Todo comenzó con la irresponsabilidad del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato que permitió que los partidos políticos convirtieran la elección constitucional de ayuntamientos, en una elección de alcaldes.
Lo peor de esta transgresión normativa, consiste en que la mayoría de los ciudadanos y políticos creen, a pie juntillas, que lo que eligieron fue a individuos cuya función es gobernar su municipio. Relegado quedó el ayuntamiento, la forma legítima de constituir un gobierno comunitario, que consiste en una junta gubernativa y por ende un órgano colectivo encargado del gobierno. Reiteramos por enésima ocasión: el presidente municipal, solo es parte, importante, pero al final parte de ese concejo (como es un órgano encargado de gobernar, no de dar “consejos”, se escribe con “c”).
Pero toda la clase política se siente muy cómoda gobernándonos de forma unipersonal, asumen como normal que esto suceda en los municipios. Si el presidente de la República ordena que un Congreso títere apruebe leyes sin “mover una coma” y el gobernador del estado decida mantener ad infinitum a un fiscal ineficaz controlando un congreso conformado por marionetas, no suena extraño que los presidentes municipales se dediquen a dar espectáculo de guiñoles para aprobar, en automático, las propuestas de su alcalde. Solo para eso sirven.
Y el primero en Guanajuato en entender así la política local es el Partido Acción Nacional (PAN). Lastimoso resulta releer los textos fundamentales que rigen una organización que se concibe no sustentada “en doctrina mínima sino de exigencias máximas” como lo afirmaba Efraín González Luna, verlo ahora convertido en tragicómico remedo del priismo de los años 90.
El mecanismo que han decidido utilizar en el PAN es el comisariato político. Primero convocan a una reunión que han bautizado como “Cabildo Azul”, a todos sus miembros panistas. Allí el alcalde les informa lo que deberán votar y si alguno amenaza con emitir sus votos en otro sentido, son coaccionados por los representantes del Comité Directivo Estatal del PAN y en ocasiones por algún delegado de la secretaría de gobierno del estado para que voten uniformemente. Una vez “planchada” la disidencia, la mayoría panista, durante la sesión del ayuntamiento, obviará cualquier discusión y mayoriteará a sus adversarios en automático. Así se cancelará el debate y se propiciará la autocracia. Esa ha sido la forma de sostener, por ejemplo, al impresentable alcalde de Guanajuato Capital.
También llama la atención una frase que va y viene en esos cónclaves azules, el reiterado clamor para que se “cuide la marca”, en referencia a la frase que, en una famosa entrevista, lanzó el gobernador Diego Sinhue Rodríguez. La traducción que ha realizado la trasnochada dirigencia estatal consiste en instigar al silencio y protección de los corruptos, para evitar escándalos. Eso es lo que entienden por “cuidar la marca”. Indignante llamado para convertir a los miembros del hache ayuntamiento, en cómplices
Sepan que el camino genuino del PAN es otro. Es formar ciudadanos con el ejemplo. Conductas que se acrisolan en el ayuntamiento, a través de deliberaciones y debates entre opuestos. Esto nutre de democracia en el cabildo, lo dignifica, al tiempo que se construye confianza entre la ciudadanía; la proteína de la política. A su vez, el alcalde es limitado a cumplir con su mandato y a rendir cuentas frente a sus pares. Y es que esta figura, concentra mucho poder y es peligroso que vaya suelto por la vida, generando ocurrencias. Se trata de establecer contrapesos. Ya verificamos que cuando no los hay, se llega al absurdo de construir museos sin permisos, endeudar a todos los ciudadanos de una comuna o instalar juegos mecánicos frente a joyas arquitectónicas protegidas legalmente. Hay que frenar los gobiernos de caprichos y abusos.
El PAN debe permitir el voto libre y razonado. Los regidores y síndicos representan a los ciudadanos y esa es su función, que no puede verse constreñida para imponer agendas partidistas cuyos intereses pueden ser contradictorios con la generación del bien común en el seno del ayuntamiento.
En otros tiempos la maquinaria azul, logró mantener gobiernos complejos, con un ayuntamiento que debatía en libertad y sin cortapisas. Sería inconcebible que ahora se dedicaran a “cuidar la marca” permitiendo la impunidad. Sería aceptar el triunfo de la maldad y la cancelación de la democracia local. No debemos tolerarlo en ningún ayuntamiento, aunque la dirigencia panícola se enmuine.