En las últimas semanas, la problemática y el futuro del sector salud en México han sido debate en numerosos espacios sociales y han generado una disputa política enorme entre el gobierno federal y el estatal, entre Morena y el PAN. No es poca cosa. El presupuesto de salud a nivel nacional es el segundo más importante después de la educación.
El Presidente AMLO al desaparecer el Seguro Popular y crear el INSABI (Instituto Nacional de Salud para el Bienestar) pretende lograr la universalidad y la gratuidad de los servicios de salud, pero centralizando y controlando él, el sistema, como ya lo hace hoy, con numerosas esferas de la vida nacional.
Hace casi 30 años que al perder fuerza el modelo neo keynesiano implementado por el PRI y el esquema corporativista que controlaba todos los ámbitos de la vida nacional, inició el federalismo que está planteado en la Constitución, donde los Estados Libres y Soberanos centrados en el Municipio Libre, son los entes fundantes de la Federación y ésta es el articulador solamente. Los gobiernos panistas aceleraron más este proceso y los priistas cedieron paulatinamente a la apertura, perdiendo con ello el poder y el control.
El Presidente AMLO y su partido Morena pretenden nuevamente concentrar en el gobierno central las decisiones y el presupuesto. Pero aquí hay algo básico de entender: la riqueza la generan los Estados, no la Federación.
Por ello, a lo largo de la historia, los pueblos han buscado la independencia de regiones de acuerdo a sus tradiciones, a su identidad y han reclamado disfrutar la riqueza que generan.
Lo mismo Cataluña en España o el pueblo vasco; en México nuestras evidencias con el separatismo del Soconusco y de Yucatán lo muestran.
Las propuestas de crear el Estado de la Laguna o el Regio nos reflejan iniciativas de autonomía económica, reclamando se devuelvan los impuestos pagados.
Por ello, cada vez será más difícil que las tendencias centralistas se concreten en un País como el nuestro, que, si bien tiene enormes diferencias sociales entre el norte y el sur, se acepte un esquema de distribución de los impuestos federales en una forma inequitativa, donde el norte genere y aporte más riqueza y reciba a cambio, menos participaciones de regreso.
Esta semana el Presidente AMLO lanzó una invitación directa a los 32 estados libres y soberanos para integrarse al INSABI. De inmediato los Estados gobernados por Morena atendieron al llamado y firmaron el convenio y los que gobierna la oposición analizan si participan o no.
El sistema de salud tiene enormes diferencias en todo el País; claramente Estados como Jalisco, Nuevo León, Aguascalientes, Querétaro y Guanajuato, tenemos los mejores indicadores de gestión y de resultados, por un ejercicio responsable del presupuesto. Esto ha sido el resultado de la colaboración federación-estado y se refleja en indicadores de excelencia.
El Presidente AMLO pretende que estos Estados entreguemos el sistema de salud, incluidos nuestros hospitales, a la federación. Imposible. Sería regresar 30 años atrás en que el centralismo del PRI provocó el colapso de la administración pública.
De allí que el Gobernador de Guanajuato haya reiterado que “no entregaremos nuestros hospitales” a la federación.
Los hospitales de Guanajuato son nuestros. Tanto el presupuesto federal como el estatal son resultado de los impuestos de nuestro trabajo. Esquemas en educación, infraestructura y desarrollo social tienen décadas de participación federal-estatal, pero conducidos por el estado. Este es el enfoque del federalismo.
Las universidades tecnológicas, las politécnicas, los institutos tecnológicos descentralizados, operan así exitosamente. Solo que cuando el gobierno federal pretende intervenir, controlar, la historia moderna ha mostrado que “la carreta se descompone”.
Guanajuato tiene 15 días para responder al ultimátum del Presidente. Podríamos recibir una parte de nuestros impuestos que sean regresados, pero estaríamos fuera de los programas extraordinarios de inversión que dará el gobierno federal.
Podemos tapar una parte del dinero que no nos devolvería la federación con aportaciones extras de los impuestos locales, pero por poco tiempo. Cuando el Gobierno federal nos quitó el subsidio a la UTL (Universidad Tecnológica de León) por abrir programas de licenciatura (que ahora ya gozan todas las instituciones del País), fuimos castigados con retirarnos un año el subsidio federal y resistimos estoicamente con solo la aportación estatal.
Por eso no es fácil la decisión que deberá tomar el estado libre y soberano de Guanajuato para firmar o no el convenio con la federación, y con ello, entregar o no, nuestros hospitales al gobierno federal.
Pensando primero en el derechohabiente y conociendo los estándares de calidad que ofrece el sistema estatal en su conjunto, mal haríamos en entregar las unidades de salud a la federación, pues se afectaría el servicio. Lo deseable es que se acordaran reglas de operación que respetaran la gestión estatal del sistema y en el estricto federalismo, la federación nos entregue los recursos que generamos los guanajuatenses para mantener como hasta ahora, la excelencia de los servicios de salud de Guanajuato.
* Director de la Universidad Meridiano, AC