos sucios en donde lo único que importa es la arrogancia y estar en el poder, guiados por la terquedad y un amor nato a su voz, tipitos que se presuponen sin error y nos hacen pagar un alto costo por su estúpida chulería.
Dicen que se debe a que la nación es olvidadiza y despistada por naturaleza, que nos gusta tropezar una y mil veces con la misma piedra. Dizque nos falta educación, leemos poco, la escuela nos pasó de noche y fácilmente somos sometidos por otros que nos pintan calaveritas y nos llenan el altar con promesas de que todo será más fácil no tendré que esforzar ni jalar mantas; alegan sutiles que bastan unos buenos barriles de cerveza, tortas, sonido y cuetes para dejarnos comprar pues somos bien crédulos e inocentes. Ya no sé, más ya estoy harta de mirar como lucran sin piedad sean de derechas, izquierdas, verdes o pajizos con esa piadosa desmemoria.
¿Tendrá México solución? O será que esa es nuestra forma de vivir, a lo mejor es hora de resignarse, bajar la guardia, dejar de controlar lo incontrolable y que pasé lo que deba de pasar. Ve tú a saber. Escuchar el video donde se burla de la ley la propia secretaria de Gobierno de la Federación me llevo a entender que tan corrupta ella como quien la grabó; escuchar las mañaneras en donde el viejito se contradice y repite en tonos bajos en: mí esta la salvación, vamos bien, denme chance; me dan ganas de llorar y la carcajada me sale al reconocerme parte de esta farsa.
Me peleo con quien no debo y recrimino al amigo que creyó que alguien de veras si podía darle un gran cambio a esta nación que no quiere. Me entristece mirar el silencio de las mayorías cuando se detiene y señala al certero ratero; ese dolor sincero, compasivo cuando dicen: que barbaros si nomás fue un celular, pobre, quizá la obligaban a robar telefonitos; estos desgraciados se pasan. Observar a la ladrona en cuestión cotorrear con las mismas y cuatas autoridades, es una burla.
Denunciar en lo alto al responsable de la Sedena cuando él señor seguía órdenes del jefe máximo de la nación y que sea este quien lo balconea de plano no tiene vergüenza, ni gallardía es de verás un triste soplón y bocón. La solución de veras no la tiene López ni su cuarta; ni Diego y sus fiscales; ni cámaras y agremiados; esa ansiada respuesta de paz está solo en mí y en ti. En ti que crees que tirando cuetes, subiéndole a la bocina y robando eres bien fregón y en mí que tolero, en ese nosotros que no existe pues al final tu bronca no es mía y cuando sea mía, no será tuya. Cierra casi el año menos de sesenta días y nada cambia&
*Profundo, honesto y solidario abrazo a don Héctor Cosenza y su familia. Una estrella de Fe los cobija hoy y siempre.