Fueron 71 años de gobiernos del PRI, de esa “dictadura perfecta” que controlaba la vida nacional, gracias al “corporativismo” que permitía el control de las voluntades populares con la entrega de apoyos sociales desde los padrones del obsequio de leche, pasando por los permisos para instalarse en un tianguis o en asignaciones directas de contratos de obra pública.
Tenían el control de las elecciones desde el Registro Federal de Electores, la disciplina del ejército y el control férreo de los gobernadores.
Los incondicionales y familiares de la familia post revolucionaria, de esa Tercera Transformación (la revolución mexicana) formaron un grupo compacto que aseguraba siempre la victoria electoral al controlar el Congreso y a la Suprema Corte de Justicia.
Uno de los mecanismos claves de esa hegemonía, eran los “acarreos” a las marchas y mítines en apoyo de sus candidatos para mostrar el músculo de esa maquinaria electoral invencible. Esto se lograba con cuotas asignadas a los gobernadores y a los comisionados estatales que obtenían recursos en “cash”, en efectivo, provenientes entre otras fuentes, de los pagos de cuotas a militantes, para que pudieran viajar a la Ciudad de México asegurando transporte, alimentos, hospedaje y un pago para sostenimiento.
Se llenaban todos de los colores oficiales tricolores y de esa manera, por décadas, comprometían a los beneficiarios de los programas y de paso, eso sí, les daban un paseo para conocer la capital de la República.
El mecanismo era sofisticado. Era un esquema piramidal (en esa época no había redes sociales ni grupos de whatsapp) que bajaba desde el Gobernador, pasaba por el Partido y aterrizaba en los promotores del voto que laboraban en las Dependencias de desarrollo social como Sedesol, Bienestar, Solidaridad. Fue tan bien diseñado, que evitaban dejar huella, pues el manejo de efectivo, el cash, era el único conducto utilizado. Indispensable el pase de lista con los padrones desde donde se hacían visitas y llamadas, para asegurar la invitación a la ciudadanía que fácil cae en la trampa de la política del acarreo.
Desde las organizaciones populares independientes, veíamos cómo buenos militantes sucumbían a la tentación del “acarreo” como forma denigrante que acaba con la dignidad de la conciencia del pueblo para recibir su “torta y el refresco”.
Cuestionado por décadas por la izquierda histórica, el acarreo masivo del PRI, nunca pudo aplicarse en el PC, o en el PSUM o en el PRD, pues no había recursos para la movilización, a pesar de contar con militancia consciente y comprometida. La cuestión era conseguir el cash, el dinero. Por eso, hoy en el poder, la práctica que hará el Presidente AMLO para mostrar su músculo electoral frente a la reciente marcha ciudadana en defensa del INE y que reflejará lo que él aprendió a la perfección en el PRI y que después, como opositor, tanto criticó, para acabar haciendo lo mismo: el acarreo.
Desde el trabajo popular en las comunidades marginadas, construyendo organizaciones colectivas, estas prácticas de acarreo contrastan con el quehacer cotidiano, donde son los principios, la causa, el proyecto, es lo que mueve a la gente a construir un mejor mañana.
Aquí se mueven los principios y no se manipula fácilmente con el uso de programas sociales ni se induce al voto ni a la militancia partidista. Por eso, visto desde este lugar, la marcha del domingo, reflejará lo peor de las prácticas priístas que tanto criticó la izquierda histórica: el traslado de los beneficiarios de los programas sociales para hacer movilizaciones con el compromiso de seguir sosteniendo la entrega de los apoyos a la gente más pobre.
Son 30 millones de apoyos sociales que tienen un efecto claro en las preferencias electorales. Y será toda la infraestructura del gobierno federal y de los estados gobernados por Morena, lo que veremos en el gran acarreo del domingo. ¿Por qué gastar tanto dinero en el acarreo? Serán ciento, de millones de pesos de cash. La única explicación es que AMLO sigue en campaña para su partido y sus candidatos. Que quiere mostrar a sus enemigos o adversarios, que él saca a más gente en la calle. No importa el pretexto en esta fiesta tan mexicana inventada por el PRI, de sacar a las calles las matracas y las consignas encabezadas por el mismo Presidente.
En ese mundo donde los proveedores aportan y el mismo narcotráfico apoya, será muy complicado diferenciar las genuinas aportaciones solidarias del dinero sucio, para éste, el del domingo, que será el mayor acarreo de la historia de México.
El gran acarreo
La marcha del domingo reflejará lo peor de las prácticas priístas que tanto criticó la izquierda histórica: el traslado de los beneficiarios de los programas sociales para hacer movilizaciones con el compromiso de seguir sosteniendo la entrega de los apoyos a la gente más pobre.