Por J. Jesús Esquivel, de la agencia PROCESO
Las Vegas.- La orden que recibió en 2007 el Grupo Especial de la Policía Ministerial del Gobierno del Estado de Baja California fue rotunda: acabar con el cártel de los hermanos Arellano Félix y proteger a la gente del Cártel de Sinaloa, relata a Proceso el único sobreviviente de esa agrupación policial.
“El licenciado Víctor Felipe de la Garza Herrada, subprocurador Contra la Delincuencia Organizada, nos lo informó y dijo que la orden venía de la Ciudad de México, del más alto mando de la Secretaría de Seguridad Pública” (SSP) del gobierno federal.
“De la Garza Herrada, Lima 1, nos aclaró que él no recibía órdenes del gobernador del estado (el panista) Eugenio Elorduy Walther, sino directamente de la SSP, del secretario Genaro García Luna”, recuerda el exintegrante del grupo de policías bajacalifornianos.
Joven, acercándose a las cuatro décadas de vida, el entrevistado que salió de Baja California y de México para evitar ser eliminado como el resto de sus compañeros de ese Grupo Especial, posteriormente bautizado como Unidad Especializada Contra el Crimen Organizado (UECCO), da cuenta de todo lo que hicieron en Tijuana y Mexicali para “borrar” a los Arellano Félix y dar garantías de operación al Cártel de Sinaloa.
“Fuimos dos generaciones de policías que integramos esos grupos creados por los gobiernos del PAN (Calderón a nivel federal y Elorduy Walther a nivel estatal); nos dieron entrenamiento especial y casi siempre operamos vestidos de civiles”, recuerda.
Para probar la autenticidad de su antigua asignación y de las operaciones que llevó a cabo, el expolicía entrega a Proceso documentos oficiales emitidos por el gobierno de Baja California que lo acreditaban como lo que fue, y certificados de reconocimiento a su trabajo, amén de folios sobre careos, sellados y firmados, llevados a cabo a nivel federal en el Penal de Alta Seguridad del Altiplano en el Estado de México.
Por acuerdo para no revelar su identidad por temor a represalias contra su vida y la de su familia, en los documentos y en la entrevista se testa su nombre.
Estructura de mando
“Ingresé a ese grupo en 2004, pero hubo una generación previa que estaba en el Grupo de Secuestros; recibimos entrenamiento especializado y militar”, cuenta el expolicía que dejó la corporación en 2009 tras darse cuenta de que su vida en México corría peligro.
Sentado frente al reportero sobre una banca de una plaza pública, el expolicía afirma que a su grupo lo entrenaron para operar contra los Arellano Félix tres elementos del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, los Gafes del Ejército mexicano.
“El entrenamiento nos lo dieron durante seis meses en Tecate; todos éramos jóvenes”, comenta quien tras renunciar a la UECCO comenzó a trabajar en Baja California como informante de agencias federales de Estados Unidos, principalmente la DEA.
“También trabajé con ATF (Buró de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos) comprando armas en Estados Unidos: cuernos de chivo, R-15, rifles calibre .50, armas militares; las compraba en el mercado negro para que los policías güeros detuvieran a quienes las traficaban para México; querían dar la impresión de que hacían algo”, agrega.
Su labor de informante de agencias estadunidenses fue exitosa. Su experiencia en Tijuana y Mexicali en la nebulosa policial le facilitó salir de México y quedarse a vivir en Estados Unidos.
El entrevistado describe la pirámide de mando que operó en el sexenio de Calderón, presuntamente por órdenes de García Luna, a favor del Cártel de Sinaloa en Baja California: Elorduy Walther; en la capital mexicana el licenciado Lima, alias Lima Lima, que estaba en el mismo nivel de mando y poder del gobernador, Lima 1; Alonso Ulises Méndez Gómez, coordinador de la UECCO, Lima 2; el comandante Salvador Salas Landaverde; el ministerio público titular Luis Felipe Chan Baltazar; otros ministerios públicos identificados como licenciado Ángel Vizcarra, licenciada Clara, licenciado Chinchorro; Martín Guzmán Montelongo, El Caballo, jefe del Grupo de Homicidios Violentos; Navarrete, jefe del Grupo de Secuestros; y debajo de ellos, los agentes especiales que nunca vistieron uniformes de policías estatales o federales.
“Todas las detenciones que hacíamos fueron de gente de los Arellano Félix que en esos años comandaban Francisco Arellano Félix, El Tigrillo, y Jorge Briseño López, El Cholo, resalta el expolicía.
