León, Guanajuato.-  Ana Elena Barrón de Oñate, esposa del empresario Salvador Oñate Ascencio, falleció este sábado a las 4 de la mañana, rodeada del amor de sus seres queridos y el respeto de la comunidad leonesa.

A las 4 de la tarde se llevaron a cabo las exequias en el templo del Expiatorio, donde estuvieron presentes familiares, amigos, empresarios, y el gobernador de Guanajuato Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, acompañado de su esposa, Adriana Ramírez Lozano.

La misa celebrada por su eterno descanso, estuvo presidida por los sacerdotes de la Congregación de Legionarios de Cristo, el padre Patrick O´ Connell y el padre Francisco Aguilar  Barrón, sobrino de Ana Elena.

“La vi hace dos días y me pidió que en su Misa dijera lo que yo quisiera, pero que se portaran bien; me comentó que estaba muy en paz y se iba en paz”, dijo el padre Paco ante familiares y amigos de la familia. 

El padre Patrick O´ Connell y el padre Francisco Aguilar  Barrón oficiaron la emotiva homilía./Foto: José  T. Méndez. 

Señaló que Dios la quería tanto que le permitió prepararse de la mejor manera posible.

El sacerdote resaltó el buen humor que tenía la señora Ana Elena y el amor que siempre manifestó por la vida y por sus hijos.

“Hace unos días me dijo: Paco, ya me estoy preparando, ya estoy arreglando todo, pero la verdad es que me da un poquito de miedo por lo desconocido que viene”, añadió su sobrino.

“Dios la fue preparando durante años, durante meses de incertidumbre y de dolor; Dios fue preparando a toda la familia y debemos estar contentos. Al final de todo, la vida es lo que hayas hecho por amor a Dios y a los hombres”, subrayó el sacerdote.

“¡Cuánto nos amó ella!, esa es su riqueza y su tesoro. Los que la conocíamos sabíamos cuánto se preocupaba por los demás. Ese amor es su riqueza y eso es lo que se lleva”, añadió el sacerdote.

Dios le concedió la gracia de confesarse, recibir la comunión y despedirse de su familia. /Foto: Trino Méndez.

Añadió que hace dos días su estado de salud se agravó, y Dios le concedió la gracia de confesar, recibir la comunión, “y se puso hasta simpática…le preguntaron si estaba cansada y ella contestó: cómo no voy a estar cansada si ayer casi me muero, claro que estoy cansada”

“Le dije al darle la comunión que tal vez era la última vez que vería a Jesús a través de la Eucaristía, la próxima vez verás a Dios tal cual es; qué hermoso que hoy está viendo a Dios tal cual es, con toda su hermosura”, apuntó el padre Paco.

“Estamos tristes, pero estamos contentos porque estamos de paso y ella ha llegado al verdadero hogar; como quería a su familia, a sus hijos, a su esposo, a sus nietos, a todos. Ella ya está más viva que nosotros ahora, ella está viva pensando en nosotros, haciendo algún chiste, o regañando a alguien como lo hacía con nosotros”, añadió el presbítero.

Agregó que fue una mujer que se sintió siempre querida y que le pidió agradecer a todo el personal médico que la atendió al final de su vida.

Un ejemplo para todos

La familia Oñate Barrón realizó una misa en el Templo Expiatorio para bendecir las cenizas. En la imagen, su hija  Ana Elena con la urna. /Foto: Trino Méndez.

La señora Ana Elena nació el 29 de mayo de 1943 en Celaya, donde conoció al empresario leonés.

Tras casarse se fueron a radicar un tiempo a la Ciudad de México. Ya cuando vinieron los hijos, se establecieron en León. 
Ana Elena y Salvador tuvieron cinco hijos: Mario, Alejandra, Ana Elena, Salvador, e Iliana.

Todos la conocían y valoraban como una persona altruista que procuraba el bienestar de sus empleados.

En 2019 impulsó la primera “Guardería Empresa” del país en la sede corporativa del Banco del Bajío, del cual Salvador Oñate Ascencio es socio  fundador, y donde  se atiende a 160 hijas del personal.

“Era una mujer muy querida en la sociedad, que gustaba de realizar  labores altruistas en favor de los más necesitados; muy trabajadora, y que era una apasionada de la naturaleza, de las plantas”, recuerda uno de los más cercanos colaboradores del empresario Salvador Oñate.

Lucia Córdova y Ana Elena Barrón. /Foto: Mari Maceira.

“Fue una persona muy activa, trabajadora, que además se encargaba de la decoración de los hoteles de su esposo (la cadena Hotsson), de instalar los tradicionales nacimientos en esta temporada navideña; disfrutaba del campo, de la naturaleza y luchó hasta el final”, añadió uno de sus colaboradores.  

MCMH

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