Culturalmente partimos de la premisa de que las relaciones de pareja tienen que durar toda la vida, pero, la realidad nos confronta.

Afirmar que lo “mejor” es que la relación de pareja debe ser para toda la vida, puede ser tan equivocado como afirmar lo contrario. Lo cierto es que no hay ninguna regla y nadie puede pretender tener la certeza al respecto, los seres humanos somos tan diversos y cambiantes, como los son nuestros intereses y aspiraciones en la vida.

Empecemos por observar la realidad: es un hecho que muchas personas construyen una relación y después la terminan, ¿el motivo, causa o razón?, porque ya no la están pasando bien, dejaron de ser felices; después de sucesivas crisis y desencuentros, en algún momento hay una evaluación personal en donde se concluye que estar sin pareja es mejor que tenerla, aunque, por razones emocionales, familiares, culturales y religiosas, seguimos en el proyecto, que cada día nos ahoga más. Es en ese punto, y de preferencia antes, que debemos considerar que es momento de separarse; cualquier otra opción es necedad; normalmente de carácter emocional. Si antes de separarse hay que hacer un esfuerzo, este debe ser antes del hartazgo, de manera conjunta y surgido del diálogo y el mutuo interés de seguir juntos, lo que implica un escrutinio de la relación para saber si los motivos de infelicidad son determinantes o no, para llegar a la conclusión razonada de continuar o cortar por lo sano; no hacerlo, solo extiende por más tiempo el periodo de infelicidad, y de haber hijos, se les lastima al tenerlos en medio de los conflictos de mamá y papá.

Finalmente lo que todos buscamos es ser felices, con ello en mente, una relación de pareja o el inicio de una relación, debe tener como premisa que la vida en pareja es mejor que sin pareja. Una relación sana debe ser algo que aporta calidad de vida; luego entonces, cuando esto deja de ser así, porque existe un desgaste a través del tiempo o porque cambiamos y ya no somos el uno para el otro, no hay razón para seguir juntos.

En general, observamos tres errores que perpetuan una relación disfuncional: el primero, permitir que los sentimientos y dependencias nos hagan actuar en contra nuestra; el segundo, permitir que el condicionamiento cultural (historia, costumbres, familia, sociedad o religión) determine nuestro actuar, al aceptarlo como “deber ser” sin un análisis inteligente; y el tercero, al comprometernos con cosas que van en contra de nuestra naturaleza personal o que simplemente no estamos en capacidad de cumplir porque al comprometernos no conocemos el futuro& el más común es, partir de la premisa de que nuestra relación tiene que durar “hasta que la muerte nos separe”.

Hay parejas temporales que son lindas experiencias que merecen ser vividas, al margen de la duración. Al igual que hay mariposas que viven su ciclo de vida en 24 horas, hay relaciones que nos nutren y nos llenan de la alegría de vivir que pueden ser de una noche o de seis meses; el punto es que la vida en pareja puede ser temporal o permanente, eso no importa, lo importante es que nos aporte calidad de vida y experiencia; y el tiempo& el tiempo es lo de menos& Así de sencillo.

Recuerda, si quieres que atendamos una situación en particular, escríbenos a: [email protected]

Un saludo, una reflexión

Escritores y soñadores

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *