En México son asesinadas un promedio de diez mujeres por día. Ningún sitio parece seguro para las féminas que a diario padecen acoso en todo tipo de lugar. No voy a repetir las cifras del horror en un país que se desangra sin aparente remedio, pero sí debo señalar la nula empatía, la falta de sensibilidad y la indiferencia del presidente, que lo único que ha demostrado es que cualquier tema que le incomode, cualquier acontecimiento que desvíe su narrativa triunfalista no merece espacio y no conforme con ello, responsabiliza a fuerzas oscuras, conservadoras y fifís, de meterle mano a todo aquello que afecte a su gobierno.

Recientemente nos enteramos con espanto del homicidio de Ingrid, desollada por un desquiciado. La imagen del cadáver circuló por todas partes. Poco después vino el caso de la pequeña Fátima, una niña de escasos siete años, raptada y asesinada con sevicia. Ante las preguntas de una reportera en una mañanera, el presidente se mostró esquivo, fastidiado, ¿cómo se atrevían a ignorar el tema de la rifa del avión? ¿cómo se atreven a contradecir los otros datos del mandatario? Si el presidente dice que vivimos en un país feliz feliz hay que creerlo y punto, no hay lugar para el debate.

El Insabi ha nacido con severos problemas, el desabasto de medicinas es latente. Niños con cáncer no reciben el tratamiento, personas con VIH se manifiestan pues no son atendidos, ¿la respuesta gubernamental? “Se trata de un complot de la derecha”. Así de simple y así de rápido el presidente esconde su falta de pericia y nula eficacia para gobernar. “A mí no me estén fregando, la culpa es de otros”.

Los índices de violencia alcanzan un máximo histórico. La Guardia Nacional no alcanza para atender la emergencia nacional y menos aún si más de veinticinco mil de sus elementos están encargados de ser el muro de Trump al sur y al norte de nuestra frontera. Si bien es cierto que el gobierno de Obrador no podía darse el lujo de tener un enfrentamiento directo con el déspota de la Casa Blanca, tampoco resulta digno la posición servil y agachona dispuesta a condescender en absolutamente todo lo que el tirano del norte le exija.

Porque mientras cada mañana el pastor presidente nos da clases de moral y de historia, cercano a él tiene a un personaje impresentable como Manuel Bartlett, cuya fortuna inexplicable fue ignorada por la secretaria de la Función Pública Irma Eréndira Sandoval. Nos enteramos de un desfalco en la Conade encabezado por Ana Guevara, el presidente lo minimiza, ¿no que se acabó la corrupción? ¿no que con el ejemplo basta? ¿no que barrería las escaleras de arriba hacia abajo? ¿dónde están los supuestos quinientos mil millones que por corrupción el país perdía?

Tan apasionado de la historia y el presidente no sabe o acaso omite mencionar que Madero, uno de sus ídolos, criticaba acremente la centralización del poder, esa misma que ahora Obrador quiere concentrar en su persona.

Y de nueva cuenta insisto en que criticar el actual régimen no significa por ningún motivo avalar los desastres del pasado. Pero hay algo importante, los que están gobernando dijeron ser diferentes y han resultado más de lo mismo, ¿por qué? Porque son lo mismo de siempre, pero bajo las siglas de MORENA.

Nada que sorprendernos ante un presidente que contestaba con chistes tontos y argumentaba con simplezas. Esto querían, esto tienen.

Twitter: @gomez_cortina

[email protected]

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *