En su primera presentación en el Festival Internacional Cervantino como oboísta principal, el costarricense Rafael Monge de 24 años, tocó una pieza que pudo costarle la vida.
En una entrevista con A.M, Enrique Barrios, director de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional (OSIPN), reveló que durante su presentación en el Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña en el Forum Cultural Guanajuato, se ejecutó una pieza musical considerada mortal.
“En esa ocasión tocó uno de los conciertos más difíciles que hay para este instrumento, uno de los conciertos que más demanda artística, física y emocional tiene para el instrumentista.
“Es un concierto de tal dificultad técnica y demanda física que ha habido oboistas que han muerto sobre el escenario tocando esta obra”, dijo Barrios.
“Concierto para oboe y orquesta en Re mayor”, que lo conforma: “Allegro moderato”, “Andante” y “Vivace- Allegro” de Richard Strauss, fue la obra que dominó Rafael.
En su único concierto programado para el Cervantino con la OSIPN, que fue a teatro lleno y fue ovacionado de pie, también se interpretó: “Por el bello Danubio azul, Op. 314” de Johann Strauss Jr.
Y “Sinfonía No.1 en Re mayor, El Titán”, conformadas por las piezas: “Lento, arrastrado. Al principio muy apacible”, “Robusto y olvido, pero no muy rápido”, “Solemne y mesurado, pero sin arrastrar” y “Movimiento tormentoso” de Gustav Mahler.
“Rafael es un artista de unas dimensiones y un nivel que sobrepasa cualquier consideración de edad, es un virtuoso del oboe y es un gran honor que sea el oboísta principal de la sinfónica del politécnico nacional”, afirmó Enrique Barrios, director de la OSIPN.