León, Guanajuato.- Sin políticas públicas que impacten a la comunidad, ya pasaron 50 años desde que en la década de 1970 comenzaron los conflictos con los hornos ladrilleros, que en ese entonces se encontraban en la colonia La Florida. Ahí, tal y como sucede actualmente, la mancha urbana, las viviendas los alcanzaron.
Fue durante la gestión de Harold Gabriel Appelt (1980-1982) que se tomó la decisión de reubicar los hornos a una zona alejada, muy alejada en ese entonces de la población. Esto hizo surgir poco a poco lo que hoy son Ladrilleras del Refugio.
María Serna recordó que ella llegó con su familia hace más de 40 años a la zona, cuando los quitaron de la ciudad para enviarlos lejos.
Me acuerdo de que vivíamos en un Camper de una camioneta. De ahí ganamos pa’ca y aquí nos quedamos. Mi papá dijo que le gustaba vivir para acá, él tenía amigos en La Roncha y le sugirieron venir acá. Ya se venía mi papá a hacer tabique antes de venirnos para acá”, relató.
Su familia fue una de las primeras que llegó, poco a poco construyeron su casa y a la fecha la familia se dedica a producir el ladrillo en su horno de campaña.
El trabajo en la ladrillera empieza temprano, cuando los niños ya se fueron a la escuela, pero hay otros que al salir el sol ya se encuentran “en el jale”, mojando la arcilla, mezclándola, acomodando el tabique seco en el horno, o atizando el fuego para que siga la cocción del tabique.
La mayoría trabajan descalzos sobre la arcilla para evitar estropear los zapatos, y así descalzos pasan por los senderos llenos de maleza, escombro que dejan las empresas constructoras, y residuos de madera, principalmente tarimas o restos de muebles. Algunos otros utilizan leña que les traen de la zona serrana.
Pero también existen casos en los que productores usan residuos de curtidurías, llantas u otros materiales que generan mayor contaminación. Por ello, los productores solicitaron recientemente más operativos de Medio Ambiente y de la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial (PAOT) para realizar clausuras y detectar a las empresas curtidoras que traen sus residuos a la comunidad.
Actualmente Ladrilleras del Refugio cuenta con una población de mil 815 habitantes (INEGI, 2020) de los cuales 897 son mujeres y 918 hombres. Prácticamente todos nacieron ahí, según el censo de vivienda.
Las calles de la comunidad son de tierra, no existe la pavimentación a pesar de que en la zona se producen tabiques y otros materiales que podrían utilizarse para mejorar los caminos llenos de zanjas intransitables en la época de lluvia.
Existen 302 hornos ladrilleros, casi el mismo número de casas (339) que tienen una ocupación de 5 personas por vivienda, 2 por cuarto aproximadamente según los datos del INEGI.
La falta de servicios generalidad se debe a la falta de certeza que tienen las familias sobre la propiedad que habitan, hace unos años se suspendió el proceso para entregar las escrituras de las viviendas ya que el organismo federal, el Instituto Nacional del Suelo Sustentable (antes Comisión para la Regularización y Tenencia de la Tierra) no acreditó los procesos jurídicos para validar la posesión de la tierra. Quedaron al menos 47 lotes por tramitar escrituras.
En este aspecto, el Instituto Municipal de la Vivienda, promovió en el Ayuntamiento revocar el convenio con el gobierno federal para que sea el municipio quien entregue los terrenos, ya que son de su propiedad, lo que facilitaría el trámite.
Se resisten al cambio
Al platicar con varias personas de la comunidad, dijeron no estar convencidas de las propuestas y alternativas del municipio, sobre todo la de una nueva bloquera o irse a trabajar a una empresa.
Si le “chingan” dicen, pueden ganar 3 mil semanales, sin horarios fijos, con la comodidad de ir a su casa a comer o cuidar a sus hijos y sin gastar en camiones para ir a trabajar a la fábrica.
María Alejandra Serrano es una productora de ladrillo que desde hace más de 30 años se estableció en Ladrilleras del Refugio, cuando su papá se cambió a la comunidad en la década de 1980.
Relató que es difícil que los ladrilleros decidan dejar su oficio por ir a una empresa o producir el tabique gris, “este no lo quieren aquí, no hay mercado”, aseguró.
Ella detalló que un peón en el horno ladrillero puede ganar al menos mil 600 pesos semanales, depende del trabajo que realice ya se paga por cada mil de ladrillos que fabriquen.
Implica desde el mojar la arcilla, formar los tabiques, cocerlos, y acomodarlos para la venta. Cada que se registra una venta de ladrillo, se paga inmediatamente a los trabajadores.
Hasta aquí
María Serna comentó que uno de sus hijos dejó por un momento la ladrillera para ir una empresa, pero implicó gastar en pasajes, tiempo de traslado, gasto de comida, por lo que mejor decidió dejarlo para buscar un empleo en una fábrica más cercana y también regresar al horno.
De la misma manera opinaron los hermanos Alejandro y Miguel Ángel Aguilar, quienes señalaron que existen muchos adultos mayores que trabajan en las ladrilleras desde hace décadas, y será difícil que los empleen en alguna fábrica o que puedan instalar su negocio, ya que el ladrillo rojo es lo único que saben hacer.
