El pasado 8 de agosto se me notificó la resolución de expulsión del Partido Acción Nacional, por parte de la Comisión de Orden y Disciplina Intrapartidista del Consejo Nacional. Por supuesto la reacción y respuesta a esta sentencia ha sido la de entablar Juicios de Protección de los Derechos Político-Electorales del Ciudadano ante las instancias jurisdiccionales competentes.
Litigaremos el asunto, porque la substancia es la prevalencia del derecho a opinar de los miembros de un partido, frente a la facultad de las partidocracias para expeler a militantes incómodos. Esos son los hechos. Paso ahora a las reflexiones que deseo compartir con mis lectores.
La acusación que se me formuló por la Comisión Permanente del Consejo Estatal y firmada por Eduardo López Mares, me imputa la conducta de deslealtad al PAN, consistente en mis reiteradas opiniones críticas, compartidas a través de mis redes sociales y editoriales en contra del candidato a presidente municipal de Guanajuato en 2021, Alejandro Navarro Saldaña. Dicha conducta por resultar, según ellos gravísima, conlleva la pena de expulsión.
Algunas consideraciones: la instancia que solicitó la más fuerte sanción, la Comisión Permanente del Consejo Estatal, tiene como uno de sus miembros a Samantha Smith, la esposa de Alejandro Navarro, la cual votó, no obstante que tenía conflicto de interés, para que se me sancionara. La votación fue unánime. Ni un solo panista levantó la voz en mi defensa, no obstante, los 35 años de militancia en esa organización y el conocimiento que alguien pudiese haber tenido de mi desempeño en el partido. Esto significa que la decisión no se tomó desde la instancia partidista, sino desde ámbitos superiores, para exigir mi separación del PAN. Desde hace tiempo, la dirigencia del partido se ha acostumbrado a recibir instrucciones.
El expediente, remitido a la Comisión de Orden Nacional, en la cual participa la guanajuatense Rubí Laura López Silva, se aceleró a partir del fracaso del proyecto estandarte del alcalde Navarro, el Nuevo Museo de las Momias (MUMO) del cual he sido un crítico constante y frontal. El munícipe capitalino se sintió agraviado por el golpe mortal asestado al esbozo de proyecto con el que intentaba endeudar a los ciudadanos de Guanajuato Capital en más de 100 millones de pesos. Esta sanción que se intenta imponerme es, en parte, una venganza local, pero combinada con otra circunstancia más grave: la intolerancia a cualquier tipo de crítica directa al gobierno.
Convalidan lo anterior las supuestas pruebas que se ofrecen para intentar comprobar mi deslealtad al PAN, destacando los editoriales publicados en mi columna dominical de AM: “Voto y no Voto”, “Frenar a Medina”, “El PAN como partido soviético”, “¡Les Valió!”, “Alineación Astral”, “Plebiscito, porque no se mandan solos”, “Neo Moches”, “Política y Klan”, “El PAN, por encima de la marca”, “El Nacimiento del PAN como tapadera”, “El PAN como tapadera”, “El PAN como defensor de lo indefendible”, “Ahora, a chantajear empresas”, “Ocurrencias, y “Libertad de Expresión y Opinión” (*). Infieren que en esas piezas periodísticas está concentrado un cúmulo de deslealtades a mi partido, y por ello debo de ser desterrado de él, no obstante que su circulación por redes y chats panistas ha sido bienvenida, respaldada y reproducida con entusiasmo.
Ciertamente he sido constante en las críticas mordaces a dirigencias y gobiernos que no cuidan a la institución y no actúan en congruencia con los ideales que establecen sus principios de doctrina. Los reproches han ido encaminados a denunciar a los pésimos gobernantes que utilizan el escudo blanquiazul para cometer fechorías. Van en contra de organizar, como sucede en Guanajuato Capital ciudad patrimonio de la humanidad, no un gobierno, sino una red de corrupción dedicada a extraer rentas de los presupuestos públicos y de la gestión propia del poder.
Y para sorpresa de todos, son precisamente los funcionarios del PAN estatal los que brindan cobertura política a un desaseado alcalde que carga sobre sí decenas de denuncias, especialmente por violencia de género. Protegen, desde el Comité Directivo Estatal (CDE) a un grupúsculo de funcionarios dedicados a distribuir dádivas y regalar diversos obsequios para clientelizar a los ciudadanos, despojándolos de su libertad de voto. ¿Les parece este tipo de actuaciones algo muy propio del ideario panista? Sin embargo, la respuesta en el CDE del PAN es el silencio cómplice y el apoyo al gobierno botín que ha construido Alejandro Navarro en la capital de un estado, emblemático por su lucha por las libertades, entre ellas, las de expresión.
Termino compartiendo con ustedes una convicción: primero está la libertad de pensar y expresar esas reflexiones escribiendo y comunicando, que la pertenencia a una noble organización, ahora degradada en sus ideales por malos dirigentes y peores gobernantes. Es una tragedia que cuando más se requiere la acción nacional de un PAN genuino, cuando se hacen llamados a fortalecer la unidad para enfrentar a un peligroso enemigo, lo que se decide es expulsar a quienes nos atrevemos a hacer críticas, advirtiendo que nuestros gobiernos más cercanos, equivocadamente, actúan en la misma línea del federal, eliminando la división de poderes y estableciendo autoritarismos zafios. Y la crítica les duele más cuando se genera desde un periódico o a través de las redes sociales. Finalmente, lo que quieren es nuestro silencio, y eso no lo van a obtener. Prefiero la pluma.
(*)Todos los editoriales se pueden leer en las ediciones dominicales de AM o desde mi Blog: carlosarcemacias.wordpress.com