Mientras la atención del mundo occidental pivota alrededor de cada detalle de la guerra de Ucrania, decenas de millones de personas viven y mueren en otros conflictos sepultados por la trascendencia geopolítica de la agresión rusa. Son guerras activas desde hace años, en algunos casos décadas, que ya sufrían el olvido de las naciones ricas por estar fuera del radar europeo, especialmente las de África, pero que en 2022 han sido completamente borradas de la agenda mediática y política de los únicos países que podrían hacer algo para ayudar.

La recopilación de guerras activas que publicó este periódico es desoladora. Todas ellas siguen existiendo después de un año hablando de Ucrania. En Etiopía, no han cesado las tensiones territoriales en la región norteña de Tigray, fronteriza con Eritrea. Un reciente alto el fuego ha traído algo de alivio a un conflicto que comenzó en noviembre de 2020 y en el que han muerto entre 380.000 y 600.000 personas, pero la situación es volátil y la economía ha quedado muy castigada. Yemen se acerca ya a los ocho años de guerra civil contra los rebeldes huthis, un conflicto que enmascara una lucha regional entre las potencias de Oriente Próximo. De sus 30 millones de habitantes, 23 necesitan ayuda humanitaria para subsistir. Siria cumplirá en marzo 12 años de guerra, también con toda la región implicada. Turquía ataca a los kurdos en el norte, la dictadura ataca a rebeldes en el oeste e Israel efectúa operaciones antiterroristas en territorio sirio, donde opera Irán. Más de 15 millones de sirios, según la ONU, necesitan ayuda humanitaria. En Congo, el segundo país más grande de África, una guerra civil que dura décadas entre decenas de grupos guerrilleros, contaminada por los países vecinos, se ha recrudecido desde marzo con la ofensiva del grupo M23. El pasado 29 de noviembre, 131 personas fueron asesinadas en una masacre. Más de 400.000 han sido desplazadas desde el inicio de la ofensiva, en marzo. Congo cuenta cinco millones de muertos por la guerra en los últimos 25 años. En la región del Sahel, los grupos islamistas que surgieron hace una década siguen aterrorizando Mauritania, Malí, Burkina Faso y Níger. La región suma 3,5 millones de desplazados. A estas guerras hay que sumar lugares no oficialmente en conflicto, pero donde la violencia y la inestabilidad ahogan la vida, como Somalia, Myanmar, Libia o Nigeria.

Es normal que las sociedades se preocupen más por los conflictos más cercanos, pero el olvido de estas guerras tiene consecuencias reales. La falta de concienciación de Occidente reduce la presión sobre los gobiernos para implicarse en las soluciones, distrae recursos materiales y diplomáticos y dificulta la recaudación de donaciones privadas que sirven para atender a millones de personas que no viven en Europa.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *