Brasil.- Tereza Cristina sirve un café a los visitantes en su casa, rodeada de plantaciones de soya. Los huéspedes sentados en sillas de mimbre son amigos y agricultores deseosos de escuchar qué pueden hacer para ayudar a que Jair Bolsonaro sea reelegido presidente.
Cristina, exministra de agricultura del gobierno de Bolsonaro, es la carta ganadora que tiene el mandatario de extrema derecha en el estadio Mato Grosso do Sul, con un importante sector agrícola que es clave para Bolsonaro, quien disputa la presidencia con el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
Cristina, de 68 años, renunció como ministra en marzo para buscar una banca en el Senado, que consiguió con el 61 % de los votos el 2 de octubre. Obtuvo más votos que el propio Bolsonaro en la primera ronda de la elección presidencial en un estado de 2,8 millones de personas.
Lula lleva leve ventaja a Bolsonaro en las encuestas y cualquier voto que consiga el mandatario puede resultar clave en la consulta del domingo.
La economía del estado, y de todo el país, floreció durante el gobierno de Lula, del 2003 al 2010. Y desde entonces el estado sobrellevó bien los bajones económicos. Su PBI subió más del 10 % en términos reales desde el 2012, mientras que el del resto del país se contrajo, de acuerdo con Sérgio Vale, el principal economista de MB Associados.
Cristina se enfoca en temas como la regularización de la propiedad de las tierras de miles de pequeños agricultores bajo el gobierno de Bolsonaro, que según ella ayudó más a ese sector que el boom de exportaciones que hubo en los tiempos de Lula, quien según ella favoreció a los grandes hacendados en detrimento de los pequeños agricultores.
“En esos años (en que fue ministra), trabajé mucho más para los pequeños agricultores que para los grandes. Los grandes no necesitan al gobierno. Lo que necesitan es libertad (para operar). Los pequeños productores sí nos necesitan”, manifestó Cristina el lunes, durante una conversación con hacendados del estado de Minas Gerais. Aludía a la política de Bolsonaro de no intervenir en la economía y dar cierto apoyo a las operaciones agrícolas pequeñas, de familias.
Su prédica parece estar dando resultados.
“Voy a votar por Bolsonaro en buena medida por ella”, declaró João Pedro Bernardy, hacendado y director de un depósito que se identifica como un moderado y que tiene plantaciones de soya en Sidrolandia, cerca de Campo Grande, la capital estatal.
Bernardy cree que el sector agropecuario puede tener problemas si Bolsonaro es reelegido. Sostuvo que la deforestación de la Amazonía, que muchos atribuyen al presidente, puede hacer que impongan restricciones a las exportaciones de Brasil.
Pero también le molesta la historia de corrupción del Partido de los Trabajadores de Lula, eje de numerosos escándalos, incluido uno por el que el propio Lula fue encarcelado hasta que la Corte Suprema revocó el fallo.
Indicó que Cristina se ha manejado bien y recordó que Bolsonaro no impidió que los trabajadores del sector agrícola siguieran desempeñando sus tareas durante la pandemia del coronavirus y les dio beneficios. El presidente impulsó asimismo proyectos de carreteras y otra infraestructura en el campo para ayudar a que los productos lleguen a los mercados.
“Su presencia garantiza las exportaciones. Sabe que no podemos depender exclusivamente de China”, dijo Bernardy, aludiendo a los esfuerzos de Cristina para encontrar más compradores para los productos brasileños.
Mato Grosso do Sul es uno de los grandes centros agrícolas del centro y norte del país, donde viven 16 millones de personas. El florecimiento económico de la región se percibe en Campo Grande, donde surgen sitios vistosos como un restaurante de comida de fusión peruano-japonesa y comunidades cerradas con canchas de tenis y concesionarias de Jaguar, Land Rover y Harley-Davidson.
El sector agropecuario brasileño ha florecido en los últimos años, sin importar qué tipo de gobierno había y a pesar de los malos momentos que vivió la economía brasileña, en buena medida por el impulso que tomaron las exportaciones a China a partir de comienzos de los años 2000.
Da la impresión de que Bolsonaro gana terreno rápidamente en Mato Grosso do Sul y de que Lula lo pierde. Abundan los carteles callejeros de apoyo a Bolsonaro y hay muy pocos de Lula.
Eso molesta a Militino Domingos de Arruda, un izquierdista de 78 años que supo trabajar en haciendas ganaderas y ahora sobrevive recogiendo cosas reciclables. Dice que decenas de millones de brasileños pasan hambre porque el modelo agropecuario está orientado a las exportaciones.
Se queja de que Lula cedió la región para enfocarse en otros puntos del país.
“Su campaña aquí es tan débil que casi no veo adhesivos, banderas ni nada que atraiga votantes”, se lamentó de Arruda en su casa, llena de banderas del PT y de pósters de Lula. “Lula ni siquiera vino por aquí”.
Lula, no obstante, recibió el apoyo de la senadora moderada Simone Tebet, quien es de Mato Grosso do Sul, donde su familia tiene grandes extensiones de tierra en la que cultiva caña de azúcar y otros productos. Tebet, de 52 años, finalizó tercera en la consulta del 2 de octubre, tras lo cual alentó a votar por Lula.
“Fue la decisión más dura de mi vida”, declaró Tebet a la Associated Press por teléfono. “Se eligió un Congreso muy conservador, gobernadores que apoyan a Bolsonaro, y el centro democrático al que pertenezco se derrumbó. Nunca había hecho campaña por el PT”.
Tebet cree que el sector agropecuario apoya a Bolsonaro por un temor infundado al Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, que por décadas tomó tierras en desuso y respondió con violencia cuando hubo desalojos forzados. El movimiento es un firme aliado del PT.
Tebet afirmó asimismo que el nacionalismo conservador de Bolsonaro es bien visto en el campo.
“Pero esto puede cambiar si gana Lula. Conozco mi estado”, expresó Tebet. “Sé que nuestro sector agropecuario también teme el cierre de mercados en el exterior por la política de Bolsonaro en contra del medio ambiente”.
Jaime Verruck, secretario de agricultura del gobierno de centro-derecha del Mato Grosso do Sul, dijo que considera a Cristina como una posible presidenta del Senado.
El gobierno de Bolsonaro fue salvado por el Ministerio de Agricultura de Cristina. Fue lo único bueno que pudo mostrar en los foros internacionales”, expresó.
Cristina le cae bien a María Nelzira, de 36 años, una mujer de raza negra aue estudió pedagogía y ahora preside una cooperativa agrícola local. Supo apoyar a Lula. Pero dice que votará por Bolsonaro porque considera que él y Cristina dieron impulso al sector agropecuario con iniciativas para regularizar la propiedad de la tierra y dar acceso a préstamos en los bancos estatales.
“Corrigieron el caos que había, abordaron los principales problemas burocráticos y eso incidió mucho en nuestra cooperativa”, dijo Nelzira. “Nuestros ingresos aumentaron, ahora tenemos más ayuda. La gente sabe que las granjas pequeñas ayudan a alimentar el país”.
Cae Jair Bolsonaro en las preferencias
De acuerdo a Europa Press, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se encuentra por debajo en las encuestas para las elecciones.
El optimismo se ha desinflado con los últimos sondeos, que le colocan hasta siete puntos por debajo de su antagónico, Luiz Inácio Lula da Silva.
(Con información de Agencia AP y Europa Press).
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