Londres.- Rishi Sunak ha sido primer ministro de Gran Bretaña durante un mes. En el tumultuoso mundo de la política del Reino Unido en 2022, ese es un logro.
Sunak asumió el cargo el viernes 25 de octubre, y en el mes transcurrido ha estabilizado a la nación después del breve mandato de su predecesora Liz Truss. El político de ascendencia india, el primer premier no blanco de Gran Bretaña, ha estabilizado la economía, tranquilizado a los aliados desde Washington hasta Kiev, e incluso apaciguó a la Unión Europea tras años de choques entre el gobierno británico y el bloque.
Pero los retos ante Sunak apenas inician. Se enfrenta a una economía en desaceleración, una crisis del costo de la vida y un Partido Conservador gobernante que es conflictivo y cada vez más impopular después de 12 años en el poder.
Popularidad parcial
Las encuestas de opinión tienen buenas noticias y malas noticias para Sunak. Al público le agrada bastante el exbanquero de inversiones de 42 años, pero su partido es otro asunto.
En un sondeo realizado por la encuestadora IPSOS, el 47% de quienes respondieron dijeron que les agradaba el primer ministro, mientras que al 41% no les gustaba.
“Eso definitivamente es mejor de lo que Boris Johnson obtenía previamente este año”, señaló Gideon Skinner, jefe de investigación política de IPSOS. Pero dijo que la popularidad de Sunak “no está mostrando indicios de contagiarse a la marca del Partido Conservador”.
En la misma encuesta, el partido le agradaba a sólo el 26% y desagradaba a un 62%, las peores cifras que enfrenta en 15 años. La encuesta telefónica de Ipsos a 1.004 adultos se considera precisa dentro de más o menos cuatro puntos porcentuales.
Muchos votantes dan la bienvenida a Sunak como un cambio con respecto a Truss y su predecesor Johnson, quien renunció en julio después de tres años en el cargo plagados de escándalos. Pero el partido ha estado en el poder desde 2010, lo que dificulta que los conservadores evadan la culpa de los problemas financieros del país.
Las prolongadas acusaciones de comportamiento inadecuado también están empañando su imagen. El miércoles, Sunak nombró a un destacado abogado para investigar las acusaciones de acoso que enfrenta su viceprimer ministro, Dominic Raab.
No es imposible para los conservadores reconstruir su popularidad antes de las próximas elecciones, a realizarse a más tardar a fines de 2024. Pero no será fácil. Las encuestas actuales dejan entrever que el Partido Laborista ganaría fácilmente.
Economía enferma
En el apogeo de la pandemia de COVID-19, Sunak, entonces jefe del Tesoro de Gran Bretaña, ganó popularidad al gastar miles de millones de libras esterlinas para apoyar a las empresas cerradas y pagar los salarios de los trabajadores con licencia.
Ahora tiene que aplicar una medicina amarga. La economía de Gran Bretaña está siendo arrastrada hacia abajo por los efectos de la pandemia, el Brexit y especialmente por la invasión de Rusia a Ucrania, que ha llevado los precios mundiales de la energía por los cielos.
Millones de personas en Gran Bretaña han visto dispararse sus recibos de luz, aunque un tope impuesto por el gobierno ha evitado precios aún más altos. Los retrasos relacionados con la pandemia y la escasez de personal han provocado tiempos de espera récord para la atención médica en el Servicio Nacional de Salud británico.
La situación empeoró por el desacertado paquete de recortes fiscales no financiados ordenado por Truss en septiembre, que torpedeó la reputación de Gran Bretaña de prudencia económica, debilitó la libra esterlina, incrementó el costo de los préstamos y desencadenó una intervención de emergencia del Banco Central. Truss renunció el mes pasado después de menos de dos meses en el puesto.
“Me doy cuenta completamente de lo difíciles que son las cosas”, dijo Sunak en su primer discurso a la nación el 25 de octubre, y advirtió que “se avecinan decisiones difíciles”.
Un presupuesto de emergencia la semana pasada ayudó a sacar a flote a la libra esterlina y tranquilizar a los mercados, a un costo de 25 mil millones de libras (30 mil millones de dólares) en aumentos de impuestos y la perspectiva de recortes al gasto público más adelante.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico pronosticó esta semana que la economía de Gran Bretaña se contraerá en un 0,4% en 2023 y crecerá sólo un 0,2% en 2024, la peor perspectiva entre el Grupo de los Siete países industrializados.
La guerra en Europa
La partida de Boris Johnson causó preocupación en Kiev, donde su firme apoyo a la resistencia de Ucrania a la invasión rusa ganó admiración y respeto.
Gran Bretaña ha dado a Ucrania 2.300 millones de libras esterlinas (2.800 millones de dólares) en ayuda militar desde que comenzó la guerra, más que cualquier país —excepto Estados Unidos_, y ha presionado a los aliados a que hagan más para ayudar a Kiev.
Sunak viajó a Kiev la semana pasada para tranquilizar al presidente Volodymyr Zelenskyy de que la política de Gran Bretaña no cambiará bajo su liderazgo. “Estoy orgulloso de cómo el Reino Unido se puso de su lado desde el principio”, dijo Sunak a Zelenskyy. “Y hoy estoy aquí para decir que el Reino Unido continuará al lado de Ucrania”.
Londres mantiene su flujo de apoyo: la semana pasada anunció que entregará a Ucrania cañones antiaéreos, tecnología antidrones y tres helicópteros Sea King.
Pero si bien el apoyo a Ucrania es seguro, el gasto en defensa podría enfrentar una reducción. Sunak abandonó un compromiso hecho por Truss para aumentar el gasto en defensa en un 3% del producto interno bruto para 2030.
Dolores de cabeza por el Brexit
Las relaciones de Gran Bretaña con sus vecinos más cercanos y sus mayores socios comerciales han sido tensas desde que en 2020 salió de la Unión Europea, ahora de 27 naciones. Tanto Johnson como Truss parecían deleitarse en exasperar al bloque para aplacar a la poderosa ala euroescéptica del Partido Conservador.
Sunak ha sido más suave y ha hecho llamadas amables a los líderes europeos en los días posteriores a asumir el cargo. Lograr un cambio concreto es más difícil, dado el poder que tienen los defensores más acérrimos del Brexit entre los conservadores.
La partida de Gran Bretaña de la UE trajo consigo controles aduaneros y otras barreras para las empresas que comercian con el bloque, provocó una crisis política en Irlanda del Norte y puso fin al libre flujo de los ciudadanos de la UE a Gran Bretaña para ocupar vacantes.
El gobierno británico podría aliviar la fricción comercial si acordara alinearse a las reglas del bloque europeo en algunas áreas, como los estándares veterinarios o alimentarios. Pero después de que los reportes de que el gobierno buscaba lazos más estrechos irritaron a los euroescépticos, Sunak dijo esta semana que no aceptaría “alinearse con las leyes de la UE”.
David Henig, un experto en comercio del Centro Europeo de Economía Política Internacional, considera que la reacción “ha revelado lo profundo que es el problema de Europa para Rishi Sunak y para el Partido Conservador”.
Dijo que Sunak es un defensor del Brexit desde hace mucho tiempo, pero también un pragmático que “sólo quiere una relación que funcione, y esta claramente no lo hace en este momento”.
“Creo que el problema es que no tiene grandes ideas nuevas sobre cómo hacer que eso funcione, y mucha oposición interna”, señaló Henig.
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