El Museo de la Tolerancia adquirió una carta que escribió en 1937 el Premio Nobel, Bertrand Russell, en la que éste afirma que si el ejército nazi invade su natal Inglaterra los británicos deberían invitar a comer a Adolf Hitler en lugar de enfrentarlo en una guerra.

El museo, que pertenece al Centro Simon Wiesenthal, anunció el miércoles que pagó en enero 4.000 dólares por la carta durante una subasta en Gran Bretaña.

“Si los alemanes logran enviar un ejército invasor a Inglaterra debemos tratarlos como visitantes, darles alojamiento e invitar al comandante y jefe a que coma con el primer ministro”, escribió el filósofo Russell al crítico británico Godfrey Carter. “Este proceder los desconcertaría totalmente”, apuntó.

El rabino Marvin Hier, fundador del Centro Wiesenthal, dijo que la carta de Bertrand será colocada en el museo junto con una que Hitler escribió en 1919 en la que esbozaba puntos de vista antisemitas que a la larga resultarían en el Holocausto y la aniquilación de seis millones de judíos.

El museo tiene como propósito educar a las personas sobre el Holocausto y desafiarlas a que se opongan a todas las formas de discriminación. La carta de Russell es importante porque advierte a las futuras generaciones que incluso un catedrático distinguido puede estar equivocado al permitir que nadie se oponga al mal, dijo Hier.

“La realidad es que Russell tenía todas las credenciales. Quizá era el filósofo más grande de Gran Bretaña y había ganado el Premio Nobel de Literatura”, señaló.

“Sin embargo, Russell no comprendió un concepto básico: la idea de que cuando se permite el florecimiento del mal en estas condiciones, que si somos agradables a Hitler, si le servimos el mejor vino, es simplemente absurdo (pensar) que Hitler verá las cosas desde nuestra perspectiva”, apuntó.

Russell, uno de los principales pacifistas del siglo XX, gradualmente cambió sus puntos de vista hacia Hitler.

En la carta, escrita en la época en la que Hitler despojaba de sus derechos a los judíos alemanes, enviaba prisioneros políticos al brutal campo de concentración de Dachau y construía una gigantesca maquinaria militar, Russell consideró que no valía la pena que el país entrara en guerra.

“Podemos ganar o perder”, escribió. “Si perdemos obviamente no será positivo. Si ganamos inevitablemente habremos adquirido durante la lucha sus malas cualidades y al final el mundo no estará mejor que si hubiéramos perdido”, apuntó.

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