LeBron James lucía aturdido y luchaba con la congestión mientras hablaba el sábado, con una enorme venda encima del puente de su fracturada e hinchada nariz.

Eso no evitó que los compañeros de James en el Heat de Miami se burlaran de su lesión, que podría marginarlo del partido del domingo contra Chicago.

“Ya te cuento, hay tipos graciosos en este equipo”, comentó James, con una risita entre dientes.

“Hicimos un par de chistes sobre el tamaño de su nariz”, ofreció su compañero Chris Bosh.

James no se entrenó el sábado, aunque practicó tiros libres y lanzó algunos balones al aro por su cuenta. Indicó que no hubiese jugado de haber partido, pero agregó que se siente mejor desde que sufrió la lesión el jueves en el triunfo en Oklahoma City.

El alero espera mejorar lo suficiente como para jugar contra los Bulls. El equipo tomará la decisión horas antes del encuentro.

Cuando le preguntaron cómo se sentía de la nariz, James respondió que “ha estado mejor. Tiene un poco de todo —dolor, jaqueca, de todo. Tengo que superarlo y ojalá que mejore el próximo día. Sin duda, no voy a apurarme”.

James se probaría una máscara protectora que probablemente utilice si juega contra los Bulls.

“No es algo que quieres utilizar a largo plazo”, señaló. “Es muy incómoda”.

James lo sabe por experiencia. Hace 10 años, utilizó una máscara por algunas semanas, tras sufrir una fractura del pómulo horas antes de cumplir 20 años, en un partido con Cleveland contra Houston.

James dijo que no recuerda haber perdido mucho tiempo de juego en esa ocasión.

“Ese era un muchacho de 19 años recuperándose, comparado con alguien de 29 años recuperándose”, indicó James, soltando una carcajada. “Ahora demoro un poco más (en sanar) que cuando tenía 19”.

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