Cualquier persona que ha vivido el infierno de una lucha interna sabe que, es tan real como el dolor que siente, tan fuerte como la soledad que los abruma y tan tonta como el razonamiento que brinca de un lado a otro a cada instante, cada vez que alguien te hace ver que es decisión de sí mismo salir de ahí. 

A estas luchas internas siempre les había llamado triángulos complicados, sin embargo, hace unos días encontré el término psicológico que se le da a esta situación, disonancia cognitiva.

Es muy común encontrar personas altamente inteligentes, capaces, trabajadoras, preparadas o con muchas cualidades inmersas y atrapadas en relaciones tóxicas, no sanas, incluso a veces esas relaciones son evidentemente la crónica de la muerte anunciada, y hasta cuesta contar a alguien lo que se está viviendo porque da pena lo evidente, porque cada vez que se toca el tema uno mismo se siente  tonto por seguir ahí, estar en relaciones así  que día a día hacen perder el valor, incrementa los miedos,  dañan la autoestima, y  bloquea u orilla a ceder a acciones o situaciones que en cualquier otro momento de ninguna manera se  hubiesen aceptado, nunca acaban bien, rara vez se puede salir  ileso  de esto, por el contrario el común es perder, pero no solo en la relación si no también consigo mismo.

Son relaciones que involucran codependencias, chantajes, manipulaciones, víctimas, donde te acostumbras a perdonar y tragarte escenas, celos, mentiras, control, una y otra vez, hasta que crees por un momento que ya no te daña, comienzas a ser inmune y te compras la idea que has ganado porque al menos tienes la conciencia de ver lo que el otro hace.

Entre más pasa el tiempo una voz cada vez más fuerte dentro de ti te dice que debes irte, a veces cuestionas cómo es posible que tú estés en esto, pero con el tiempo más te cuesta marcharte, entonces comienza la incongruencia, tus acciones y pensamientos son contrarios.

Sabes que ese no es el lugar, pero te quedas, eso es tomar una decisión que va en contra de ti, de tu bienestar, o tal vez incluso de tus creencias o educación, y funciona también a la inversa, cuando sabes que tendrías que estar en un lugar y no en el que estás, entonces viene la lucha interna y comienzas a sentir que te vuelves loco.

Es ahí donde viene esa disonancia cognitiva, donde el cerebro crea una tercera variable para no sentir esa incongruencia tan grande, es cuando no sabes porque haces eso que no te hace bien, entonces buscas un pretexto y le das todo el valor para justificar lo injustificable.

Nos empezamos a convencer a nosotros mismos con excusas como decir es que tengo un compromiso, soy responsable, debo asumir y respetar lo que había dicho, es un trabajo seguro, ( si, porque estoy hablando de todo tipo de relaciones ) hasta, es el amor de mi vida, entonces te convences de que es así como lo piensas, porque y pon mucha atención en esto, si no es así, si no pones esos pretextos,  tienes que asumir que te EQUIVOCASTE.

Que todo lo que has vivido y perdonado no era más que una lección pasajera, que prolongaste más de la cuenta, pero de ninguna manera porque tuvieras que hacer a fuerza que eso funcionara, que le diste mayor valor a lo que no lo tenía, o a lo que ya no es, que pusiste todo tu empeño y una gran fantasía en probar que vale la pena, solo eliminando los pretextos lograrás  ver con claridad las dos opciones y tienes que decidir si sigues actuando como lo haces o mejor como piensas que debes hacerlo.

ACLARACIÓN                                                
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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