*Desde el amor, al bebé de Isa
Dicen que cuando no se tiene nada bueno que decir, es preferible el silencio y eso ocurre ante una madre que pierde un hijo.
En esos momentos hasta el cielo se calla, la brisa se serena y el sol apaga su fuerza; solo la luna brilla en la oscuridad, para dejar que ese dolor de ausencia, que tiembla en las carnes, pueda solventar, de alguna manera humana, lo incomprensible.
Los hijos, que no llegan a los brazos, duelen igual que al que has besado y se ha marchado antes, de lo que la naturaleza, en su justa medida se supone tiene prevenido, pues igual y sin razones que medien o justificaciones, ante tal cruel arrebato, se entrega tu carne viva a la tierra.
El consuelo para esas madres, solo puede ser divino, pues no hay nada en la tierra, que logré rellenar el hueco que marco su vientre. Ellas y ellos, viven muchas veces duelos solitarios e incomprendidos, alimentados con esos secretos del señor misterio, ese mismo, que decide quien vive, quien se marcha.
El dolor, puede ser incomprensible, para quien nunca lo ha vivido, un hijo que se adelanta al paso de sus padres es antinatural, de ahí que evitemos juzgar un dolor, esa experiencia desconocida y aunque la muerte es parte de la vida, la tristeza, la ausencia, cada uno la vive, de diferente manera y ante ello solo el respeto, la empatía puede y debe ser guía.
Cuándo una pareja pierde a su bebé de pocas semanas, no pierde un embarazo, grupo de células amontonadas que decidieron por #vayaustéasaber no continuar su proceso.
Ellos pierden un proyecto de vida, futuro, planes y sueños. Quizá, por eso no existe una palabra que defina cuál es el título “honorífico” que adquieres al perder un hijo, pues ni la orfandad en su absoluto desamparo, se le equipara y, mire usted amable lector, que, de eso, puedo doctorarme ya.
La esperanza, que podemos con las palabras de aliento acercar, no sustituye la perdida de esa cuna vacía. Niños azules, bebes de la ilusión, estrellas que suman firmamento. Cada ausencia, nos enfrenta a la realidad que sabemos llegará, más en ese entrelazado de amores, como duele, usted lo sabe, que se nos adelanten.
Manejar, aceptar, diluir, anestesiar y al final como al inicio, por siempre agradecer esa es la maravillosa coincidencia de ilusión, aprendizaje, con ese ser que se adelanta y que en la tristeza nos lleva a veces, largos días con cien noches de inmenso dolor, es por eso, que con profundo respeto y buscando que la magia divina, suavice esos corazones lacerados, que en el bellísimo Parque Fundadores de nuestra ciudad, ubicado en las antiguas instalaciones de la feria, se prenderá de luces, con personas especializadas, bajo la dirección de INSMUJERES para que este próximo viernes 11 de marzo, en punto de las 5:30 podamos coincidir. Ven a sumar con tu experiencia, acompáñanos para dar gracias, por la ilusión, vive con nosotras ese amor, que se escurrió, sin darle tregua a las preguntas
“Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve… Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor… Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas nada sabe acerca de las uvas. PARACELSO