A cargo específicamente de allanar el camino al Cártel de Sinaloa en Baja California –según el entrevistado– y de manera específica para las fracciones de esa organización a cargo de Ismael, El Mayo, Zambada García y de Joaquín, El Chapo, Guzmán Loera, operó el comandante de la UECCO, Salvador Salas Landaverde.
“El comandante le rendía cuentas nada más al gobernador y a Lima Lima, el licenciado que estaba en la Ciudad de México que nos decían que era la mano directa de la SSP en el asunto”, narra el entrevistado.
Nunca supo el primer nombre del jefe que operaba desde la capital, pero el entrevistado afirma que “Lima Lima era lo máximo y que él nada más le rendía cuantas a García Luna directamente, ni siquiera al procurador General de la República (Eduardo Medina Mora) y ni qué decir al del estado de Baja California o al gobernador”.
Centro de tortura
El cuartel de operaciones de la UECCO –cuyos integrantes operaban vestidos de civil– fue una casa de seguridad (destruida a propósito desde que concluyó la labor de García Luna en la SSP) ubicada en Mexicali en la calle 55, sin número, esquina con el Bulevar Lázaro Cárdenas, colonia Hidalgo, en el desarrollo urbano Zacatecas y con el código postal 21090.
“En ese inmueble hubo cuartos de arraigo, de tortura, instalaciones con equipo tecnológico para interceptar llamadas telefónicas y para localización geográfica satelital”.
A esa casa de operaciones y de seguridad, sostiene el entrevistado, fueron a parar todos los integrantes del cártel de los Arellano Félix capturados por ese grupo especial.
Según el expolicía los agentes tenían que estar disponibles las 24 horas los siete días de la semana. “Nos pagaban bien, como unos 25 mil pesos al mes; era una partida federal. No teníamos limite presupuestal. Contábamos con cuatro camionetas blindadas. De la Garza Herrada traía dos blindadas, una Tahoe azul y una gris, se le cuidaba todo el tiempo.
“Se torturaba a los detenidos con bolsas de plástico, los flejaban con papel plástico. Se les acostaba y luego la bolsa de plástico para asfixiarlos. Se brincaba sobre su estómago”, recuerda.
El entrevistado hace una pausa, quiere destacar algo siniestro pero que expone el nivel de maldad que García Luna permitió utilizar a sus personeros contra los enemigos del Cártel de Sinaloa.
“Había unas mentes maestras para las torturas: Salas Landaverde y De la Garza Herrada. Pero quien era un psicópata era De la Garza Herrada. Se lo puedo afirmar porque me tocó verlo, le gustaba torturar a la gente con la bolsa de plástico y otros métodos horribles.
“A estos batos hasta parece que los contratan como mercenarios a sueldo en otros estados; después de que estuvieron en Baja California los contrataron en Aguascalientes, en Chihuahua; Sonora y no sé dónde más”, explica el expolicía, quien se estremece al recordar la tortura de la bolsa de plástico porque, confiesa, “a mí también me bolsearon”.
Insiste en que en los años en que fue miembro de la UECCO se violaron derechos humanos y se cometieron asesinatos por órdenes directas de la SSP para ayudar al Cártel de Sinaloa, aunque detuvieron también a narcos de otros grupos.
“Aplicaron la ley violando la ley y aparte inclinados a proteger y defender a un cártel”, acota la fuente.
El adiestramiento especial de inteligencia y militar que recibió el expolicía se palpa en su manera de actuar y observar sus alrededores, tal vez temeroso por su seguridad. La entrevista se lleva a cabo en un lugar público, abierto, y él no deja de mirar constantemente a sus flancos, aunque está de espaldas a una pared para que por atrás nadie lo sorprenda y de frente tiene al reportero.
“Se manejaba también mucho dinero; cada vez que deteníamos a alguien nos entregaban dinero, dependiendo del que fuera detenido, pero regularmente eran entre 20 mil y 50 mil dólares; aparte se pedía dinero para Chan Baltazar y para Salas Landaverde”, dice.
ESTA INFORMACIÓN TE PUEDE INTERESAR:
Mantiene Adán Augusto confrontación con Diego Sinhue por violencia en Guanajuato
Profeco: Vende HEB en León la canasta básica más cara del centro de México
José Rosas Aispuro: Investigan en Durango desfalco de 1,500 mdp en administración panista
HEP