Por María Abi-Habib para The New York Times en exclusiva para AM en Guanajuato.
Ciudad de México.- Mientras Bad Bunny, una de las estrellas del pop que están más de moda en el mundo, flotaba sobre una palmera cantando para sus fans en lo que se suponía que iba a ser uno de los mayores conciertos de la historia de Ciudad de México, el piso del estadio estaba lejos de llenarse.
Pero afuera, miles de personas estaban tratando de entrar, algunas escalaban la valla del estadio después de que sus boletos —muchos válidos y comprados directamente en Ticketmaster— fueron rechazados por ser falsos a causa del mal funcionamiento de los escáneres. Mientras que las zonas de las gradas del estadio parecían llenas, el área central del estadio, con todas las entradas agotadas, estaba semivacía.
El fiasco motivó al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, a condenar a Ticketmaster esta semana y le exigió a la empresa el reembolso a quienes tenían boletos válidos. El presidente dijo que se había sentido conmovido de ver a tantos fanáticos rechazados del concierto y pidió a Bad Bunny que volviera a México y diera un concierto gratuito.
Bad Bunny todavía no se ha pronunciado sobre los problemas con los boletos en Ciudad de México.
Los problemas de Ticketmaster no son nuevos. El gigante de los boletos para espectáculos fue obligado a detener las ventas de la gira más reciente de Taylor Swift después de que la enorme demanda de boletos en preventa colapsó el sistema informático y las entradas se revendieron con sobreprecios de decenas de miles de dólares. Pero en países más pobres como México, hay mucho más en juego para muchos fanáticos.
El ingreso mensual promedio en el país es mucho más bajo que en Estados Unidos y hasta los abogados pueden ganar apenas 1000 dólares al mes.
Sin embargo, los revendedores de Bad Bunny vendían las entradas hasta por 900 dólares, y lograron eludir los intentos de la empresa de evitar un mercado secundario de reventa con márgenes exorbitantes, como ocurrió con el concierto de Swift.
Un grupo de seguidores de Swift demandó a Ticketmaster por las ventas fallidas y acusa a la empresa matriz de fraude.
Bad Bunny, quien vendió todos los boletos para sus conciertos en Latinoamérica y Estados Unidos, es el artista en gira que más ha recaudado este año, según Boxscore. La gira World’s Hottest Tour del artista batió récords de ventas brutas de entradas en 12 de los 15 mercados estadounidenses en los que actuó a lo largo de 2022 —incluida la ciudad de Nueva York— y el concierto del fin de semana pasado en Ciudad de México fue el último, antes del anuncio de que el artista se tomaría un año sabático en 2023.
Pero a muchas personas se les negó la entrada a su espectáculo después de haber gastado buena parte de su salario o sus ahorros para comprar un boleto.
Mientras cientos, quizá miles de fanáticos se quedaron afuera porque habían comprado boletos clonados, a más de mil 600 de ellos que dijeron haber hecho su compra en el sitio oficial de Ticketmaster se les negó la entrada, según las autoridades mexicanas, que sigue recibiendo quejas de compradores decepcionados.
Parece que los escáneres de Ticketmaster en el estadio funcionaron mal y no pudieron leer los boletos válidos, según informó la empresa el lunes.
Mariam Rodríguez Luna, estudiante de Veterinaria de 22 años, había acampado un día antes del concierto del viernes, aferrándose a un boleto que dijo haber comprado directamente en Ticketmaster en 14,000 pesos. Ella y su acompañante habían instalado una tienda de campaña en las inmediaciones del estadio Azteca, al sur de la capital, para poder ser las primeras en la fila cuando se abrieran las puertas y estar lo más cerca posible del escenario.
Cuando entregaron sus boletos para que los escanearan el viernes, el personal de la puerta les dijo que eran falsos. Después de que protestaron y mostraron sus cuentas de Ticketmaster con la compra en sus teléfonos, les dijeron que presentaran su queja directamente con la empresa.
Pero sus correos electrónicos y llamadas a Ticketmaster la noche del viernes no tuvieron respuesta. Tras seis horas de esperar el ingreso, la multitud se salió de control, dijo Rodríguez, y fue entonces cuando ella y su amiga decidieron marcharse.
Fue “muy feo ver eso, porque obviamente mucha gente estaba llorando, y fue muy estresante”, dijo Rodríguez. “Los policías también empezaron a tratar muy mal a todo el mundo. Le empezaron a pegar a la gente”.
El organismo de defensa del consumidor de México, conocido como Profeco, le pidió a Ticketmaster que reembolse a los poseedores de entradas válidas a los que se negó la entrada el costo total de su boleto, más una tasa de compensación del 20 por ciento. Ticketmaster accedió a las demandas de la agencia.
Profeco ha recibido más de mil 600 solicitudes de reembolso hasta ahora y prepara una demanda contra el gigante de los boletos, que podría hacerse acreedor a una multa de millones de dólares.
En un comunicado, Ticketmaster se defendió el lunes, dijo que vendedores no oficiales vendieron un “número sin precedentes de boletos falsos”, ya que 4,5 millones de personas de todo el país trataron de comprar boletos para el concierto de Bad Bunny, el “número más alto en la historia de México”. La empresa dijo que esos boletos falsos acabaron por causar una falla en el sistema y en los acceso al estadio el fin de semana. Y eso ocasionó que algunos boletos válidos fueran rechazados.
Bad Bunny, artista boricua cuyo nombre es Benito Antonio Martínez Ocasio, es conocido por su estilo excéntrico, letras feministas y ritmos de reguetón infundidos con los sonidos caribeños de la salsa y el mambo y por dejar el corazón en sus conciertos. No solo se trata de una noche de entretenimiento; es una experiencia: videos aéreos de conciertos recientes muestran a los asistentes brincando al unísono con tantas ganas que pareciera que están en una alberca de olas gigantesca de un parque acuático con lanzallamas a su alrededor.
No todos los fanáticos mexicanos corrieron la misma suerte el fin de semana pasado.
Claudia Murillo, de 38 años, llevó a su hijo de 8 años al concierto y dijo que le tomó cerca de una hora ingresar. Murillo, consultora de dispositivos médicos, se sintió decepcionada por haber sido expulsada del sitio web de Ticketmaster en primavera, cuando intentó hacer una fila virtual para comprar boletos cuando se pusieron oficialmente a la venta.
Después de perder su lugar en el sitio web de Ticketmaster, acabó comprando boletos a un revendedor por 9000 pesos cada uno, el triple del precio oficial.
La noche del viernes, ella y su hijo se abrieron paso entre una multitud enojada para llegar al acceso.
“Una chica detrás de mí comenzó a rezar cuando vimos que muchas personas, molestas y que gritaban que se les había negado el acceso, se dirigía a la salida”, recordó Murillo. “La chica decía: ‘Diosito, nunca te he pedido nada. Si algo que te pido en mi vida, es entrar a este concierto’”.
Cuando Murillo y su hijo por fin entraron al estadio, descubrieron que la pista estaba semivacía.
c.2022 The New York Times Company