La idea de que el “amor se sufre” es cosa del pasado. Nadie tiene que soportar el sufrimiento causado por la pareja “en nombre del amor”; estas ideas son producto del amor romántico que por siglos ha permeado en las sociedades y que últimamente han sido cuestionadas por los especialistas quienes buscan romper ese paradigma y pugnan por las relaciones saludables que no lastimen a las personas.
En el marco del Día del amor y la amistad, Lilia Martínez psicóloga, escritora y mediadora de conflictos, defensora de la equidad de género y feminista habló con AM sobre el amor confluente, las relaciones saludables y la importancia de trabajar en sí mismo antes de iniciar una relación sentimental.
Aunado a su formación académica, sus experiencias personales en las que se incluye un matrimonio que concluyó con un divorcio le han dejado muchos aprendizajes al respecto; contrario a lo que se podría pensar, esa experiencia le ha hecho reflexionar y teorizar sobre el amor
“Cuando te ven divorciada, creen que no tienes autoridad para hablar sobre el amor y las relaciones saludables por “haber fracasado” en una relación; pero justamente son las rupturas las que más te ponen a reflexionar en el tipo de relación que construiste, en las formas de amar y en cómo te relacionas con los demás”, argumentó la especialista.
Lilia asentó que investigar y trabajar con perspectiva de género también le “ha cambiado la vida”, pues, en sus palabras, “la perspectiva de género y el feminismo son posturas que invitan a cuestionar la realidad“.
Asimismo, cuestionan el amor romántico que plantea que el amor hay que sufrirlo, hay que padecerlo y hay que llorarlo. En contraparte, señala la escritora, el feminismo aporta el amor confluente
“El amor confluente surgió como una crítica al amor romántico donde prevalecía el control sobre la pareja, donde había celos, donde se sufría y se decía que el amor duele. El amor confluente busca que las personas se sientan integradas, sabiendo que son dos personas independientes que deciden unirse; pero que tienen vida propia, que tienen intereses diferentes, que pueden colaborar una con la otra con respeto y que es tan válido el sentimiento de una persona como lo es el de la otra”, agregó.
A diferencia del amor romántico donde los a los varones se les demandaba inmunidad al dolor, en el amor confluente “a los hombres también se les permite sentir, se les permite que se duelan, que sientan miedo, que se cansen; no se les pide todo el tiempo que sean fuertes y protectores”.
Por otra parte, este tipo de amor tiene una lógica de negociación que requiere colaboración, acuerdos y apoyo mutuo
“Hay muchas relaciones que quien genera dinero es quien vale más y el otro o la otra tiene que abandonar sus sueños; en las relaciones confluentes no, todo se pone a negociación desde a dónde vamos hoy a comer hasta lo que cada uno espera y aporta a la relación para seguir juntos”, aseveró la psicoterapeuta.
¿Y el enamoramiento?
“Sí existe el enamoramiento que tiene que ver con un proceso químico en el cerebro, pero en algún momento se va a desvanecer y lo que queda es el amor; éso es lo que hay que cuidar. Hay que apreciar la compañía”, comentó Lilia Martínez.
Reiteró que la relación amorosa “se tiene que ir tejiendo” día con día, con la convivencia sana, los acuerdos, el apoyo, los cuidados y la colaboración; todo de forma mutua y equitativa.
Para amar, hay que trabajar en uno mismo primero
Otra de las claves que la maestra señaló es que, para poder construir una relación sana, cada uno tiene que trabajar en sí mismo de manera individual y personal. “Las personas nos tenemos que hacer cargo de nuestras propias vidas, saber qué queremos hacer con ellas y a dónde queremos llevarlas; saber reconocer nuestros miedos y resolver cómo los vamos a enfrentar”.
Otro aspecto que consideró que es necesario trabajar previo a entablar una relación sentimental es el amor propio
“(Evaluar) cómo me trato a mí, cómo me respeto a mí mismo, a mí misma; evaluar qué tan satisfecha o satisfecho estoy conmigo misma para llegar más entera a la relación, con más amor propio para no depositar en el otro la obligación de hacernos felices, o creer que tiene que solventar nuestros vacíos, o que tiene que sanar nuestras inseguridades o que tiene que proteger nuestras vulnerabilidades”,
De acuerdo con la experta, la responsabilidad afectiva consiste en el autocuidado, reconocer las dificultades, gestionar las propias necesidades “para que a la relación llegue con menos carencias, más libre y más resuelta”.
Desaprender el amor romántico
Lilia comentó que nunca es tarde para comenzar a construir una relación sana y dio algunas pautas para lograrlo.
“El punto de partida es asumir que no sabemos amar, que nos transmitieron algunas fórmulas muy normalizadas de cómo se supone que es amar. En cada familia es diferente, puede haber quien diga “por amor en mi familia daban flores”; otro dirá “en la mía daban golpes”; o “yo llegaba y ella me tenía que atender y preparar algo de comer”; cada quien tiene su propia cultura”, explicó.
El siguiente paso, según la especialista, es cuestionarse esas creencias preestablecidas, desaprender esas fórmulas y aprender nuevas cosas. Para ello se requiere adquirir nueva información, documentarse sobre el tema y, si se considera necesario, acudir a terapia.
