Más que dañar la salud, el vitiligo tiene una gran repercusión psicosocial en quienes lo padecen, ya que la aparición de manchas claras en la piel puede perjudicar la autoestima, generar complejos, incluso aislamiento social.
A nivel mundial entre el 1 y el 4% de la población padece vitiligo, cuya principal característica es la despigmentación de la piel, la cual se manifiesta con máculas más claras de lo normal en distintas zonas del cuerpo.
Las áreas comúnmente afectadas son cara, cuello, ojos, fosas nasales, axilas, ingles, manos, pies, brazos, dedos, labios, ombligo, pezones y genitales.
La despigmentación surge a consecuencia de la desaparición de los melanocitos encargados de producir melanina, sustancia responsable del color de piel, pelo y ojos.
Coloquialmente se le ha referido como mal del pinto, pero es distinto. La pinta es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Treponema carateum, mientras que el vitiligo es un padecimiento del que aún no se conocen sus causas con exactitud.
“Algunas personas reportan pérdida del pigmento poco tiempo después de sufrir estrés emocional o daños físicos como el ocasionado por una quemadura solar”, indica Jorge Ocampo Candiani, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario.
“Aproximadamente la mitad de los pacientes notan algo de pérdida de pigmento antes de cumplir 20 años, y alrededor del 30% de los enfermos refieren tener otro miembro de la familia con vitiligo”.
Sin embargo, puede aparecer a cualquier edad, manifestarse tanto en hombres como mujeres y afectar cualquier tipo de piel, siendo más notorio en la tez morena.
“Aunque la mayoría de los pacientes con vitiligo posee buena salud, tienen un riesgo levemente mayor que el resto de las personas de padecer hipertiroidismo o hipotiroidismo (aumento o disminución de la función tiroidea), anemia perniciosa (deficiencia de vitamina B12), enfermedad de Addison (disminución de la función de la glándula adrenal) y alopecia areata (áreas circunscritas de pérdida de cabello)”, señala el dermatólogo.

Causas
Actualmente existen varias teorías para explicar el origen del vitiligo.
La teoría neurógena indica que un funcionamiento anormal de las células del tejido nervioso daña los melanocitos.
La teoría autoinmune habla sobre cómo las propias células de defensa del organismo (linfocitos) desconocen a los melanocitos y los destruyen. Y la teoría de autodestrucción describe a las células productoras de pigmento como autodestructivas o autotóxicas, es decir, los melanocitos se destruyen a sí mismos al formar sustancias tóxicas.
También existe el componente familiar, ya que la enfermedad puede transmitirse en forma de herencia autosómica dominante o recesiva.
“Se ha propuesto un componente genético multifactorial que predispone a ciertos individuos a desarrollar vitiligo, el cual sería también responsable de la compleja presentación clínica de la enfermedad”, explica el dermatólogo Jorge Ocampo Candiani.
Por su parte, la dermatóloga Minerva Gómez Flores, agrega que el estrés, el miedo, la angustia, el susto y la depresión también son factores desencadenantes.
“Cuando un paciente sufre cierta situación psicológica o emocional puede aparecer el vitiligo. Existen estudios donde las personalidades obsesivas, ansiosas o perfeccionistas tienden a manifestar la enfermedad”, comparte Gómez Flores, mientras agrega que existen diferentes variedades de vitiligo según la extensión y localización de las manchas.
El vitiligo tipo focal o localizado se caracteriza por la presencia de una o más máculas en una sola área, por lo general en manos y rostro.
El segmentario se identifica por máculas unilaterales que siguen una distribución determinada. Este tipo casi nunca se extiende más allá de la región inicial y suele ser muy estable.
El tipo generalizado es la variedad más frecuente, las manchas se distribuyen de forma simétrica o asimétrica en varias zonas del cuerpo, próximas unas de otras. El tipo universal es el menos común, presenta una despigmentación en más del 50% de la superficie corporal.
“Un vitiligo estable es aquel que tiene por lo menos dos años donde las manchas no avanzan ni retroceden, mientras que un vitiligo latente sigue activo con la aparición de manchas”, indica la presidenta de la Fundación Mexicana para la Dermatología.
“El diagnóstico se hace clínico, pero se solicitan ciertos exámenes para descartar otras patologías como anemia o enfermedad tiroidea autoinmune”.

Tratamientos
Aunque no existe una cura para el vitiligo, ni tratamientos completamente satisfactorios, algunas técnicas están disponibles para atender el problema.
“Los métodos básicos empleados por la mayoría de los médicos consisten en tratar de restaurar el pigmento normal (repigmentar) o en tratar de destruir el pigmento residual (despigmentar)”, indica el dermatólogo Jorge Ocampo Candiani.
Dentro de la terapia de pigmentación, en la actualidad, el tratamiento más aceptado es la exposición a la luz ultravioleta UVB de banda angosta. También se utiliza la luz ultravioleta UVA en combinación con medicamentos orales (psoralenos) que deben administrarse dos horas antes de exponerse a la lámpara artificial.
“La terapia debe ser indicada y supervisada por un dermatólogo de acuerdo al tipo de vitiligo de cada paciente, ya que no todos son candidatos al mismo tratamiento”, advierte el jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario.
Otro método, usado ocasionalmente en áreas limitadas de vitiligo, consiste en aplicar una solución directamente sobre la piel afectada. Posteriormente, el paciente se expone brevemente al sol, menos de media hora, para estimular los melanocitos.
También existe la opción quirúrgica como los injertos de piel, que consiste en trasplantar células epidérmicas del propio paciente de una zona pigmentada a las áreas despigmentadas.
“Es un tratamiento disponible y útil sólo para aquellos pacientes con manchas escasas y estables que no tengan un vitiligo activo”, explica Ocampo Candiani.
Cuando el vitiligo cubre más de la mitad de la superficie corporal se sugiere la técnica de despigmentación para unificar el color de la piel, la cual consiste en la aplicación de un medicamento tópico a concentraciones elevadas.
“Los pacientes con vitiligo son más susceptibles de sufrir quemaduras severas por el sol, así que deben utilizar filtros solares y evitar asolearse”, sugiere la dermatóloga Minerva Gómez Flores.
“Ante este problema lo mejor es acudir con un dermatólogo certificado para que les recomiende el tratamiento más adecuado para su problema”.

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