No existe gobierno perfecto, ni hay país que logre ascenso ininterrumpido. Para evaluar el desempeño de un gobierno se requiere de la objetividad que sólo el paso del tiempo provee y, aun así, la historiografía tiende a sufrir de memoria selectiva por sesgos ideológicos. Pero los números son implacables: un país crece o no, aumentan o disminuyen pobreza, esperanza de vida, acceso a la salud y a educación, y la calidad de ambos derechos. Son éstos los que hacen que el despegue de países como Singapur, Corea del Sur, o incluso Chile, se vuelva irrefutable con el tiempo.

Todo gobierno tiene aciertos y errores, y su legado histórico es resultado del saldo neto de ambos. En los últimos días, la aparición pública de los ex presidentes Ernesto Zedillo y Felipe Calderón llevó a que se compare su desempeño con el de AMLO. Admitiendo el riesgo de sesgo al evaluar un gobierno en curso, no hay punto de comparación.

Los gobiernos recientes estuvieron lejos de ser perfectos, pero fueron capaces de construir -poco o mucho- sobre lo heredado. Ese no es el caso del gobierno actual, que se ha caracterizado por una innecesaria y absurda destrucción que amenaza con echarnos atrás tanto que habrá áreas en las que jamás nos recuperaremos.

Muchos que votaron por AMLO lo justificaron porque “no podíamos estar peor”, una premisa no sólo falsa sino peligrosa, porque aceptarla volvía aceptable destruir lo que había. Quizá con excepción de la seguridad, no hay indicador alguno en el que México no haya estado mejor en 2018 que en 1982, año que AMLO señala como origen del retroceso. Nuestra economía era más grande, los niveles de ingreso eran mayores, somos una potencia exportadora, hay menos pobreza, mucho mejor acceso a salud pública, el acceso al poder tiene que pasar por el voto popular a partir de una democracia perfectible pero innegable, y empezábamos a construir órganos constitucionales autónomos que abonarían a nuestro progreso. Algunos de ellos, contribuían a que nuestras políticas públicas incorporaran criterios técnicos, más que políticos, un factor indispensable en medio de la colosal disrupción tecnológica que se avecina.

Sin duda, seguíamos siendo un país desigual y no habíamos logrado construir un Estado de derecho. Pero este gobierno ha provocado retroceso en todos los logros antes mencionados, sin excepción, e introduce problemas nuevos. Su cercanía con organizaciones criminales es irrefutable y preocupante, la expansión de programas asistencialistas -que en nada abonan a la movilidad social o a la erradicación de la pobreza- será un lastre cada vez más pesado para los gobiernos que vengan, la violación de acuerdos comerciales y la destrucción de la planta productiva limitarán crecimiento futuro, y la militarización del país y los enormes y opacos presupuestos que reciben las Fuerzas Armadas nos ponen en un sendero peligroso y potencialmente irreversible.

¿Hubo corrupción en gobiernos previos? Sin duda, y la hay también en este, cuando menos igual y quizá mayor. ¿La impunidad era flagrante? Sí, y lo sigue siendo. Pero también hubo logros. Construimos una democracia y un árbitro electoral autónomo que este gobierno amenaza con dinamitar. Ganamos prestigio internacional como un país responsable en los mercados financieros, y con quizá el mejor banco central de cualquier economía emergente. Logramos una reforma energética oportuna e indispensable, aunque -por arrogancia- cometimos el error de no explicarles sus beneficios a los mexicanos. Incluso apoyo la decisión de Calderón de enfrentarse a cárteles. Quienes lo critican creen en un statu quo insostenible, dados los cambios en el tráfico de drogas que pasó de la marihuana a la cocaína, y que ahora se fue hacia productos sintéticos. ¿Se pudo hacer mejor? Sin duda. Pero había que hacerlo.

No puedo pensar en algún logro de este gobierno, pero sí hay retrocesos evidentes y dolorosos. Tenemos perspectiva histórica para afirmar que los gobiernos de Echeverría y López Portillo fueron terribles. Desde aquellos, no había otro tan flagrantemente destructivo.

@jorgesuarezv

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *