Sorprendió el legislador Raúl Paz Alonzo, que, de malas a primeras y sin el menor escrúpulo (formado en las filas panistas), a la hora de una importante votación en el Senado de la República haya mutado o sea cambiado de partido para unirse a Morena.
No era en el PAN una figura opaca. Tenía trayectoria ya que en sus manos estuvo, por un buen tiempo, la dirección regional. Manejó por décadas siglas y militancia. No resultaba iniciado y si llegó como padre conscripto fue por su trayectoria.
Dada esa realidad sorprendió su chapulineo o sea tirada de ropaje albiazul para colocarse la casaca de Morena.
¿Qué gusanito le picó para de pronto mutar hacia posición total y absolutamente opuesta?
Se supo que el partido del Presidente, para acumular una votación numérica que le urgía, se aproximó a ese oído y se deduce, entiende que también a eso que se dice conciencia, para convencerlo del “chaquetazo”.
Fue ventilado, lo que el actor no ha desmentido, que en el trueque le ofrecieron lanzar, para el futuro inmediato, su candidatura a la Alcaldía de Mérida o hasta a la gubernatura peninsular.
Aquí vale la pena una reflexión respecto a la metodología del partido de AMLO. Ofrecer, dar y convencer. No, de ninguna manera nos adentremos en buscar una explicación de valores, convicciones de este y otros actores, supuesto que en no pocos militantes de los partidos es nula la formación, no escasa, nula, porque no fueron adoctrinados sino atraídos a esa filas mediante la conveniencia. ¿Ideología? cero; pero escalaron, hasta donde les fue posible. Ahora mismo hay quienes sirven supuestamente al azul, pero aguardan el instante del cambiazo. Ya lo veremos en Guanajuato al darse la batalla por la gubernatura. Saldrán nombres a la luz, otros se esconderán, como zapadores.
Lo interesante de este fenómeno chapulinesco, está en entender la desnudez por no decir cinismo, con que procede la 4T. Es una formalidad de Morena, partido en el poder, elegir candidaturas por mayoría, sobre todo mediante encuestas, consultas o hasta a mano alzada.
Aquí resulta complicado entender el maniobrismo electoral interno. O sea, frente a otr@s militantes, hombres o mujeres, con trayectoria y, se entiende, labor partidaria meritoria, ¿se impondrá el dedazo para que el expanista, recién llegado, sea nominado? No hay otro sistema, método o formulario a efecto de que se vea y respalde al que, en esa eventualidad, sería el “enano del tapanco”.
En una encuesta o evaluación, es claro que el expanista caído a Morena con paracaídas, ni pintaría, por lo cual resultaría imposible cumplirle la promesa de la alcaldía o gubernatura.
Claro que hay otra salida: convencerlo, que no ha de ser muy complicado, de que no juegue la gubernatura pero ocupe el puesto de Secretario General de Gobierno. Así todos contentos y la honra del método morenista quedaría incólume.
Como vemos en política no todo, pero casi todo se puede, más cuando hay militantes que negocian su primogenitura no solo por un plato de lentejas sino por que los coloquen en donde hay ordeña.
¿Cómo es posible advertir, ver, convencernos y no dudar que los políticos en México, ayer y hoy, amasan fortunas a costillas de este sufrido pueblo? Basta verlos, a ellos y ellas. Lo rico, gordo y tonto no se puede ocultar.
Pero retomemos la “negociación” con el senador yucateco para recordar que en los viejos tiempos revolucionarios, el general Alvaro Obregón dijo tajante que “nadie resiste un cañonazo de cincuenta mil pesos”. De los de ese tiempo, que ahora serían millones.
No, nadie suponga siquiera que con lo anterior sugerimos o nos aproximamos a creer que el expanista peninsular recibió dotación de numerario. Sería temeridad y falta de honestidad el simple suponerlo; pero, en los cargos que le ofrecieron, pudiera existir la posibilidad que con algún pingüe negocito, mejorara sus finanzas. ¡No pocos, en ese medio, saben cómo hacerlo!
Y pregunto finalmente: ¿el método para elegir al expanista, ahora por Morena, candidato a lo que sea, será por encuesta, en reunión a mano alzada o se revitalizará el dedazo?
Cualquier método es posible si de actuar grotescamente se trata para apabullar a la democracia.
MTOP