Enrique Acevedo (Ciudad de México, 44 años) se encargará desde el 9 de enero del principal informativo de Televisa, una de las cadenas en español más grandes del mundo. Dice este periodista mexico-americano que la oferta le llegó por sorpresa. Desde Miami, donde vive, cuenta que estaba concentrado desde hace años en hacer periodismo en inglés para CBS, como el primer corresponsal latino del prestigioso 60 Minutes. El ofrecimiento que le hicieron no es de los que se pueden dejar pasar fácilmente. El de las 22.30 es el noticiero más visto de la televisión abierta en México, con emisiones que promedian los 8 millones de espectadores cada noche, según la empresa. El espacio fue considerado por décadas como un altavoz del poder y una herramienta de control y golpe a la oposición, un papel que ha tratado de cambiarse desde hace años.
Acevedo comenzó su trayectoria en el periódico Reforma, para después viajar a Nueva York a realizar un posgrado de periodismo en la Universidad de Columbia. Tras su estancia en la prestigiosa universidad, pasó tres años en Televisa y de ahí saltó a Estados Unidos, primero a Telemundo y en 2011 a Univision. Ahora, tras casi 12 años en Miami, deberá volver a México a tomar el relevo de Denise Maerker, la primera mujer que estuvo a cargo del noticiario y quien quedará como productora ejecutiva tras seis años en pantalla.
El cambio es un relevo generacional dentro del gigante de las comunicaciones. Televisa se fusionó con Univision a inicios de 2022 para crear un gran competidor en español a líderes del streaming como Netflix o Amazon. Como parte de la negociación, los noticieros quedaron fuera del arreglo corporativo para que no fueran controlados por un consejo de administración de una empresa estadounidense. Con esta separación llegó también sangre nueva. Daniel Badía, un joven abogado con estudios en Nueva York, se dedica a las líneas editoriales dentro de Televisa.
Acevedo no deja completamente CBS y se mantendrá como un colaborador especial. Esto subraya los cambios a los que ha cedido una televisora que antes celaba a muchos de sus talentos, exigiéndoles firmar contratos de exclusividad. “La gente que aparecemos a cuadro ya no podemos hacer solo una cosa de 30 minutos al día… debemos de tener un diálogo constante”, cuenta por teléfono.
Pregunta. ¿Qué significa para usted ocupar el informativo nocturno de Televisa?
Respuesta. Estoy muy emocionado de regresar a México para hacer periodismo en mi país. Siempre ha sido un objetivo profesional, pero no pensé que llegaría en este momento, para ser honesto. Es un momento importante en el país. Parece que muchas cosas se están definiendo. Tenemos un año preelectoral y luego las elecciones de 2024. Una serie de cambios demográficos y sociales más allá de los políticos.
P. Lleva años haciendo periodismo para audiencias hispanas fuera de México. ¿Las seguirá considerando en el nuevo proyecto?
R. Sin duda. Me parece que el contenido se ha globalizado. Quienes producimos contenido en español debemos entender que el noticiero vive en distintas plataformas para tratar de alcanzar una audiencia fragmentada. Y esas audiencias no siempre están dentro de los límites geográficos de lo que tradicionalmente ha tratado de alcanzar el noticiero. Estamos pensando en un producto para México que la gente encuentre útil, pero también buscamos ser un referente noticioso para las audiencias en español en cualquier parte del mundo.
P. ¿Por qué momento pasa la televisión?
R. Esto va a poner los pelos de punta a muchos, pero no hay mejor momento para las noticias por televisión. Muchos creen en esta revolución digital como un futuro de suma cero, pero nos han ofrecido esta falsa opción entre medios viejos y nuevos medios. Entre la televisión y su enfoque linear y lo digital con mensajes instantáneos y las redes sociales. Esa opción es falsa. Las verdaderas opciones son entre información de calidad e información chatarra, que prolifera sobre todo en línea. La gente se está dando cuenta de esto. Lo que la gente necesita es un producto bien curado.
Mi analogía es la comida chatarra. Cuando comenzaba a estar disponible, la gente la veía como algo muy atractivo y de fácil acceso. Era barata. Y es lo que está pasando con la información. Está ahí en cantidades que nunca habíamos tenido. Es atractiva la manera como la empaquetan y está diseñada, pero poco a poco la gente se está dando cuenta de que no hay ningún valor nutricional en ese menú informativo que, lejos de ayudarnos, nos está intoxicando.
P. Aunque el Canal 2 ha perdido omnipresencia, Denise Maerker lo sigue considerando un punto de reunión para los mexicanos cada vez que pasa una noticia.
R. Denise lo ha consolidado como eso. Además lo ha hecho un espacio muy incluyente. Yo lo veo también como un espacio en el que escucharemos menos de las voces oficiales. El periodismo en México tiende a ser oficialista y me gustaría escuchar más a las personas que se ven afectadas por las decisiones oficiales. Menos de las personas encargadas de ejecutar las políticas públicas o diseñarlas y más de quienes se ven impactadas por eso. Vamos a apostarle más al storytelling, a contar historias, a llevar un ritmo distinto. Vamos a ir por entrevistas y debates y análisis.
