Al final de nuestro día, la salud es el único elemento que nos liga a la vida. Fuera de nosotros mismos, el entorno es el que nos prolonga o no el ciclo vital. Somos nosotros mismos los únicos responsables de nuestra salud.
Pero en una cultura como la mexicana, siempre reclamamos a otros sin reconocer la culpa que tenemos nosotros-,la falta de bienestar. Unas veces al gobierno, otras al cielo, pero siempre a los demás.
El entorno, la falta de educación y de ingresos, se traducen en malas prácticas cotidianas de alimentación reflejadas éstas, en enfermedades que saturan el sistema de salud: obesidad, hipertensión, diabetes.
Ha sido una semana complicada para el sistema de salud del País, pues se multiplica la falta de conocimiento de las reglas de operación del recién creado Insabi (Instituto Nacional de Salud para el Bienestar), los usuarios saturan las clínicas y hospitales, se quejan por la falta de atención y el cobro de cuotas y las unidades de salud reportan problemas con las bases de datos de los antes afiliados al Seguro Popular.
El Insabi al igual que el Seguro Popular es en realidad un esquema administrativo, no una institución en sí misma, y que buscará dar servicios universales de salud en el primer y segundo nivel de atención.
Conozco bien el sistema de salud en el estado. Tanto a las instituciones federales como a las estatales, por participar en la formación de numerosos profesionales del sector y haber asesorado a estas instituciones en sus procesos de gestión.
De acuerdo a Indicas (Sistema Nacional de Indicadores de Calidad en Salud) -la herramienta que permite registrar y monitorear indicadores de calidad en las unidades de los servicios de salud-, Guanajuato es uno de los cinco mejores sistemas de salud del país.
Indicas es un sistema integral de medición para el Sistema Nacional de Salud que integra evidencias de mejora de la calidad técnica, calidad percibida y calidad en la gestión, es decir, Guanajuato objetivamente, ha mostrado la eficacia del federalismo en cuestiones de salud.
En un modelo de desarrollo neo-keynesiano como el que implementa el Presidente AMLO y su partido, Morena, el Estado mexicano debe retomar la rectoría de la salud y eliminar los esquemas federalistas que se concretaron desde Ernesto Zedillo y que permiten hoy que los estados puedan administrar su propio sistema de salud.
Pero no es solo lo que se busca en el sector salud, sino también en la obra pública, en la educación, en la vivienda, en el apoyo al campo, en el desarrollo económico y desde luego en lo social.
La 4T (cuarta transformación) busca y es posible que lo logre, volver a centralizar toda la administración de la República en el Presidente.
Son casi 30 años de federalización en México, en donde el modelo de desarrollo “neoliberal” buscó descentralizar la administración federal, para dejarla en los estados y en los municipios, dado que son éstos los que generan la riqueza.
Al nacer el Insabi desaparece el Seguro Popular en todo el país. Es posible que la creación del Insabi funcione en estados donde el sistema de salud no funcionaba. Pero en estados como Aguascalientes, Jalisco, Nuevo León, Querétaro y Guanajuato, que tienen los mejores indicadores de acuerdo a Indicas, puede representar un retroceso regresar a un sistema de salud controlado desde la federación.
El esquema de financiamiento federación-estado es de aproximadamente tres cuartas partes federal y una cuarta parte estatal, pero administrado por los institutos estatales de salud. Es un asunto político muy crítico el que busca la 4T al querer retomar el control centralizado del sector salud en todo el país retomando incluso los hospitales, construidos en este mismo esquema de convenio federación-estado.
La desaparición del Seguro Popular sí era conveniente en algunos estados del sur del país donde los estados han sido ineficientes en la administración y en la atención a los derechohabientes, pero éste no ha sido el caso de Guanajuato.
Allí, ante gobiernos fallidos, es posible que fuera necesario centralizar desde el gobierno federal el servicio. Pero en estados como Guanajuato, donde se opera bien y para todos, representaría un retroceso.
Ojalá que en el caso de estados como el nuestro, donde el sistema de salud es ejemplar, se mantenga la gestión estatal y no la federal; que las unidades de salud reconocidas por sus procesos certificados por el Consejo de Salubridad General, sigan siendo administradas por el estado.
Que la optimización del presupuesto público mantenga los niveles de cobertura y de atención en unidades de excelencia como el Hospital General de León y el Hospital Materno Infantil o el Pediátrico.
Que sea la colaboración federación-estado la que mantenga el buen servicio a la población sin acceso a los servicios de salud, como antes lo hacía el Seguro Popular.
*Director de la Universidad Meridiano, AC