Solamente un flojo de pensamiento, ignorante o fanático por mera conveniencia, puede creer que lo que ocurre política, social y hasta económicamente en el México de ahora, está bien.

Acepta, ese mexicano silente, indolente o interesado, que quien lo sabe todo y lo puede, es AMLO. Por eso, argumentan con simpleza, canceló Texcoco, hizo el nuevo aeropuerto, “resucitó” el de Toluca, avanza en Dos Bocas, el Tren Maya se realizará y al final del sexenio la pobrería, quedará a un nivel social y económicamente de redención.

Postulan los convencidos de la 4T, que México, cuando López Obrador retorne a su rancho, será otro. Sí, pero en sentido negativo.

Piensan y actúan, quienes exaltan al caudillo, que con un verbalismo desenfrenado y una ideología ni pálidamente definida, pueden cambiar hacia sus intereses un México que adolece, pero no fallece.

Construir esta nación, sobre o por encima de los ineptos que se han encumbrado y a pesar de la rapiña, casi institucional desde el poder mismo, le ha costado al pueblo engaños, latrocinios, miseria y dolores como de un permanente parto; pero aquí está un País que no se doblega y que lucha por salvar instituciones y organismos sólidos.

Frente a AMLO, que con un poder autoritario, centrado en su ego pretende desde modificar hechos históricos, entronizar a sus propios héroes, implantar mecanismos sociales, estructurales y económicos que ni él entiende, como el de apoyar energías fósiles, que ya van de salida o derrumbar, cual se pretende, el andamiaje que sustenta los procesos electorales, hacer creer a los pobres que su salvación, en todos los sentidos depende del gobierno, eso no es, ni puede ser un plan de regeneración o salvación nacional.

Con artimañas, argucias y engaños combaten a personajes históricos como a Cristóbal Colón, cuya estatua en Paseo de la Reforma, fue agredida o pintarrajeada primero, luego removida.¿Para que no nos vea, no nos escuche y dé un vuelco la historia?

Andrés Manuel, presidente, ha exigido que España y la Santa Sede o sea el Papa, pida perdón a México, por hechos del pasado.

Eso es no conocer y menos entender la historia universal, no solo de Latinoamérica, sino de todos los pueblos de la tierra, que fueron invadidos, muchos esclavizados hasta que, a sangre y fuego lograron su independencia. En esos empeños ¿quién lo hizo bien y quien fue malvado? Si se puede hay que definirlo, pero no resulta sencillo un reclamo y menos venganza.

Andrés Manuel, con sus adictos, avanza, cada día más, al poder político, de eso no hay duda. Tiene ya en un puño buena parte del electorado de las gubernaturas y alcaldías, eso indica, para quien tenga ojos para ver y oídos para escuchar, que dejará en la Silla del Águila a alguien de sus contentillo, con el ABC de su crucigrama o sea con todo, teóricamente, resuelto.

Pero ¿saben qué mis estimadas lectoras y finos lectores? Les va a faltar lo que al carrizo: alma, o sea ideología.

Así el poder político, por muy apalancado que esté en el numerario, pronto se viene abajo, más cuando quien sustenta ese poder, se da cuenta que le faltan dos cosas: visión y principios, o sea meta e ideología, de lo que carece la 4T.

Se va a decir que eso tardará y que quienes somos ochenteros no lo alcanzaremos a ver. Es cierto, principalmente porque los que debieran abanderar la reivindicación de una democracia integral también se mancharon con las mieles del poder o no tienen ni parque y menos puntería ideológicamente hablando.

Este planteamiento podría entenderse como derrotista. No, no lo es. Resulta apreciación real y un exhorto para que fluyan los nuevos y mejores líderes, dirigentes, hombres y mujeres, que superen al autoritarismo y a los mediocres que están entregando el poder en charola de plata.

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