El Gobierno federal creó el Grupo de Blancos Estratégicos (GBE) con la finalidad de lograr, entre otros, la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Desde un principio, una de sus apuestas fue atrapar al objetivo con base en una de sus debilidades: “la vida cómoda”.
Integrado por las Secretarías de Gobernación, Defensa Nacional, Marina, la hoy Comisión Nacional de Seguridad y la PGR, este grupo recabó desde 2010 una serie de datos que sugerían que Guzmán se había cansado de andar a salto de mata en la zonas inhóspitas de la Sierra Madre Occidental.
Un documento elaborado por la coordinación institucional estableció que de 2003 a 2012 Joaquín “El Chapo” Guzmán estuvo en zonas inaccesibles del Triángulo Dorado, principalmente en seis parajes de Sinaloa y 12 de Durango, algunos de ellos en la parte más alta de cerros y montañas.
Desde la administración pasada, el Gobierno federal decidió comisionar a un grupo aeromóvil de la Fuerza de Tarea Sierra Madre, para rastrearlo en esa zona.
Las fuerzas federales llevaron a cabo operativos para capturarlo en las localidades de Toahayana, Santa Rita de Abajo, El Aguajito, Tameapa, Ranchos “El Roble” y “La Tuna”, en Sinaloa, así como en El Durazno, El Plátano, Mesa de San Juan, Tamazula y Las Trancas, en Durango.
En agosto de 2009 el Ejército estuvo cerca de detenerlo en Las Trancas, en un operativo donde aseguraron el narcolaboratorio de drogas sintéticas más grande que ha sido descubierto en México.
Guzmán Loera tenía en la punta del cerro una casa donde no le faltaba ni televisión, ni internet, mucho menos teléfono. Por cuestión de horas huyó.
Desde entonces, la Federación estableció el seguimiento del narcotraficante con base en tres líneas: su gusto por las mujeres, la comodidad y el maltrato de sus operadores a miembros de más bajo nivel en la organización.
En el aspecto relacionado con el trato y resentimiento entre los subordinados, las autoridades federales tenían confianza en que tarde o temprano alguno de ellos iba a delatarlo, porque sabían por distintos testimonios que los mandos medios del cártel humillaban a sus empleados en los sembradíos.
Lo cierto es que de 2010 a la fecha, las fuerzas federales se propusieron ir por 10 mandos que trataban directamente con Guzmán y logró abatir a cuatro de ellos, incluido Ignacio “Nacho” Coronel, operador en Jalisco, y detuvo a otros seis.
Tiene pendiente, de esa lista, la aprehensión de Alejandro Flores Cacho.
Una veta en la que más confianza tenían las autoridades, era su gusto por las mujeres.
En esta investigación, los investigadores ubicaron y monitorearon siete parejas sentimentales del capo: Karla Pérez Martínez, Griselda López Pérez, Adriana Trejo Retamoza, María Alejandrina Salazar, Blanca Esthela Peña García, Emma Coronel Aispuro y Agustina Cabanillas Acosta.
En Cancún, Quintana Roo, a principios de 2012 las corporaciones federales llevaron a cabo un seguimiento encubierto a su esposa Emma Coronel Aispuro, con quien “El Chapo” tuvo dos hijos que nacieron en Estados Unidos.
En el mismo puerto turístico, por las mismas fechas, también fueron fotografiadas en secreto Alejandrina Guzmán Salazar, la hija del capo con María Alejandrina Salazar Hernández, y Frida Muñoz Román, viuda de Édgar Guzmán López, el hijo de “El Chapo” asesinado en 2008.
Con su familia, no surgieron datos concretos que llevaran al paradero del narcotraficante.
La tercera línea que seguía el Gobierno era su inclinación por la comodidad.
Aunque fuera en el sitio más remoto de la sierra, el capo gustaba de los servicios de telefonía satelital, señal de internet, jacuzzi, antenas parabólicas y televisión digital, así como alimentos y bebidas de alta calidad, como lo evidenció en 2009 el cateo en Las Trancas.
Desde que en 2003 estableció campamentos itinerantes en la sierra, el Gobierno no tenía registro de que bajara a zonas urbanas.
Eso empezó a cambiar en 2012, cuando hubo datos de que estaba en Los Cabos, Baja California.
El 21 de febrero de 2012 Guzmán escapó del Fraccionamiento Punta Ballena en Los Cabos, donde fueron detenidos Ángel López Urías, Mario Hinojosa Villegas, María Luisa Macías Amarilla y Agustina Cabanillas, la amante del sinaloense desde dos años atrás.
Para el GBE fue la confirmación de que una mujer podía llevarlos a su detención, pero también que había perdido la disciplina de permanecer en zonas inhóspitas. El mismo año volvió a tenerse un registro de su presencia en Culiacán.
En noviembre de 2013 se tuvo noticia otra vez de su presencia en una ciudad, en ese caso en Guadalajara, donde supuestamente fue internado de emergencia en un hospital privado, porque había sufrido un paro cardiaco.
Las autoridades llegaron hasta la habitación donde les dijeron que estaba, pero no lo encontraron.
La última vez que las corporaciones mexicanas y estadounidenses volvieron a tener información sobre su presencia en zonas urbanas, fue la semana pasada, cuando Guzmán viajó a Culiacán para ver a Ismael “El Mayo” Zambada.
“El Chapo” logró escapar a Mazatlán, para huir del operativo de la Armada en la capital sinaloense, pero ya no le alcanzó para continuar en fuga.
Lo que al final vulneró su seguridad fue la búsqueda de una vida más cómoda.
Apuesta Gobierno a “debilidad” de capo
El Grupo de Blancos Estratégicos optó por dirigir la búsqueda de Joaquín Guzmán a su gusto por “la vida cómoda”; “El Chapo” se había cansado de andar