Denuncio y hago público mi diagnóstico en esta editorial estimados lectores, que el gobierno emanado de Morena, la Secretaría de Salud Federal y su bancada en la Cámara de Diputados padecen el Síndrome de Hibris.
Lo triste de este diagnóstico es que podría costar muchas vidas de mexicanas y mexicanos, lo cual me parece inaceptable.
Me explico: el término hibris es un concepto griego que se traduce en desmesura. El Síndrome de Hibris se caracteriza porque la persona que lo padece es prepotente, tiene ideas fijas preconcebidas y rechaza posturas que no sean afines a sus ideas. Tiene conducta narcisista y ego desmedido.
Según el neurólogo David Owen: “Las presiones y la responsabilidad que conlleva el poder terminan afectando a la mente”.
Por ello, este síndrome lo padecen sujetos que están en el ejercicio del poder y es muy frecuente que se dé en el mundo de la política. Más aún, cuando el poder no está en manos siempre del más capaz, pero quien lo ostenta así lo cree y termina comportándose de manera narcisista y prepotente.
Los que padecen Síndrome de Hibris necesitan de una cura de humildad y realidad, como lo que hoy está ocurriendo con la pandemia del coronavirus.
Si se curan, los siguientes signos y síntomas de la enfermedad podrían desaparecer: Preocupación exagerada de su imagen para preocuparse ahora de los potenciales enfermos; del sentimiento de superioridad y desaire por los demás a la acción de la escucha activa de los profesionales de la salud en todos los niveles; de la constante impaciencia y alejamiento de la realidad a la búsqueda de la evidencia y las experiencias exitosas en otros países.
Ahora, ¿porqué podría costar muchas vidas? El día de ayer, después de dos meses con Síndrome de Hibris y que desde el púlpito del poder decían “estábamos preparados” “tengan confianza” “qué coronavirus ni qué ocho cuartos”, la realidad se impuso por primera vez.
En voz del director general del Centro de Programas Preventivos y Control de Enfermedades, Dr. Ruy López Ridaura, reconocieron que no existen reservas estratégicas suficientes para enfrentar la pandemia del Coronavirus. Incluso detalló que faltaba lo que yo he denunciado reiteradamente en esta columna, en el Congreso y en los medios nacionales.
Dijo que “es muy poco lo que tiene ahora” y que la reserva estratégica requiere de cubrebocas de tipo quirúrgico, mascarillas, bandas y caretas para la protección del personal médico, reactivos para las pruebas de detección de COVID-19, ventiladores y monitores para terapia intensiva, además de alcohol-gel, jabón y otros productos de higiene.
Agrego una lista de más de un centenar de medicamentos e insumos de la salud que se necesitan ante la crisis ya conocida de medicamentos, insumos y mantenimiento de equipos, que me han enviado especialistas en medicina interna, infectología y terapia intensiva de unidades de alta especialidad.
Ya aceptaron que se necesitarán recursos adicionales presupuestales para que de llegar a la fase tres de la epidemia y su estimado de 300 mil pacientes que necesitarán hospitalización -miles de ellos terapia intensiva- completar la reserva estratégica.
Dicen que lo que tienen no llegaría a cubrir ni el 5% de los pacientes enfermos en este escenario.
¿Usted quisiera estimado lector o lectora que algún familiar suyo fuera del 95 % de los pacientes que no alcanzarían a ser tratados con lo mejor hoy conocido? Yo no.
Los hechos publicados en un artículo científico esta semana proveniente de China nos dan la siguiente lección de humildad y realidad:
A medida que se desarrolla la pandemia, se hace evidente un hecho: hay una grave escasez de suministros médicos de emergencia, y especialmente una escasez extrema de equipos de protección personal, como máscaras y ropa de protección médica. Este es uno de los principales factores que afectan el progreso de la prevención y el control de epidemias”.
Este jueves presentamos una iniciativa para crear un Fondo para la Atención de Emergencias Epidemiológicas con al menos 25 mil millones de pesos para este año y que tiene el consenso de muchos legisladores.
El Coordinador de Morena presentó una iniciativa ligada a bajar el superávit primario del presupuesto y que traduce en términos llanos no querer asumir la responsabilidad de dar recursos ya.
Mientras el mundo se apresta a enfrentar la pandemia, el Banco Mundial pone a disposición financiamiento de hasta 12 mil millones de dólares para atender la pandemia; el Senado de Estados Unidos ante la emergencia en los Ángeles autoriza ocho mil 300 millones de dólares.
En México, el Síndrome de Hibris hace que la Secretaría de Salud rechace la oferta de 1.5 mil millones de dólares porque “No se necesita”. Ya rectificaron.
El Síndrome de Hibris aún persiste, habiendo señalado un funcionario de salud que el “Fondo de Reserva Estratégico” publicado en el DOF en julio del 2013 fue “desfondado el sexenio pasado”.
La dosis de realidad es que tomaron el gobierno desde julio de hace dos años, es materia de Seguridad Nacional y es obvio que han sido negligentes y deben estar más atentos.
La pandemia avanza y no debemos permanecer en la inacción.
Deseo que Morena y sus aliados permitan iniciemos ya la discusión de las iniciativas; que la Secretaría de Hacienda apruebe el recurso y que su Oficial Mayor haya aprendido a comprar y por último, que haya disponibilidad en el mercado nacional e internacional de los insumos que hoy están más que escasos.
También van mis oraciones para que podamos contener a niveles locales esta pandemia mundial.