Miguel Ángel Aguilar platicó que si en una semana, puede sacar hasta 3 mil pesos, la paga depende de cuántos miles de ladrillos produzca.
Esto es el sostén de uno, es lo que se sabe hacer. Uno gana más aquí que en una fábrica, luego más tiempo, que gaste lo del camión, comida. Que hagan una fábrica aquí cerca y chance nos animamos…,” dijo.
El trasladarse a una fábrica implicaría para ellos alejarse de su casa, en la comunidad tienen el horno cerca de la casa, pueden ir a comer, le dan una vuelta al horno para ver cómo va la quema y pueden regresar a ver los niños. En caso de que los hijos se enfermen, no faltan al trabajo, pues está ahí mismo.
Otras personas que se encontraban en los hornos ladrilleros concordaron con este sentir. Dejar el horno implica salir de la comunidad y gastar en transporte, tiempo para ir a trabajar, y no se garantiza tener los mismos ingresos.
Incluso el poner un negocio no les garantizaría el sueldo semanal que reciben, pues la comunidad es pequeña y se encuentra alejada de otras. Lo que dificultaría que la gente llegue a pedir algún encargo de herrería o carpintería, necesitarían salir a vender a otras zonas sin garantía de ganar dinero.
*Seguiremos con hornos, pero sustentables*
Otra de las opciones que planteó el secretario del Ayuntamiento, Jorge Jiménez Lona, es convertir los actuales hornos de campaña en otros con mejor tecnología y que eviten que el humo y otros gases contaminantes se dispersen por el aire.
Esta será la opción que Carlos Frías y otros productores de ladrillo analizan escoger, incluso constituir una cooperativa que trabaje los hornos tipo MK2 para aprovechar la capacidad de este tipo proceso de producción.
El horno tipo MK2 se instaló hace 12 años en Las Ladrilleras del Refugio como parte de un proyecto para reducir la contaminación en la zona, pero únicamente se instaló uno y es el que utiliza Carlos Frías y otros productores.
El horno tiene dos bóvedas, donde se alojan los ladrillos que se cocerán, las bóvedas se encuentran unidas por un túnel, mediante el cual se regula y transfiere el calor de una bóveda a otra. Están herméticamente selladas para impedir que el calor y el humo salga, lo que permite reducir la cantidad de madera que se requiere para quemar los ladrillos hasta en un 30 %, también el tiempo de cocción se reduce, en un horno tradicional el proceso de quema dura 24 horas, y en el tipo MK2 pueden ser 9 a 12 horas.
La quema del ladrillo no se realiza al mismo tiempo en ambas bóvedas, primero se hace en una, el calor y el hollín que se producen se transfieren a la otra, donde el tabique crudo absorbe las partículas contaminantes.
Carlos Frías aseguró que el horno permitiría incluso que se colocara una nueva producción al salir el tabique de una bóveda, para aprovechar el calor que existe en la que se trabaja el proceso de quema, pero se requeriría a varios productores para mantener este sistema y no desperdiciar combustible.
El humo que finalmente se libera del proceso pasa por una chimenea que es un lavador de emisiones, es decir, en el tubo se cuentan con agua, la cual absorbe las partículas del humo y el hollín. Esta agua puede utilizarse en el proceso de mojado de la arcilla, por lo que no se desperdiciaría ni material, y también la contaminación se reduciría hasta en un 80 5 o 90 %.
Actualmente el horno MK2 que se encuentra en Ladrilleras del Refugio carece de esta chimenea porque en las pruebas de medición de contaminación colapsó. El gobierno estatal se comprometió a dotarles de la chimenea a los productores que dejen el horno tradicional y elijan el horno tipo MK2.
Carlos Frías mostró que ya comenzaron a fabricar los bloques y tabiques para un nuevo horno MK2 pero requieren contar con los ladrillos y tiempo para construirlo. Un proceso que pueden llevar hasta 6 meses.
Aseguró que en el tema de la bloquera algunos productores tienen desconfianza del modelo de negocio, pues hace unos años en la zona se instalaron dos empresas de block gris, pero quebraron y cerraron.
“Si ves las barbas de tu vecino ya mojadas, pues no. Aquí en León no hay mercado para este tipo de tabique, la gente prefiere el ladrillo rojo por tradición, también porque es térmico, en calor la habitación se mantiene fría y en frío se mantiene caliente.
El block gris es frío y hace más frío, es calor y hace más calor. Aunque también hay incertidumbre si CEMEX al año que se termine el convenio seguirá comprando el producto, y si la maquinaria la regalará o la venderá, y en cuánto”, comentó.
Narró que actualmente colaboran con la Universidad Iberoamericana para conformar una cooperativa que les permita trabajar de manera adecuada los hornos tipo MK2, para aprovechar la capacidad y organizarse como productores para tener una mejor oferta del producto y ganancias.
Aseguró que los productores actualmente analizan las propuestas del estado y del municipio, y cada uno decidirá qué es lo que más le conviene, si migrar a un horno sustentable, dejar de producir ladrillo e irse a trabajar a una fábrica, capacitarse para ejercer un oficio o decidirse por la bloquera.
DSS