Un niño de tres años murió dentro de un auto. ¿Causa de muerte? Calor excesivo. Esto ocurrió hace unos días muy cerca de mi casa en Miami. Lo encontraron casi a las cuatro de la tarde, cuando la sensación térmica era de 38 grados. El padre, aparentemente, se descuidó y lo dejó en el auto.

Es el décimo niño que muere este año dentro de un auto debido a las altas temperaturas. En promedio, 38 niños mueren anualmente en Estados Unidos en circunstancias similares.

El calor es un asesino silencioso.

Morir de calor es cada vez más frecuente. Hace poco tuve que ir a San Antonio, Texas, a cubrir la muerte de 53 inmigrantes dentro de un tráiler. El chofer, según su testimonio, no se dio cuenta de que el aire acondicionado no estaba funcionando en la parte posterior del camión. La temperatura dentro del tráiler pudo alcanzar los 51 grados.

El planeta está sobrecalentado este verano. Las redes sociales son un compendio de masivas calenturas: la fría Londres es uno de los hornos más candentes del planeta y esta semana registró la temperatura más alta de su historia; hay cientos de muertos por la ola de calor en España y Portugal, además de varios incendios sin control; China tiene ciudades en el norte con 40 grados e inundaciones en el sur; Monterrey sufre una sequía extrema y a sus presas apenas les queda cinco por ciento de agua; nadie se salva.

Las olas de calor no se ven como los tornados, tsunamis o huracanes. Pero últimamente son tan intensas y peligrosas que la ciudad de Sevilla en España y varias organizaciones científicas han decidido ponerles nombres: Zoe, Yago, Xenia, Wenceslao y Vega.

Hay otras ciudades -Los Ángeles, Melbourne, Atenas…- que están considerando implementar medidas similares a las de Sevilla. Y la alcaldesa Daniella Levine-Cava del condado Miami-Dade, donde vivo hace tres décadas, estableció este año la primera Heat Season para concientizar sobre los peligros del calor de mayo a octubre.

Reconozco que el aire acondicionado me molesta mucho. No lo aguanto. Prefiero sudar un poco en la noche y abrir las ventanas del auto que ponerlo. Su ruido es tan molesto como el de un mosquito cerca del oído y no hay nada más incómodo que llegar en pleno verano a un lugar congelado. Tiendas, cines, restaurantes… son mi infierno helado. Mis mayores peleas familiares -lo confieso- son por el aire acondicionado; cuando yo paso por un termostato lo subo o lo apago mientras el resto de la familia lo vuelve a prender y a bajar. Y en la oficina, donde ponen el aire como si fuera Alaska, me verán con suéter casi todo el día. Crecí en la Ciudad de México sin aire acondicionado, donde el frío o el calor se regulan como en cualquier altiplano, poniéndose y quitándose capas de ropa.

Pero estos últimos días, igual en Europa que en América, ni un radical anti-AC como yo puede aguantar placenteramente los estragos del cambio climático. Estamos reventando al planeta.

Negar el cambio climático por nuestra culpa es tan absurdo e ignorante como decir que Donald Trump ganó las pasadas elecciones presidenciales en Estados Unidos. “Estamos experimentando un rápido calentamiento (del planeta) debido a actividades humanas, como la quema de combustibles que desprenden gases a la atmósfera”, ha concluido un reporte de Naciones Unidas. La década del 2010 al 2019 es la más caliente de la historia. Y no estamos en camino de cumplir las promesas del Acuerdo de París para evitar que el planeta se caliente más de 1.5 grados centígrados por arriba de la época preindustrial. Si pasamos ese límite, las consecuencias serán desastrosas.

“Ahora o nunca”, concluye el último reporte de Naciones Unidas sobre el cambio climático. Pero la inacción de muchos gobiernos parecería decir que hemos escogido colectivamente el “nunca”. La alternativa, según el secretario General de la ONU, António Guterres, “es la acción o el suicidio colectivo”.

Hay calores que matan. El asunto ha pasado de lo anecdótico a convertirse en noticia mundial. En Estados Unidos morirán 59 mil personas en el 2050 por el calor extremo, calcula el Atlantic Council.

De pronto, ese plácido verano post- pandémico que tanto estábamos esperando nunca llegó. La pandemia sigue aquí, los mares calientes prometen muchos huracanes y aún faltan dos meses para el otoño.

@jorgeramosnews

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *