Celaya.- El celayense Marco Mascorro, usa su conocimiento, experiencia e ingenio para tratar de ayudar en uno de los problemas más grandes al que se enfrentan los médicos que combaten el Covid-19 en todo el mundo; la falta de ventiladores mecánicos.
Marco es un joven científico y empresario radicado en Silicon Valley donde fundó “Fellow Robots”, una empresa que crea robots que te ayudan a comprar dentro de tiendas como Lowe”s.
Mascorro comenzó a escuchar que no había ventiladores y lo que ocasionaba no tenerlos. Lo asombró un chat de Whatsapp que se hizo público en internet, donde un médico italiano cuenta a lo que se estaban enfrentado.
“Dejamos de intubar a las personas de más de 60 años, los dejamos morir 30 por ciento de los pacientes tienen entre 30 y 60 años, no tenemos ventiladores para los pacientes, hay 600 intubados en Milán, se nos ha preguntado quién tiene más opciones de sobrevivir y dejar morir a los que no.
“Cincuenta pacientes por noche requieren intubación en un hospital, los enfermos responden a la intubación, pero desafortunadamente no podemos intubar 3 millones de personas”, dice una parte de la conversación.
El médico italiano continúa contando que los quirófanos de los hospitales fueron transformados en unidades de cuidados intensivos, detuvieron las cirugías y las intervenciones en infartos.
“Estamos en guerra, todos los días, vivimos en el hospital tratando de parar este “tsunami”, pero sigue creciendo, fuimos llamados por el gobierno y luchamos en la primera línea de combate con la convicción de que haremos lo que sea para detener el desastre”, escribió el médico.
Luego un amigo que es médico en México, donde vive la mayoría de los familiares de Marco, le contó que no hay ventiladores suficientes para pacientes regulares, mucho menos si la epidemia del Covid-19 satura los hospitales.
Por eso Marco decidió dedicarse de tiempo completo a tratar de ayudar a los médicos de cualquier parte para que tengan más ventiladores mecánicos disponibles y a un muy bajo costo.
Empecé a ver cómo eran, cómo funcionaban, son muy caros, cuestan entre 20 mil y 30 mil dólares lo malo ahora es que no hay suficientes en stock, ni se pueden comprar tan fácil”, cuenta Mascorro.
En sus redes sociales ya subió fotos y videos de su prototipo ya terminado, el que le llevó cerca de cinco días completos de trabajo y le costó solo 400 dólares, comprando las partes necesarias en Amazon.
Sigo trabajando en el diseño, pero lo básico ya funciona, la idea es que pueda ser ensamblado con partes ya existentes, con parte de coche, camiones, etc., porque hay ya una cadena de suministros existente”, cuenta Marco.
En Youtube Marco ya subió un video en el que explica cómo funciona su prototipo, en el aclara que su prototipo no está aprobado por las autoridades sanitarias (FDA en Estados Unidos), pero pondrá a disposición del público documentos para que cualquiera pueda armarlo y utilizarlo sin ningún costo.
He hablado ya con algunas personas del sector salud (en Estados Unidos), aparentemente hay varias iniciativas gobiernos de todo el mundo para obtener ventiladores, yo sigo trabajando en el diseño y en cuanto pueda subiré los documentos necesarios para su desarrollo a medium.com (un servicio de publicación de blogs)”, finalizó Marco.
No es la primera vez
Marco nació en Querétaro, pero se considera celayense pues aquí cursó sus primeros años de escuela hasta la preparatoria en el Colegio Marista, luego estudió Ingeniería en Mecatrónica en el Tecnológico de Monterrey en San Luis Potosí, donde vive la mayoría de su familia y de ahí comenzó a viajar por el mundo, estudiando y trabajando.
Estuvo en la Universidad de Kanasawa y también la ciudad en Kosaka donde desarrolló una silla de ruedas autónoma y controlada por voz para cuadripléjicos.
Estando en Japón ocurrió el terremoto en 2011, y ante la necesidad que existía de entrar en las plantas nucleares para ver los niveles de radiación, desarrolló un robot humanoide semiautónomo que entrara a la planta nuclear y tomara niveles de radiación y los mandara a una base de control.
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Marco Mascorro, sin miedo al fracaso
