Ciudad de México.- A lo largo de sus cuatro años de Gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha aplicado la política exterior a ‘contentillo’.
Aunque constantemente invoca los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, no duda en opinar y hasta lanzar críticas sobre las decisiones de política interna de otras naciones, cuando se trata de asuntos que motivan su interés político.
Además, utiliza los mismos preceptos constitucionales para no pronunciarse, por ejemplo, sobre violaciones a derechos humanos en Nicaragua, cuestionados operativos policiacos en El Salvador o la represión contra manifestaciones de protesta en Cuba.
En el caso de la guerra entre Rusia y Ucrania, México ha recibido reclamos por adoptar una posición de “neutralidad”, ya que el Presidente tampoco ha emitido condena alguna contra las decisiones adoptadas por el Gobierno de Vladimir Putin.
El Mandatario federal incluso desautorizó a la representación de México en la ONU, luego que México votó a favor de una resolución para que Rusia pague a Ucrania, por los daños ocasionados por la guerra.
No me meto pero
Solo en esta semana, el Mandatario federal se ha pronunciado para condenar fallos judiciales emitidos en Argentina y para censurar la conducta de la Oposición en Perú.
El 6 de diciembre, acusó al Poder Judicial argentino de instrumentar una venganza política, luego de sentenciar a seis años de cárcel a la Vicepresidenta Cristina Fernández, por la comisión de actos de corrupción. “Es víctima de una vileza antidemocrática del conservadurismo”, sostuvo.
Un día después, en medio de la crisis interna de Perú, que terminó con la detención del depuesto Presidente Pedro Castillo, López Obrador acusó a las élites económicas y políticas de hostilizarlo, desde que asumió el mandato.
El tabasqueño fue más allá.
Tal como ocurrió en el caso del ex Presidente de Bolivia, Evo Morales, AMLO ofreció asilo a Castillo, tras ordenar a la Cancillería mexicana que abriera las puertas de la embajada en Lima para recibir al ahora acusado de rebelión.
“La política exterior de México tiene como principio la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, y nos vamos a ceñir, nos vamos a ajustar a los principios de política exterior.
“Sí lamentamos mucho lo que sucedió porque desde que ganó, legal, legítimamente Pedro Castillo, fue víctima de acoso”.
En noviembre, el político tabasqueño suspendió la reunión de la Alianza del Pacífico, luego que el Congreso de Perú negó permiso a Castillo para viajar a México y recibir la presidencia rotatoria del mecanismo.
En ese marco, López Obrador arremetió contra los legisladores de ese país.
“No es la forma, no es el modo en que debe de comportarse un Gobierno, es participar en un acto de humillación y nosotros no somos cómplices de quienes se quieren imponer mediante la politiquería. La dignidad debe estar por encima de todo”, expresó.
“¿Cómo vamos a tener en México una Alianza del Pacífico sin el Presidente de Perú? Es como decir ‘el Show debe continuar’ o ‘no nos importa, no nos incumbe y que participe por videoconferencia’. No, eso no lo podemos admitir, es mucha arrogancia el no darle permiso a un Presidente legal y legítimamente constituido para asistir a un encuentro formal a otro país, donde va a recibir la presidencia de la Alianza”.
Otros casos
Los recientes, no han sido los únicos casos en los que el Presidente “acomoda” la política exterior mexicana.
En otras coyunturas, los principios constitucionales también han sido “adaptados”, dependiendo de las circunstancias o las afinidades políticas.
En 2020, López Obrador esperó 38 días para felicitar al demócrata Joe Biden, quien resultó ganador de los comicios presidenciales, tras derrotar al republicano Donald Trump, a quien se ha referido como su amigo.
Junto con Vladimir Putin, Presidente de Rusia, fue de pocos Mandatarios que guardaron silencio, en medio de acusaciones de Trump, sobre un supuesto fraude electoral.
El político tabasqueño argumentó que debía esperar el resultado oficial y que no se pronunciaría, como lo hicieron algunos gobiernos “acarreados”, en 2006, cuando reconocieron el triunfo de Felipe Calderón, en México, en una cerrada y cuestionada elección.
Aunque aplicó ese criterio en el caso de Estados Unidos, el Jefe del Ejecutivo no ha necesitado de resultados electorales oficiales para felicitar públicamente a los presidentes de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia o Brasil, con quienes mantiene afinidades políticas.
“Felicité por teléfono al presidente electo Alberto Fernández, de Argentina y a Evo Morales, presidente de Bolivia, quienes triunfaron en elecciones libres y democráticas en sus países”, dijo en octubre de 2019.
Sin embargo, en el caso de Bolivia, existían denuncias sobre un supuesto fraude electoral, que incluso derivaron en una intervención de la OEA y la dimisión de Morales, quien salió de ese país -en un avión de la Fuerza Aérea– y fue asilado en México.
Durante la crisis política en Bolivia, el Gobierno obradorista fue acusado de intervencionista e injerencista.
En 2020, el Presidente también felicitó al candidato del partido de Evo Morales, Luis Arce, por ganar las elecciones de Bolivia. Lo hizo cuatro días antes de los resultados oficiales.
El caso de España
A estos casos se suman, por ejemplo, los señalamientos del Presidente contra el Rey emérito de España, Juan Carlos, quien se vio envuelto en escándalos de corrupción.
En 2020, López Obrador consideró vergonzosa la exoneración del monarca y volvió a abordar el tema al hablar sobe la empresa constructora española OHL.
Además, en el marco del manejo de la pandemia por Covid-19, el Mandatario llegó a responder a las críticas contra su Gobierno, con el argumento de que en España se registraron más muertes que en México.
Apenas en julio de este año, AMLO defendió públicamente al partido español Podemos, luego de destaparse un escándalo de acoso y guerra sucia contra esa fuerza política.
“Se van a enojar millones de paisanos de mi abuelo, pero es de pena ajena e indignante la campaña de los conservadores en contra de los dirigentes de Podemos”, publicó en sus redes sociales.
“Tengamos fe, porque como decía el poeta Machado: “En España lo mejor es el pueblo. () En los trances duros, los señoritos () invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. En España, no hay modo de ser persona bien nacida sin amar al pueblo'”.
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HLL