P. ¿Cómo se ha preparado para las presiones políticas? Ese espacio las ha tenido siempre.
R. Yo creo que los tiempos han cambiado lo suficiente. No somos el único espacio que está sujeto a presiones políticas, corporativas o comerciales. Es una realidad del periodismo en cualquier plataforma, en cualquier parte del mundo. La manera en la que hay que enfrentar esto es con rigor y profesionalismo, que son la mejor forma de mantenerse alejado de la politiquería.
P. ¿Sigue existiendo la censura en México?
R. Es una buena pregunta. Primero tendríamos que definir qué es censura. Cada persona tiene una definición distinta. Para mucha gente es que alguien se atreva a sugerirle a un conductor algo distinto de lo que piensa. Yo creo que el trabajo en la televisión es un trabajo en equipo. Denise ha diseñado un espacio en el que la voz de la presentadora o el presentador no es ni la única ni la más importante en todos los aspectos. Históricamente en México, los espacios de noticias reflejaban en todos los sentidos, en producción, editorial, técnico, la voz de una sola persona, quien estaba a cargo del espacio. La televisión exige y demanda que sea algo mucho más colegiado, un esfuerzo colectivo. Regreso a la pregunta sobre la censura: yo no trabajaría en ningún medio de comunicación en donde no pudiera hacer mi trabajo de la manera en la que creo que lo debo de hacer. Esa ha sido mi trayectoria, esa es mi reputación y no pienso cambiarlo.
P. ¿Cómo ve México a la distancia? El país al que vuelve es muy distinto del que se fue. Todos los días comienzan con una narrativa impuesta por el presidente. A veces muy crítica con los medios de comunicación…
R. Me parece que los personajes son sumamente distintos, pero la dinámica es parecida a lo que viví aquí en Estados Unidos con Trump. El ciclo de noticias giraba alrededor del hoy expresidente, como gira hoy alrededor de López Obrador, quien tiene una base y una red de seguidores que tiende por momentos a ser hostiles hacia los medios críticos o independientes. Mi circunstancia me preparó muchísimo para cubrir a Trump en Estados Unidos y considero que esa experiencia me ayuda un poco. Veremos si es cierto lo que digo.
P. Con un pequeño matiz, Trump era un presidente impopular y López Obrador tiene una aprobación alta.
R. Es cierto. El presidente López Obrador ha mantenido niveles de popularidad altísimos a lo largo de su administración, mientras que el expresidente Trump perdió mucho de eso porque se fue desgastando.
P. ¿Hay algo que te quite el sueño?
R. Los niños (risas)…. No, para nada. Estoy muy emocionado.
P. Denise Maerker quedará como productora ejecutiva. Sus decisiones también serán compartidas con Daniel Badía, el vicepresidente de noticias. ¿Se ha rebajado el peso del presentador?
R. Las responsabilidades y las decisiones están repartidas. Es muy sano que se refleje. Si aspiramos a hacer un noticiero para todos los mexicanos la confección en el día a día debe de llegar a un punto de mayor diversidad. Lo que se ve al aire tiene que reflejar esa diversidad y estas voces del México moderno. No podemos seguir haciendo un noticiero demasiado oficialista o demasiado rígido.
P. Usted trabaja en 60 Minutes, uno de los programas más importantes de la televisión de EE UU. ¿Qué aprendió allí?
R. Es un programa que lleva 55 años al aire y sigue teniendo las audiencias de noticias más importantes del país. Algo que aprendí de ellos es que no necesariamente son valiosos los corresponsales, los presentadores. Son claves sus historias y sus voces, mucho de su trabajo, pero para que dure 55 años el acento debe estar en el espacio y en el equipo. Para decirlo en términos de marketing, la marca. Tenemos que ir trabajando en eso, en la mística, en la conexión. Me preguntabas al principio sobre la silla. Mi aspiración es estar muy poco tiempo en la silla. Es muy importante sacar el noticiero del estudio, ir más a la calle y transmitir desde donde está ocurriendo la noticia.
P. Pero la marca del informativo de Televisa no tuvo credibilidad durante décadas. ¿Crees que esa transformación ha concluido o te corresponde culminarla de cierta forma?
R. No creo que exista un medio de comunicación o una plataforma de noticias y de información que no sea criticada o cuestionada actualmente. Me parece de lo más sano, hay una exigencia de transparencia y rendición de cuentas en la manera en la que hacemos periodismo y cómo presentamos lo que hacemos. Esos cuestionamientos y críticas tocan a EL PAÍS y a Twitter, como estamos viendo más que nunca, y le toca a Televisa como un líder de medios en español en el mundo. Bienvenido el escrutinio, los cuestionamientos y la crítica. Vamos a invitar a la gente que vean el noticiario a las 22.30 todas las noches, y sin ven algo que no gusta o creen que no estamos haciendo bien, bienvenido. No aspiramos a ser distintos. Aspiramos a hacerlo mejor.
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HLL