¿Qué sería de un mundo sin mujeres? Faltaría algo y faltaría todo. Sería como la nada, el vacío, la vacuidad& La mujer es la esencia del ser, aquello invisible que encierra las formas, esperando a que otra alma vea lo invisible y lo descubra& “No existe fealdad en un rostro cuyos rasgos expresan la posibilidad de la pasión y la imposibilidad de la mentira, y hay en toda esta angustia por lograr la belleza un deseo de negar la muerte,” dice Nietzsche.
El 9 de marzo, un día después de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, miles de mujeres detendrán sus actividades habituales para hacerse presentes mediante la ausencia y mostrar así su repudio al incremento de la “violencia de género.” Se trata de una violencia que afecta a las mujeres por el mero hecho de serlo. Constituye un atentado contra la integridad, la dignidad y la libertad de ellas, independientemente del ámbito en el que se produzca.
“Un país sin mujeres, por un día, no será una protesta en contra del Gobierno& es en contra del Estado, el statu quo, la sociedad civil, contra los hombres que acosan, violan y matan; pero, también en contra de los hombres buenos que se quedan cruzados de brazos. Tenemos la esperanza de que la protesta haga un punto de inflexión en la historia moderna de México,” dicen las organizadoras.
La violencia de género se convirtió en una abominable pandemia: “El feminicidio.” En México, durante los dos primeros meses del 2020, un total de 248 mujeres fueron asesinadas en esta modalidad. Este delito se ha incrementado en un 137.5%, según cifras oficiales. Pero, ¿qué es el feminicidio? Es un crimen de odio de género, asesinar a la mujer por el hecho de ser mujer.
Algunos especialistas en la materia consideran que la “violencia de género” es un fenómeno con mucho arraigo, porque ahonda en la cultura del machismo que, incluso hasta hace poco, era considerado un asunto familiar que no debía trascender. Esto se traduce en una situación de subordinación de la mujer, respecto al poder, históricamente asimétrico, del hombre, que, a través de la violencia, impone su dominio.
En el Laberinto de la Soledad, sobre la expresión tan mexicana: “¡Viva México, hijos de la Chingada!”, Paz se pregunta y responde, “¿Quién es la Chingada? Ante todo, es la Madre”. La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la maternidad, como la sufrida madre mexicana que fue violada por los conquistadores y sigue siendo violada por los machos& “Chingar es hacer violencia sobre otro”, y el macho quiere ser un “chingón.”
La cultura occidental, impregnada de la visión religiosa de San Agustín, misógina y machista, ha visto a la mujer durante siglos por abajo del hombro, la relega y la ve como origen de muchos males del hombre. De hecho, afirma que “deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los varones.” En otra de sus citas dice: “Es Eva, la tentadora, de quien debemos cuidarnos en toda mujer& ¡Qué machismo el de este santo varón!
Pero, ¿qué pueden esperar las mujeres sumisas, sencillas y abnegadas, sin recursos? A menudo, éstas son víctimas del machismo de sus maridos que las maltratan, las menosprecian y las violan; y, por desgracia, al acudir aturdidas por el dolor a buscar apoyo con el cura de la parroquia, reciben una respuesta más machista que el trato del machín de su marido: “Resígnate hija, esa es la cruz que te tocó cargar”. Recordemos al cardenal emérito de Guadalajara, Sandoval Iñiguez, un vulgar macho, decir que: “Las mujeres, con falda corta, se suben al coche con cualquiera, por eso las matan.”
La mujer tiene siglos peleando por su emancipación y la igualdad de género; y, tal vez, sin saberlo, el arte ha sido un vehículo poderoso para iniciar ese largo camino hacia la libertad, que no acaba de terminar. En la Olympia de Manet se puede apreciar la recámara de una deseosa prostituta, un desnudo absoluto sin disimulos, que dice adiós al velo de la hipocresía, siempre ocultada. Así, el desnudo femenino accede al rango de excelencia; Goya enfrenta a la Inquisición desnudando en su pintura a la amante del amante de la reina.
Debe recordarse que la violencia es una actitud, de relación aprendida, no es innata; porque, si fuera así, todas las personas serían violentas o todas las personas ejercerían la violencia de la misma manera y en el mismo grado; sin embargo, por lo general se habla, negocia, se trata de comprender el punto de vista de la otra persona y finalmente se llega a un acuerdo.
Para corregir tantos siglos de influencia oscurantista, es condición sine qua non recibir una educación liberadora, desde la base, en la casa y en la escuela, sustentada en ideas, que no en creencias, que erradiquen el asfixiante pensamiento religioso de valores misóginos, para poder eliminar este estigma. Educar a los niños y niñas, desde las edades más tempranas, en una cultura centrada en el respeto e igualdad de derechos a la mujer, reconociendo su diferencia biológica.
También, es importante hacer notar que en México, ya desde 1922, ha habido hombres adalides de la emancipación y respeto por la mujer, como el gobernador de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto. En su momento, pugnó por la igualdad de género, mandó quitar los letreros, “solo para hombres”, como en cantinas, prostíbulos y palenques. Distribuyó en el estado folletos sobre el control de la natalidad, reconociendo la libertad de conciencia de la mujer para decidir sobre su cuerpo: si debía continuar, o no, con su embarazo& permitió el voto femenino, cuando en el resto del país estaba vetado. Las iniciativas del gobernador, ocasionaron que los sectores conservadores intentaran acusarlo penalmente o, por lo menos, de “irresponsable&”
¡Recuerden! “Un día sin mujeres,” también significa una protesta ante los hombres buenos que se quedan cruzados de brazos. Si los hombres fueran los violados, ¿qué harían? ¿Por lo menos serían solidarios con los de su mismo género?