Organismos internacionales, investigadoras y las propias madres, sobre todo de las últimas generaciones, se han cuestionado los constructos sociales en torno a la maternidad; entre ellos, las diversas realidades, la romantización de la maternidad y sus repercusiones en la vida de las mujeres madres.
“Ser madre es una bendición”, “Ser madre es lo mejor que te puede pasar en la vida” “No hay amor más grande que el de una madre”… La maternidad está rodeada de frases que dan por hecho el “deber ser” en torno a ella; pero, ¿alguien le ha preguntado a las madres realmente qué piensan sobre ello?
“Casi la mitad de los embarazos no son deseados”
El último informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA), reveló que 121 millones de embarazos cada año en todo el mundo no son intencionales, es decir, casi la mitad.
Esto no es algo que se presente solamente en adolescentes o en mujeres jóvenes; incluso mujeres en etapa de premenopausia se ven expuestas a un embarazo no deseado por distintas razones como presión social, estigma, falta de acceso a métodos anticonceptivos, relaciones sexuales forzadas, entre otros mencionados en el reporte.
También apunta que 60 por ciento de estos embarazos no deseados terminarán en aborto, de los cuales, 45 por ciento se darán en condiciones de riesgo. La cifra restante, llevará el embarazo a término provocando problemáticas en diversos ámbitos como los siguientes que identifica el informe:
- A menudo, se obliga a las niñas embarazadas a casarse o a abandonar sus estudios
- Muchas mujeres se ven forzadas a abandonar su empleo simplemente por estar embarazadas.
- Para otras, tener un hijo sería un obstáculo más para librarse de una relación de maltrato
- La llegada de un hijo no planeado “puede empujar rápidamente al hogar a la pobreza, a lo que le sigue una peor nutrición y menores índices de escolarización”
Para una madre soltera los estigmas se agudizan, pues muchas veces se les culpa y se les etiqueta como “irresponsables”, tanto como si deciden interrumpir el embarazo o tener al bebé.
La maternidad no es “un cuento de hadas”
Incluso las maternidades deseadas no escapan de los estereotipos. La creencia de que las madres son el pilar de las familias es una gran responsabilidad que muchas veces asumen solas.
Las etiquetas de la supermamá que puede con todo, siempre amable y cariñosa, son reforzadas en el imaginario colectivo por la industria cultural y si la mujer madre no cumple con ellas, suele ser señalada como “mala madre”; así lo refiere la maestra en Psicología social comunitaria Sandra Estrada.
Sandra Estrada, también catedrática de la Universidad de Guanajuato y de la Universidad Iberoamericana, señala que la maternidad es “uno de los mandatos de género más sólidos” que tienen las mujeres; a partir de ella es que se construye una identidad de ellas.
“A diferencia de lo que pasa con los varones, la maternidad es una cuestión que se ve como “la única posibilidad” para las mujeres”, enfatizó la maestra.
La investigadora, quien desde el año 2005 aborda temas de género, explicó que la romantización de la maternidad es “resaltar al punto de la idealización ciertas características del rol materno” tales como el amor incondicional, estar siempre disponible, el instinto maternal, etcétera.
“En esta romantización, se presenta la maternidad como un cuento de hadas donde todo va a ser bonito; (se dice que) cuando seas mamá todo va a cambiar para ti, vas a sentirte realizada como mujer , etcétera”, ahondó al respecto.
Dicha romantización puede afectar en ocasiones cuando lleva a las mujeres madres a sentir culpa si por alguna razón no cumplen con esta “perfección” que se les exige.
“Cuando alguna mujer que es madre pasa por algún momento difícil o amargo, crea una discordancia con la idea romántica de la maternidad y la lleva a pensar y a sentir que no es una buena madre o lo suficientemente buena”, acotó la egresada de la Universidad de Buenos Aires.
Por otra parte, desde la perspectiva social, observó que la romantización, sobre todo en fechas como el 10 de mayo, invisibiliza temas relevantes como las violencias domésticas, la dificultad para que los hombres ejerzan un rol activo en la crianza de los hijos, las madres autónomas que lo son, no porque ellas lo hayan decidido, sino porque el padre se va, entre otros.
