Aunque después me acusan los gobernadores de que los estoy atacando, pues ¿para qué vamos a esconder que en Guanajuato campea la delincuencia? O que en Nuevo León no hay policía o que Chihuahua es presa del crimen organizado, ya no hablemos de Jalisco”.
Adán Augusto López,
secretario de Gobernación.
La violencia en el país no para, y para desgracia de nuestro estado, encabezamos la lista de homicidios dolosos. Los últimos años vivimos una guerra constante, una que nunca habíamos imaginado.
Tras la última masacre en un centro botanero de Irapuato con 12 muertos y varios heridos, el ciudadano se pregunta: ¿por qué las autoridades federales y estatales no pueden detener la tragedia?
Hemos tenido múltiples interpretaciones, respuestas y justificaciones de parte de los gobiernos. El presidente López Obrador acusa de incompetencia a las autoridades estatales y sugiere cambios pero no dice qué hace la Federación para colaborar en traer la paz. El secretario de Gobernación, Adán Augusto López culpa a los gobiernos de oposición. La Guardia Nacional y el Ejército callan porque no tienen mucho que decir o quieren seguir en el sigilo que tenían hasta que llegaron las filtraciones “Guacamayas”.
Desde que estaba Alfonso Durazo al frente de la Secretaría de Seguridad Nacional, decía que habían enviado 8 mil guardias y soldados en apoyo a la entidad. Nunca supimos dónde estaban o qué hacían. Su despliegue no paró el problema.
El ex gobernador Miguel Márquez construyó una estancia para brigadas de policías militares hace seis años sin que tuviera efecto alguno. La presente administración aumentó presupuestos, legisló contra el terrorismo y fortaleció a la Fiscalía General y a la Secretaría de Seguridad Pública del Estado con mayor presupuesto. No vemos grandes resultados.
A pesar de todo el esfuerzo federal y estatal las cosas no mejoran. Vemos pasar camionetas y tanquetas artilladas y convoyes de soldados armados después de cada masacre, como para inspirar tranquilidad. De poco sirven. Los helicópteros arrendados por el gobierno estatal hacen vigilancia nocturna después de algún incendio como los generados en Oxxo o una detención de líderes de algún cártel pero al tiempo la violencia regresa.
Conocemos lo que sucede en las reuniones de seguridad que realizan los representantes estatales y federales por el acceso a la información del hackeo de las llamadas “Guacamayas”. La verdad es que en ellas hay reportes, hay comentarios pero no se ve que exista un seguimiento o una estrategia coordinada entre las fuerzas del orden.
Adán Augusto López, no puede acusar a los estados sin acusarse a sí mismo. La seguridad, la tranquilidad y el cumplimiento del estado de derecho es responsabilidad primordial del Gobierno de la República que él representa. La estrategia de “abrazos y no balazos” tiene al país en su peor época desde la Revolución de hace cien años.
Si las cosas no mejoran, el sexenio puede terminar con 200 mil homicidios dolosos, la peor cifra del México moderno. No vale acusar a los gobiernos de la oposición o a las autoridades municipales y estatales. Bien dice el secretario López, la realidad no se puede ocultar, pero tampoco la falta de voluntad y determinación de la Federación por encabezar la lucha por la pacificación del país.
A Guanajuato convendría concertar un mando conjunto, una sola cabeza responsable de llevar la estrategia. Otros estados como Coahuila lo han logrado. Esa debe ser la prioridad de gobernar, ninguna otra es tan importante como salvaguardar la vida de los ciudadanos.