Recomendó buscar en Internet información de especialistas en estos temas que se encuentran en diferentes formatos como podcast, talleres, libros, entrevistas, etcétera y que son gratuitos.
Manifestó que otro de los vicios a corregir es pretender medir quién ama más como si el amor se pudiera contabilizar
“Hay quienes dicen “Es que yo te quiero más porque yo todos los días te escribo un mensaje y tú nunca me escribes mensajes”, pero a lo mejor esa persona no tiene chance o para ella no es tan relevante; entonces siempre habrá una sensación de que yo te di más de lo que tú me diste y ambas partes quedarán insatisfechas”, advirtió.
En ese sentido, añadió que es necesario entender que hay muchas formas de amar, pero se tiene que acordar la forma en la que será para disminuir las posibilidades de malentendidos
“En una relación la comunicación asertiva y no violenta es clave. Se debe hablar, definir y negociar la forma en la que se van a amar o la forma en la que ambos se pueden amar. Es necesario llegar a acuerdos tan básicos como “¿vamos al cine o a la feria? y con más razón sobre las formas de convivencia”.
Martínez expresó que muchas veces se evita el diálogo porque se tiene un estigma sobre la negociación
“No hay que tenerle miedo a la negociación, no le quita la parte linda a las relaciones amorosas; al contrario, son acuerdos que tienen qué ver con eso que tenemos que saber del otro para convivir mejor”.
Fomentar la responsabilidad afectiva desde la adolescencia
Lilia Martínez informó sobre un hallazgo que obtuvo durante sus investigaciones y tiene qué ver con el momento en el que se inician las relaciones sentimentales.
“El banderazo de salida para comenzar las relaciones es la edad, pero pocas veces hablamos con los chicos y chicas sobre autoestima, sobre cómo cuidar, a quién abrirle las puertas de nuestra vida, etcétera”.
Esa falta de información hace que los adolescentes entablen relaciones sin madurez ni responsabilidad afectiva. “Antes de comenzar una relación, a la edad que sea, tenemos que evaluar si tenemos una autoestima sólida para establecer relaciones, si somos responsables siquiera de nosotros mismos”, recomendó.
Resaltó que en la adolescencia es donde se requiere más orientación, porque es en esta etapa donde se establecen las primeras relaciones; los adultos deben “capacitarles más para evitar que exista la violencia en el noviazgo”.
“Aunque parezcan “chiquilladas” las relaciones de los adolescentes, la verdad es que hay violencia de género a esa edad, tan es así que hay chicas de 15 años asesinadas por sus novios y que el embarazo adolescente está disparado; entonces, claro que no son chiquilladas, se tienen que tomar muy en serio y entender que la edad no es una credencial suficiente para iniciar una relación”, concluyó.
¿Existe el amor “para toda la vida”?
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en los últimos años la tasa de divorcios se ha incrementado en un 57 por ciento, mientras que la de matrimonios se ha reducido un 24 por ciento. Estos datos podrían sugerir que “el amor eterno” va en declive.
“Sí, he visto que es posible (el amor eterno). Mis papás, por ejemplo, duraron toda la vida juntos, a ellos los separó la muerte; los vi como se acompañaron y como se entendieron, tal vez no eran muy cariñosos pero se entendieron y lograron acompañarse. Pienso que hay que apreciar más la compañía, tenemos que entender el concepto “compañeros de vida” y llevarlo a la práctica”, confesó Lilia Martínez.
En ese tenor, adhirió que se debe apostar por ser un buen compañero o compañera de vida y eso implica reconocer las particularidades de cada miembro de la pareja
“A veces, cuando andamos de buenas y nos cae bien esa persona todo fluye y esa otra persona nos parece maravillosa; pero cuando no, se nos olvida que esa persona tiene sus propias ideas, tiene su cultura, sus prioridades; hay que saber respetar que pueden ser diferentes a las nuestras y que también ese otro respete las nuestras”.
Relaciones saludables incluso después de la separación
En su experiencia, para Lilia sí es posible mantener una relación saludable después de una ruptura amorosa; sobre todo si se trata de un matrimonio donde hay hijos de por medio, en ese caso, a decir de la terapeuta, “es responsabilidad de ambos construir una relación saludable; no digo que sean amigos pero sí deben verse con respeto”.
Uno de los aspectos más difíciles de superar una ruptura, y lo que suele detonar hostilidades, es aceptar que la ex pareja rehaga su vida con otra persona. “Hay tolerar que (la expareja) puede hacer una vida sin ti y estar en paz con ello; tú puedes hacer lo propio”, comentó.
¿El amor todo lo puede?
“Quisiera decir que sí, pero las investigaciones revelan que no. Me queda claro que el amor puede con muchas cosas, pero además del amor hace falta el respeto, comunicación, la libertad de construir una forma de amarse que sea satisfactoria para los dos,que les lleve a cultivar una relación sana”, respondió la experta.
Para finalizar, Lilia Martínez citó a su profesor de maestría el psicólogo Luis Antonio Marín quien definió al amor como “la alegría por la existencia del otro”.