“Estos temas no se hablan porque el espacio se ocupa para hablar de lo “maravilloso”; es como un filtro que no deja ver las demás cosas”
¿Cómo ha cambiado el estereotipo de madre perfecta?
Asimismo, la investigadora informó que el estereotipo de la madre perfecta se ha ido transformando en las últimas dos generaciones aquí en México, a partir de que las mujeres se han sumado en mayor medida a los trabajos remunerados.
Antes a las muejeres se les exigía ser el “as doméstico” y la “madre abnegada“, una idea reforzada por la industria cultural; pero ahora se les demanda ser también una “supermamá” que siempre pueda con todo. Eso lleva a las mujeres madres a cargar con una sobre exigencia. Así lo expone la experta:
“En lugar de pensar que una madre que trabaja fuera de casa tendría que tener apoyo dentro de la misma familia para los distintos roles de cuidado, lo que ocurre es que se le sobreexige a la mujer. Entonces tiene que ser, además de buena profesionista, excelente madre. Tenemos mujeres multitarea en quienes no ha bajado la exigencia de ser la mejor de las madres sino que se suma a las tareas profesionales”.
Como contraparte, celebró que en estas últimas generaciones también vaya permeando un rol de paternidad presente y activa en el que los varones padres se involucran más en la crianza y en las tareas de cuidados de los hijos.
No obstante, agregó que la romantización de la maternidad trae consigo una “visión maniquea en la que si no eres una excelente madre (según el estereotipo), entonces eres una “mala madre””.
Estas representaciones de la maternidad van restando a la responsabilidad de otros integrantes de la familia, no solo del padre, sino de los propios hijos quienes, como Sandra Estrada comenta, dejan de hacerse responsables de sí mismos y de sus cuidados pues recaen en la madre.
“Con estas representaciones de la madre superpoderosa, las otras personas ya no toman parte activa en la crianza porque recae todo sobre los hombros de la madre”, puntualizó la maestra.
Asimismo, la maestra apuntó que el precepto “mi hijo tiene que ser mi prioridad” no es un absoluto permanente, sino que se tiene que ir adaptando a lo largo de las etapas de la maternidad y conforme las necesidades vayan cambiando.
“Con esta idea se invisibilizan otras cuestiones, por ejemplo, para que una mujer sea una madre que pueda acompañar a sus hijos e hijas, en principio se requiere que esté bien como persona, como cualquier persona; pero si se tiene el mandato de que los hijos siempre tienen que ser la prioridad absoluta ocurre que las mujeres madres se van postergando a sí mismas, sus necesidades y va demeritando su condición de vida”, explicó Sandra.
Por otra parte, expuso que en muchos casos, cuando la mujer es madre en ocasiones se ve obligada a dejar otras facetas de su vida para ser solamente madre “Como si la maternidad ocupara todo el espacio de la identidad de esa mujer”.
“Para que esa mujer pueda ejercer la maternidad en condiciones óptimas, tiene que seguir siendo la persona que era: profesionista, amiga, deportista, etcétera. Sin embargo, una cosa que ha sucedido en sociedades occidentales como la nuestra es que las tareas de crianza y de cuidados se han concentrado únicamente en las madres. Es tan desgastante la crianza, el trabajo remunerado y el trabajo doméstico que ningún ser humano puede solo con todo”, profundizó la también egresada de la UG.
La catedrática señaló que para que existan maternidades más saludables tanto para las mujeres madres, como para los padres y para los hijos, es necesario que se tejan redes de apoyo en el que se distribuyan las tareas y las responsabilidades de manera más equitativa.
Aunado a comenzar a “derribar estos mitos de la mala madre o de la buena madre. En su lugar pensar que, como en todos los ámbitos de la, en la maternidad se pueden tener momentos de grandes aciertos y otros de errores”.
Finalmente, que desde las políticas públicas se den las facilidades y los espacios para que las madres que trabajan puedan cumplir con ambos roles sin trabas; pero que, a su vez, también las haya para los varones padres, para tengan la oportunidad de involucrarse más en la crianza de sus hijos y “repartirse las ausencias”.

