Nadie se salva de la crisis, desaceleración o recesión.
Lo de menos es el nombre: los efectos son contundentes: el sector de la construcción ha bajado cerca de un 10%, con una pérdida de sólo en Guanajuato de 4,000 empleos; los bancos se empiezan a preocupar por la cartera vencida; las exportaciones automotrices a nivel nacional bajaron un 8% entre julio y septiembre (y como dicen los pronósticos deportivos, más lo que se acumule esta semana), aunque el dinero destinado a las exportaciones se ha mantenido constante y en algunos meses, ha sido superior al año pasado.
Por primera vez, la locomotora americana no ha jalado a la mexicana, como ha sucedido en otros momentos de la economía, como después de la crisis de 1994-95.
¿Qué tienen que hacer las empresas? Comenzar por reconocer la realidad de la desaceleración: las ventas van para abajo y se espera que más-, el precio del pasivo deudor aumenta, el gobierno cierra la llave; en una palabra, la economía se detiene.
Es el momento de evitar gastos superfluos o innecesarios; buscar las causas de la desaceleración en cada empresa, que puede ser distinto.
Si se diagnostica la causa, la crisis puede aminorarse. Y pensar con calma; especialmente en los momentos convulsos hay que tener la cabeza clara: si no, comenzaremos a dar órdenes sin ton ni son y aceleraremos el hundimiento del propio barco.
Las empresas como el calzado- que están especialmente dirigidas al mercado nacional es el momento de buscar otros mercados: Estados Unidos y Canadá son el destino ordinario de las exportaciones mexicanas, sin olvidar que México tiene acuerdos de libre comercio con más de 40 países, incluyendo el CPTPP, que facilita a México el acceso a los mercados asiáticos aunque también la competencia asiática se va a notar con mucha más intensidad, mucho más competitiva que la de América del Norte-. Ya se logró ampliar el periodo a los aranceles asiáticos por unos años más, pero eso no va a ser eterno.
De acuerdo a estudios de Dussel, todavía queda oportunidad para el mercado norteamericano para el calzado leonés, que no está suficientemente estudiado. Hay que analizar las oportunidades del mercado sud y centroamericanos, como recomienda el último estudio del sector calzado.
Aunque suene a música trillada, las crisis son también ocasión de oportunidad .aunque no se pueda negar la posibilidad, que asciende al menos a un 33%, de que las empresas del sector que desaparezcan del mercado-, pero según estudios de Improven, al menos un 22% de las empresas salen más fortalecidas de una crisis.
Aquí tiene que ver mucho el factor de liderazgo de los empresarios. Hay que ver a los japoneses: se recuperaron de una Guerra Mundial con bombas atómicas y resucitaron de las cenizas, lo cual ha sucedido en varias ocasiones, la última vez tras su Tsunami, contando sólo con las destrezas directivas de sus empresarios y una mano de obra barata y cualificada.
No es la primera vez que el país cae en crisis: 1982, 1987, 1994 y 2008 son ejemplos de crisis generalizadas a nivel nacional, y si uno observa los sectores que se recuperaron, tuvieron más que ver con la voluntad decidida de sus empresarios y el aumento de la productividad que lograron, que con un destino fatal que las condujera al precipicio.
El problema es que no aprendemos las lecciones tras las crisis, como sí sucedió con los países asiáticos tras el derrumbe de las economías del Este de Asia en 1997.
Hay que crear un comité anticrisis y reunirse con él diariamente, para detectar las verdaderas causas y si las medidas de contención están teniendo efecto: revisar la continuidad del personal, quizá contratar asesoría externa la realidad vista por otros a veces permite un diagnóstico más correcto-, refinanciar pasivos, aumentar las ventas con otro enfoque, revisar la política de compras. Se puede, los números lo dicen: más del 22% de las empresas salen más fortalecidas.
Habría que aprovechar esta crisis sectorial del calzado para intentar en la medida de lo posible-, una transformación del sector: revisar o implantar una política de apoyo del gobierno estatal que puede ser regulatoria, no tiene que ser necesariamente de apoyo económico, cuando él mismo se encuentra sin dinero -, estructurar al sector de forma parecida a los keiretsus japoneses; planear algunas fusiones estratégicas; no limitarse sólo al apoyo importante, pero insuficiente- del papel de clúster que representa la CICEG.
Otros países, otros estados, otras industrias lo han logrado. ¿Por qué no lo va a lograr la industria del calzado guanajuatense? Tiene las armas; de ella depende utilizarlas correctamente.