El próximo lunes 6 de enero se festeja en nuestro país el Día de la Enfermera y Enfermero, hecho que ocurre desde 1931 y que tiene como propósito visibilizar una de las profesiones que tiene mayor reconocimiento y respeto en nuestro país.
A nivel internacional se celebra el 12 de mayo, fecha del aniversario del nacimiento de Florence Nightingale, considerada como la creadora de la enfermería moderna.
Así pues, desde esta columna envío mi más calurosa felicitación a todas las enfermeras y enfermeros de nuestro país, estando cierto que su labor ha sido un factor elemental de la mejora de la salud de las y los mexicanos,
Titulé este editorial como “Nueva Época en Enfermería” pues ha pasado desapercibida una reforma a la Ley General de Salud publicada e1 pasado 29 de noviembre en el Diario Oficial de la Federación que redimensiona el papel que jugarán ahora los profesionales en Enfermería y que cito: Artículo 28 Bis.- Los profesionales que podrán prescribir medicamentos son: “5.
Licenciados en Enfermería, quienes podrán prescribir aquellos medicamentos del Compendio Nacional de Insumos para la Salud que determine la Secretaría de Salud”, y que entró en vigor el pasado primero de enero.
Cabe señalar que desde el 21 de octubre de 2019 el presidente López Obrador presentó a la sociedad el plan nacional de salud en 26 diapositivas. Por un lado, éste aún no ha sido publicado en el Diario Oficial, y por el otro, no se menciona en él a los profesionales de la enfermería.
Así que esperaremos que la Secretaría de Salud pueda aprovechar esta reforma que me parece muy positiva. De hecho, la primera reforma que dio esta función a enfermería la presenté en la 60 legislatura, siendo aprobada y publicada.
Es menester recordar que ha pasado mucho tiempo desde que los recursos humanos de Enfermería se formaban en la cabecera del paciente y merced a la ejecución repetitiva de técnicas que llevaban a destrezas.
Su campo de acción entonces, era amplio y abarcaba hasta el hábitat natural del paciente y la atención que se brindaba al individuo no siempre era del campo exclusivo de la salud.
Conforme nuestro país entró a la era de la seguridad social se hizo necesaria otra preparación más formal de las enfermeras que integró el uso de tecnologías en salud y que respondió al modelo de atención imperante, su ejercicio en esta época se centró mayoritariamente en las instituciones y se diversificó en varios niveles o especialidades según el requerimiento de habilidades concretas.
Para este siglo se exige de la enfermería mayor cualificación en su desempeño y que responda a necesidades de salud tan cambiantes como el mismo entorno social globalizado.
Los retos del sistema de salud son ahora una población con cambios epidemiológicos de grandes contrastes: rezagos en relación a enfermedades infecciosas y el acentuamiento de las enfermedades crónico degenerativas en una población cada vez más longeva y con una compleja realidad agravada por las desigualdades sociales.
Hoy se reconocen diferentes niveles de preparación para los recursos humanos en enfermería: Técnico, Básico, Licenciatura, Especialidades, Maestría y Doctorado en diferentes campos disciplinarios, predominando la salud pública con atención primaría y las áreas de especialidad clínica.
Independientemente del nivel de formación y preparación académica, todos los planes de salud y educativos aluden a “contar con profesionales del sector salud certificados y capacitados y que cuenten con un alto sentido humano y de servicio”.
En consecuencia y conscientes de que es necesario contar con un personal de enfermería con mayor preparación, deberán crearse las condiciones que propicien un impulso progresivo a la certificación de competencias.
Por ello será clave conocer cuáles serán los esfuerzos de las Instituciones Educativas y de Salud, para dirigir las estrategias de planeación y hacer una realidad la gran responsabilidad que implicará la prescripción de medicamentos.
El primer grupo son los miles de licenciadas y licenciados en enfermería actualmente en servicio y el segundo grupo, los futuros profesionales con una lógica de diferentes escenarios de modelos y niveles de atención centrados en las necesidades de la población.
Espero que la cuarta transformación no elimine las Instituciones que han dado resultado en materia de enfermeria como la Comisión Interinstitucional de Enfermería que han visto la acreditación de los programas y la certificación profesional como una estrategia para elevar la calidad del sistema de Educación y Salud, así como un mecanismo de garantía para que la sociedad reciba un cuidado de calidad.
Además existe el reto de cara a los servicios profesionales previstos por los tratados de comercio donde a través del Comité Mexicano para la Práctica Internacional de la Enfermería se tienen avances en los estándares de la educación en enfermería; la acreditación de planes y programas de estudio; el licenciamiento y registro que incluye estándares de la práctica profesional y por último, la certificación de la práctica por especialidad.
Aunque haya desprecio a las instituciones por parte del ejecutivo federal, ya mostrado con la creación reciente de licenciaturas en medicina sin los criterios de calidad y certificación antes señalados, debemos luchar porque si haya instituciones que nos garanticen la homologación de saberes y competencias que continúen definiendo a los profesionales de enfermería como hasta hoy, con el reconocimiento público de su vocación y labor.
Además, los profesionales de la enfermería debieran tener un salario acorde a sus complejas funciones y responsabilidades.
Un especial reconocimiento a Tata, Bujita y Paty Catalina, enfermeras de nuestra bolita por su brillante labor de enfermeras, madres, abuelas y amigas. Un abrazo afectuoso.