“Que este 10 de mayo no haya solamente la tarjeta de felicitación, no quiere decir que tenga que eliminarse; pero que también existan estas otras posibilidades para ejercer maternidades más saludables acorde con las necesidades actuales”
Madre, sin etiquetas
Itzel Echevarría es una madre joven a quien la maternidad la sorprendió a los 20 años, a mitad de su carrera profesional en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Si bien otras chicas se hubiesen visto obligadas a abandonar sus estudios, Itzel los concluyó y ha podido criar a su hijo con la ayuda de su red de apoyo.
Pero no todo fue “miel sobre hojuelas” para ella, pues tuvo que sortear ciertas vicisitudes a las que las mujeres jóvenes y madres se tienen que enfrentar. Para la futura comunicóloga, la maternidad “siempre tiene que ser una decisión” por todos los cambios que implica en la vida de las mujeres madres.
“Aunque te anticipes, tu vida se desestabiliza, cambian cosas para las que nadie está preparado y que te cruzan en muchos aspectos: en el emocional, en lo mental, en lo físico; creo que para nada (la maternidad) “es un regalo”, siempre tiene que ser una decisión que no siempre tomas sola porque para ser madre es muy importante tener una red de apoyo que se puede construir con la familia, la pareja, la comunidad, amigas, amigos e instituciones”, confesó.
Compartió que el reto más difícil que tuvo que superar fueron las críticas de sus familiares y de otras personas cercanas tales como “no pasas tiempo con tu hijo por estar trabajando”, “a tu hijo le falta atención”, etcétera.
Admitió también que, por más que intente administrar su tiempo, en ocasiones le resulta complejo equilibrar lo laboral con la crianza de su hijo, pues en ambos casos hay cosas “imposibles de aplazar”.
Uno de los sacrificios que Itzel tuvo que hacer para ser madre fue postergar la continuidad de su carrera cuando estaba embarazada y, en la actualidad, tiene que supeditar algunos viajes laborales a si cuenta con el apoyo para cuidar a su hijo.
“Tuve que aplazar mis sueños y las metas que quería alcanzar, y todavía un poco; ahora ya sé que algún día las voy a lograr, pero siento que voy atrasada. Mi sueño de ser periodista fue uno de los sacrificios que hice porque sé que, de entre todas las profesiones, ésa es una de las más complejas de llevar a cabo, sobre todo aquí en México”, confesó Itzel.
Pensando en el bienestar de su hijo, en lugar de ser periodista, una de las profesiones más peligrosas en México, Itzel tuvo que optar por un trabajo donde le dieran seguridad social, flexibilidad de horario y otras prestaciones.
Por otra parte, coincidió en que esa imagen de madre “perfecta” que se reproduce en las redes sociales, la televisión y otros medios llena a las madres de “aspiraciones inalcanzables”
“La imagen de la supermamá y las responsabilidades de madre te abstraen de ti misma, entonces llegas a un punto en el que incluso te sientes culpable por arreglarte, por el autocuidado porque dices “mis hijos deben ser mi prioridad y yo debo quedar al final de esta lista de prioridades. Nos hace cargar con culpas, con metas inalcanzables”.
En ese sentido, agregó que ha llegado a sentir la presión de cumplir con ese estereotipo:
“En algún punto yo dije “es que yo tengo algo mal porque yo no puedo lograr lo que las demás hacen; yo no puedo organizar bien mi tiempo, porque si me cuido, dedico tiempo para mí o siquiera si trabajo, no le puedo poner 100 por ciento de atención a mi hijo; entonces si mi hijo se enferma, aprende a decir malas palabras o se pelea en la escuela es mi culpa porque no le estoy poniendo atención””, lamentó.
No obstante, Itzel Echevarría ama profundamente a su hijo y se siente contenta con su maternidad pues ha reflexionado al respecto, ha mirado con perspectiva crítica y se ha cuestionado estos constructos para ir construyendo una maternidad que le permita realizarse tanto como madre, como en todos los aspectos de su vida.

“Si yo no hubiera tenido el apoyo de mi familia, del papá del niño o en el trabajo, yo no me hubiera atrevido a ser mamá a esa edad”.