En la toma de protesta de AMLO como Presidente de México, pronunció un discurso bastante alentador para un amplio sector de personas vulnerables, en relación a un sistema de apoyos económicos para millones de jóvenes y ancianos.

Todo esto es de aplaudirse, pero también es verdad que la realidad rebasa los buenos deseos; y, no es tan sencillo mantener y dar sustentabilidad a estas acciones sociales, en medio de las dificultades económicas que se atisban en el entorno nacional, e internacional.

No es suficiente con que un gobierno no sea corrupto y ayude a los marginados, ¡qué bueno que esto suceda! Pero, para hacer que un país avance, se desarrolle y haya bienestar, se requieren recursos económicos y capitales; y, para que estos fluyan, es condición sine qua non la confianza en las instituciones y el Gobierno, de parte de los inversionistas. 

De esta manera, las inversiones productivas generarían empleos y así habría crecimiento económico que fortalezca los programas sociales y la redistribución del ingreso, aportando bienestar.

Actualmente, de manera súbita y paralela se presentan dos eventos mundiales que ensombrecen las economías y los mercados de capitales: Una pandemia, el Coronavirus, y una fuerte caída en los precios internacionales del petróleo.

Los orígenes de estas amenazas para las economías tienen su epicentro muy lejos de México, en China y en el Medio Oriente. Pero, el mundo está globalizado, nuestro país es un engrane más de la pesada maquinaria de las cadenas productivas del orbe. Todos los países son vasos comunicantes de la economía, de los capitales, o de las pandemias, aunque también de la ciencia y la tecnología. Imposible para México permanecer ajeno o aislado.

Pero, todo esto fue el pretexto ideal para que los grandes capitales a nivel mundial huyeran de los mercados de capitales, buscando un “flight to quality” a bonos del Tesoro, con exiguas tasas, pero libres de riesgo. 

Lo que en realidad les espanta a los capitales es el fantasma de la recesión mundial, un fantasma que merodea desde hace tiempo. Los expertos consideran que el ciclo económico de expansión ya se agotó, fue demasiado largo, desde el 2009. 

Ahora, es más clara la razón por la cual la FED bajó agresivamente su tasa de referencia en 50 puntos base& le preocupa una posible recesión mundial, el fantasma que está detrás de todos estos temores económicos y financieros.

Pero, los mexicanos no deberían de estar tan asustados con la baja del petróleo y el Coronavirus, pues estos episodios ya son conocidos en México. 

En relación a los virus, existen desde antes que existiera la humanidad. Como ejemplo: El Sarampión, mató a 200 millones de gentes; y, qué decir de la Gripe Española, de 1918, que aniquilo a más de 100 millones de personas, el 6% de la población mundial; El VIH, que ha aniquilado a 25 millones, o la influenza, de la que mueren entre 290,000 y 600,00 anualmente en el mundo, según datos de la OMS. 

Hablando del Coronavirus, en China van 2,400 muertos, en tres meses y medio. Los muertos en México por asesinato, tan solo en enero, fueron 2,892&

Y, qué decir de las múltiples devaluaciones, crisis económicas y financieras, por las que el país y los mexicanos han transitado. México y los mexicanos saben navegar en aguas broncas, siempre han salido de esas debacles con mayor fortaleza y aprendizaje. Es conveniente observar que la situación de México es muy diferente a lo que se ha vivido en el pasado. 

Los bancos están sanos y muy bien capitalizados; no hay vencimientos próximos de la deuda pública y tiene condiciones muy manejables; las reservas del Banco de México son de 190,000 millones de dólares; la inflación está controlada y la tasa activa de interés es razonable. 

También, existe una amplia línea de crédito en dólares disponible para México; el Gobierno federal se ha manejado con austeridad y disciplina fiscal, además existen algunas coberturas de riesgo…entre otros.

Pero, contrastemos y comparemos lo que sucedía cuando la caída de los precios del petróleo cuando era presidente López Portillo y su gobierno de deshonestidad y excesos: La deuda pública subió desde 20,000 millones a 60,000 millones de dólares; el precio del petróleo cayó a cuatro dólares por barril, se solicitaron más préstamos externos con el fin de “frenar la fuga de capitales y cubrir el servicio de la deuda externa a corto plazo”. 

Las consecuencias fueron fatales, el dólar duplicó su valor ante el peso y se nacionalizó la Banca.

De la Madrid recibió de manos de López Portillo un país en recesión económica y una banca nacionalizada. En su primer discurso a la nación, en 1982, anunció un plan de austeridad para sacar a México de una de las crisis económicas más severas en la Historia. Los intereses bancarios, la inflación y el dólar, se fueron por las nubes. 

El ex presidente Carlos Salinas de Gortari acusó a Ernesto Zedillo de “filtrar” información confidencial acerca de la devaluación de 1995 a empresarios, lo que provocó fuga de capitales y la pérdida total de las reservas internacionales, lo que desembocó en una crisis de insolvencia financiera.

También, el presidente Felipe Calderón no fue ajeno a las crisis: La peor crisis de la Historia del mundo dio su estallido el 15 de septiembre del 2008, cuando el banco de inversión Lehman Brothers se declaró en bancarrota. A partir de ese momento, Estados Unidos colapsó y luego le siguieron el resto de las economías del mundo, fue una quiebra financiera de los bancos y la economía. 

Pero, no alcanzaría el espacio aquí para nombrar y relatar todas las crisis que México ha sorteado en los en los últimos cincuenta años.

Lo que es muy importante subrayar, es evitar sobredimensionar los problemas.

Actualmente, México y los mexicanos están mejor preparados para enfrentar eventualidades que en el pasado. Es importante recordar que el miedo paraliza. 

Freud advierte que el miedo penetra como la humedad y se apodera de nosotros, transformándose en una pesada y agobiante carga que asfixia e impide moverse.

En la actualidad, la economía mexicana enfrentará nuevos retos& De nueva cuenta, las autoridades financieras y hacendarias estarán diseñando estrategias para hacer lo suyo. Pero, también los ciudadanos tienen que hacer su parte.

Para avanzar con éxito, es condición que se dé una tregua entre actores políticos y económicos, sociedad y gobierno. Las campañas políticas ya quedaron atrás, en este momento no hay cabida para las politiquerías, ideologías y rumorologías, que tanto daño hacen. 

¡Levantemos la mirada y caminemos juntos, las calamidades son choques transitorios que nos tocará vivir y superar con éxito!

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